
Debo partir comentado que comparto ciertas impresiones de
que el siglo XX fue extraordinariamente
corto, quizás uno de los más breves de nuestra Época Contemporánea. Si
cronológica y matemáticamente duró los mismos 100 años de toda
centuria, en lo referido a su identidad en la historia humana, al clásico acervo
eurocéntrico y a su propia determinación sobre los
calendarios del tiempo, fue asombrosamente corto.
Si acaso podemos ajustarlo a las efemérides, el siglo XX
como tal, parte de alguna manera con la Primera Guerra
Mundial en 1914, la Gran Guerra principio del fin de los viejos imperios, y culmina con la Caída del Muro de Berlín en 1989,
seguido de la disolución del bloque soviético en 1990-1991 y el final de la
Guerra Fría, al menos como la habíamos conocido hasta entonces. Todo aquello que
ocurrió antes de aquel período dentro del mismo siglo, parece ser más bien un
tránsito desde el mundo decimonónico al nuevo; y todo lo que sucedió después, en
cambio, no se ofrece más allá que sólo como su consecuencia, ya diluyéndose sobre el aspecto que configurará al mundo del
siglo siguiente... Nuestro
siglo XXI.
Fue el siglo XX, por lo tanto, un paso
vertiginoso, veloz, muy concentrado y enérgico, en el que el vértigo del
progreso nos llevó varias a veces a creer posible establecer arbitrariamente y
en presente, el inicio de una nueva época o era en
la humanidad, pero que no tardaba en ser desplazada por otra aún más novedosa y audaz,
y que demarcamos en su momento con hitos como explosión industrial del plástico, la
el auge computacional,
la energía atómica, la llegada del hombre a la Luna o la creación de las redes
digitales mundiales. La humanidad no sabía, pues, que era el período completo
del aquel siglo el que
acabaría impulsando a esta nueva época, esta en la que actualmente vivimos, disfrutando y/o padeciendo
del legado de la pasada centuria en todos sus aspectos y alcances.
La historia del Movimiento Nacional
Socialista de Chile (MNS Chile) estuvo en esta misma curiosa sintonía del siglo XX, como rotunda
fracción del mismo: intenso, dinámico, intrépido, a veces violento y
muchas veces trágico. Tuvo la característica de ocupar, además, un segmento
de nuestra historia que era aún transicional, precisamente desde el siglo anterior
al XX, con un Chile dependiendo aún de ciertos órdenes sociales y
económicos que estaban en caída y dejando atrás otros. Sólo como ejemplo, cabe
recordar la otrora próspera industria salitrera, ya en retirada en esos días.