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lunes, 27 de mayo de 2019

SELECCIONES DE RAÚL MORALES ÁLVAREZ (PARTE X): "SAN BERNARDO Y SUS RECUERDOS"

Plaza de San Bernardo hacia el 1900. Fuente imagen: Chiledel1900.blogspot.com.
Coordenadas: 33°35'32.2"S 70°42'16.2"W (Plaza de Armas de San Bernardo)
Este texto es parte de una selección de artículos del periodista chileno Raúl Morales Álvarez. Fue uno de los últimos escritos del autor y pertenece a un proyecto de la Agrupación Cultural El Funye, exclusivamente dispuesta para los lectores de este blog. El artículo, de 1949, está tomado de la selección antológica titulada "Raúl Morales Álvarez y los poetas malditos de Chile".
EN ESTOS DÍAS, desde el pasado sábado hasta hoy, que amaneció San Lunes, San Bernardo ha celebrado con vehemente euforia los 128 años que ya abultan en su calendario. Hubo desfiles militares ante la estatua de Domingo Eyzaguirre, el fundador, y bailes de emoción pagana en la plaza, con tímidas ninfas y tritones que también temían escuchar la flauta del Hombre del Pan en el follaje, en los mismos sitios donde después se levantaron los altares para la liturgia latina de una misa de campaña, agradeciéndole al Buen Dios -que esta en los cielos-, todo lo que le ha dado a San Bernardo, su aire pulmonar, su baratura, su afincamiento en la buena tierra y el gozo de vivir que se posee cuando se reside en estos lados. Hasta yo mismo, el más forastero de los sanbernardinos -pollo todavía en corral ajeno-, anduve en la tarde del domingo, junto a la fina presencia intelectual de Evaristo Molina, buscando contacto con los queridos fantasmas preferidos que penan alegremente en San Bernardo.
AQUÍ VIVIÓ Baldomero Lillo, el de ''Sub-Terra'' y de ''Sub-Sole''. Por aquí, por estas calles, solo cerrando los ojos un instante, todavía es dable divisar la figura encapada de aquel Augusto D'halmar, a quien el Grupo de los Diez llamaba El Hermano Errante, porque  siempre andaba de viaje, recorriendo el mundo, pero que reconocía, sin embargo, que le  agradaba San Bernardo, como una tumba escogida de antemano. Fue aquí donde Manuel Magallanes Moure plantaba higueras y damascos, escribiendo la magia de unos versos que
aún perduran en el oído de quien los ha leído. El perfil en sombras de Claudio de Alas, siempre muy pálido, también pasó por San Bernardo.

domingo, 26 de mayo de 2019

UNA VISITA AL CEMENTERIO RUSO ORTODOXO DE BAJOS DE MENA EN PUENTE ALTO

Coordenadas: 33°36'55.2"S 70°36'08.7"W
Ubicado casi como el hermano menor del Cementerio Católico de Bajos de Mena, en avenida Eyzaguirre de Puente Alto pasando el cruce con la Autopista del Acceso Sur, el Cementerio Ruso pasa la mayor parte de su existencia cerrado al público, abriendo sólo ocasionalmente a quienes quieran visitarlo. Un cuidador vive con los suyos dentro de este sitio, en donde reinan la paz de los difuntos y la quietud de las historias que allí han quedado reservadas.
El olvido es un fantasma que debe ser conjurado constantemente en este lugar. Las pocas familias rusas fundadoras que quedan y los esfuerzos de la comunidad ortodoxa en Chile, que tiene allí la que parece ser su capilla más austral del mundo, se encargan de darle mantenimiento y no condenar al camposanto al mismo destino de muerte y extinción que sus moradores bajo las criptas.
La apertura al público en ocasiones especiales anunciadas por la Asociación Pro-Cementerio de los Rusos Ortodoxos Residentes en Chile y en el Día del Patrimonio de cada mes de mayo, con visitas guiadas correspondientes, permiten contrarrestar aquel peligro del olvido. Estuvimos en las de el pasado domingo 25, con un recorrido a cargo del Diácono Roberto León Ramírez, de la Iglesia Rusa Ortodoxa en el Exilio (IROE) y uno de los protagonistas de la investigación histórica de la que se vale la Asociación para poner en valor este sitio.
El Cementerio Ruso fue creado por familias rusas llegadas hasta entonces al país y cristianos laicos rusos, pero especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. La idea de concluir sus vidas en una Rusia que ya no era afín a sus creencias y que incluso perseguía al clericato ortodoxo, fue la motivación de muchos de aquellos ciudadanos para establecerse en países tan distantes como Chile. Debe recordarse que la colonia rusa era pequeña hasta que, en 1948, el Gobierno de Chile aceptó la propuesta de recibir numerosos grupos de ellos por la Organización Internacional de Refugiados de las Naciones Unidas.

viernes, 24 de mayo de 2019

LA PLAZA JORGE PRAT ECHAURREN: A LOS PIES DE LAS TORRES DE TAJAMAR Y DEL EDIFICIO VÉNETO EN PROVIDENCIA

Detalle de las Torres de Tajamar en plena construcción, en 1964, año en que los trabajos debieron ser paralizados por un tiempo. Aún no se construía el vecino Edificio Véneto ni se abría la calle Pérez Valenzuela hacia la Costanera. El espacio abajo de las torres, junto a la vistosa avenida Providencia, corresponde al sector que ocupa la Plaza Prat Echaurren. Fotografía de Higinio González. Fuente imagen: Archivo Visual de Santiago.
Coordenadas: 33°25′47″S 70°37′23″W
Justo en el sector en donde se separan las avenidas Providencia y Nueva Providencia de la comuna homónima en Santiago, enfrente del empalme con la calle Miguel Claro, se encuentra la Plaza Jorge Prat Echaurren, conocida por estar rodeada de comercio a los pies del conjunto de edificios conocido como las Torres de Tajamar, obra original del arquitecto Luis Prieto Vial que se trazó con colaboración de la oficina BVCH, de Carlos Bresciani, Héctor Valdés Phillips, Fernando Castillo Velasco y Carlos García-Huidobro.
Iniciadas las obras en 1962 e inauguradas en 1967, las Torres de Tajamar fueron uno de los conjuntos residenciales más novedosos e interesantes de su época, allí junto al río Mapocho y a espaldas de la Plaza de la Aviación, sirviendo como fondo a las postales del Parque Balmaceda. Muy diferentes al aspecto mustio que tienen hoy, es preciso acotar, un tanto afectadas por la decadencia y la falta de mantenimiento apropiado. El nombre del conjunto aludía a la entonces llamada avenida del Tajamar (por nacer del paseo de los antiguos malecones coloniales del Mapocho), correspondiente a la actual costanera Andrés Bello, que corre al Norte de los edificios.
Cuando la sociedad constructora de Bolton, Larraín y Prieto concluyó las obras, una de las explanadas a los pies de las torres había quedado destinada a área verde por el Nororiente de la manzana, construyéndose después en ella una simpática placita conectada con la calle de fondo, Pérez Valenzuela, que prolonga la línea de Miguel Claro hacia la actual Costanera Andrés Bello. El nombre de aquella calle alude a los apellidos de don  Ramón Pérez de Valenzuela, uno de los vecinos propietarios de las chacras en donde se fundó la comuna de Providencia, en su caso adyacente al río y con una capilla propia.
La plazoleta vino a funcionar casi como una prolongación de las más grandes que están al poniente de la misma y de la plaza central principal del conjunto, ubicada exactamente entre las torres aunque sólo con una franja verde en su contorno Sur. Otra plaza se construyó al extremo de la manzana, en la ubicación opuesta a la de nuestro interés: la Plaza Atria, colindante con calle Huelén.

viernes, 17 de mayo de 2019

UN EDIFICIO CON CITÉ DE ESPLENDOR ART DECÓ EN CALLE SANTA ROSA

Fuente imagen: ficha de la Municipalidad de Santiago, del catálogo de Inmuebles de Conservación Histórica (2011).
Coordenadas: 33°26'51.5"S 70°38'41.4"W
La dirección de Santa Rosa 276-280, casi llegando a la calle Eleuterio Ramírez en Santiago, guarda un encantador rinconcito del romance capitalino; uno que sobrevive en la ciudad desde sus años más retratados y recordados en fotografías antiguas y las del paso del viejo tranvía, las casitas de remolienda y las noches de bohemia desatada. La Belle Époque, de Santiago, para ser más precisos, con sus claros y oscuros.
Ubicada a pocas cuadras del centro santiaguino, en un sector que se ha visto afectado en nuestra época por furiosas demoliciones, remodelaciones viales y aparición de grandes edificios residenciales, el conjunto destaca por sus rotundas líneas art decó dosificadas con otros elementos eclécticos más sutiles, dando la cara hacia la avenida Santa Rosa con su entrada de arco, hacia el pasaje del mismo nombre por la cuadra, en un cité que se interna casi hasta la paralela calle San Isidro, por atrás.
Desgraciadamente, montones de poco discretos cableados ocultan el sello con el nombre de los arquitectos de este proyecto, en su fachada: Ricardo Larraín Bravo y Víctor Jiménez Cruz, una de las prodigiosas duplas creativas de la historia de la arquitectura chilena en el siglo XX, autores -entre otras obras- de la Población William Noon de Providencia y del Cité Salvador Sanfuentes, ambos proyectos del mismo período que el de nuestra atención y con algunas semejanzas de diseño y estética, muy especialmente en este último caso.
El edificio con cité fue construido en 1929, aunque se remonta a un proyecto particular de 1925, aproximadamente, consistente en un conjunto de viviendas de albañilería y secciones de adobe con tres pisos al frente y dos en las residencias interiores. Al parecer, tuvo algunas remodelaciones en los años cincuenta, pero sus líneas geométricas modernistas han sido las mismas desde sus orígenes.

lunes, 13 de mayo de 2019

EDIFICIO MAINO HNOS.: ESPERANDO UN RENACER EN CALLE TEATINOS

El edificio en 1930. Fuente imagen: revista "Arquitectura y Arte Decorativo".
Coordenadas: 33°26'06.1"S 70°39'21.6"W
El Edificio de Renta y Establecimiento Comercial Maino Hnos., ubicado en calle Teatinos 740-750 de Santiago, en la cuadra entre San Pablo y Rosas, se encuentra casi enfrente de la conocida Capilla de Ánimas, aunque su tiempo de esplendor parece haberse perdido en el actual aspecto, muy decaído y desierto. No obstante, se anuncian tiempos mejores para el mismo.
Existe alguna información publicada sobre este edificio, afortunadamente. El lector puede encontrar algo interesante, por ejemplo, en la clásica revista "Arquitectura y Arte Decorativo" N° 10 de mayo de 1930 y, más brevemente, en el trabajo "La arquitectura moderna en Chile: El cambio de la arquitectura en la primera mitad del siglo XX. El rol de la organización gremial de los arquitectos (1907-1942) y el papel de las revistas de arquitectura (1913-1941)" de Max E. Aguirre González, tesista dirigido por Miguel Ángel Baldellou Santolaria, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, obra de 2004.
Para contextualizar, el edificio forma parte del arribo a este sector de barrios santiaguinos de formas de comercio "modernos", aparejadas con el período de cierta madurez industrial, en plenos días del tranvía y la comedia muda en los teatros. La realidad chilena también se vería afectada por la dramática Caída de la Bolsa de 1929 y la depresión de los años treinta, poco después.
Muchas obras particulares de gran inversión, como el Edificio Maino Hnos., tuvieron lugar en este mismo tramo de tiempo, debiendo enfrentar los vaivenes de la economía mundial reflejada en la local durante los convulsionados años que seguirían. Fue éste el caso, por supuesto, con el edificio de calle Teatinos, terminado en 1927 y perteneciente a la sociedad constituida por los hermanos Ricardo y Agustín Maino, miembros de una conocida familia de comerciantes e industriales italianos residentes en Chile

viernes, 10 de mayo de 2019

PRESENCIA GÓTICA EN BARRIO BRASIL: LA IGLESIA CORPUS DOMINI PARA LA ADORACIÓN PERPETUA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Iglesia Corpus Domini y una imagen del interior de la misma, en 1929. Fuente: "Libro de los Expositores de Chile en Sevilla".
Coordenadas: 33°26'14.6"S 70°39'54.2"W
La colorida Iglesia Corpus Domini destaca en la dirección de Santo Domingo 2055-2083 de Santiago, entre las calles Brasil y General Baquedano. Su gran chapitel rematado por la cruz de Cristo se hace visible al fondo de antiguas fotografías del mismo barrio, como aquella de la desaparecida Pirámide de San Pablo (San Pablo con Brasil).
La historia de este centro religioso se remonta a la fundación en la capital chilena del Instituto de las Hermanas de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento, orden independiente de origen romano creada por la abadesa de filiación franciscana María Magdalena de la Encarnación, en el período 1807-1809, recibiendo la aprobación papal de Pío VII en 1818 y la fundación formal al año siguiente, bajo la regla de San Agustín de Hipona. La misión de sus integrantes es rendir a perpetuidad las devociones de adoración a Dios en augustísimo misterio de la Eucaristía, la Transubstanciación definida en el Concilio de Trento y procedente de los catecismos de San Cirilo de Jerusalén en el siglo IV.
Fue el sacerdote Miguel Tagle quien, en 1884, viajó hasta Roma para ponerse en contacto con la orden y manifestar su intención de instalar un monasterio en Chile. El Padre inició también la preparación de religiosas del Buen Pastor para instalarlas en el nuevo claustro, tarea que fue dirigida por la Madre María de la Inmaculada Concepción Fernández Concha, hermana de la beata  María de San Agustín y de los fundadores del Portal Fernández Concha junto a la Plaza de Armas, Domingo y Pedro Fernández Concha.
El terreno para el monasterio de las sacramentinas fue donado por la aristocrática religiosa Eleodora Goicolea, en la entonces periférica ubicación adyacente a la ex Cañada de Saravia o Callejón de Negrete, hoy calle Brasil, con la autorización papal de León XIII. La propiedad estaba en el sector de loteos que había dado origen, años antes, al Barrio Yungay, aunque aún faltaba para la fundación del Barrio Brasil, a inicios del siglo siguiente. El Instituto recibió la facultad apostólica en Santiago de Chile el 25 de diciembre de 1885, cuando fue erigido por el Obispo de Martiriópolis, Vicario Capitular de la Arquidiócesis don Joaquín Larraín Gandarillas.