
Cantina de principios del siglo XX, probablemente porteña. Fotografía de Harry Grant Olds hoy perteneciente al archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional. Nótese la chuica o garrafa forrada en mimbre colocada sobre la mesa de los gañanes, a la derecha.
Continúo aquí con la selección de artículos del periodista chileno Raúl Morales Álvarez. Este texto, publicado originalmente en el diario "El Clarín" con el pseudónimo de Sherlock Holmes, pertenece al proyecto editorial "Temporal en Cartagena: antología de Raúl Morales Álvarez", de la Agrupación Cultural El Funye, exclusivamente dispuesta para los lectores de este blog.

A Marcelino Marambio le pegaron con firmeza y con perrera en el bar "Nunca se Supo", de Valparaíso, en El Almendral. La verdad es que él no sabe todavía cómo el iracundo Don Armando Rosca se puso a beber con él, mano a mano, hasta que se armó la gresca en cuya Lotería de puñetes y de tajos, Marcelino sacó todos los números premiados.
El boliche responde con airada exactitud al nombre que posee. Naturalmente, no es el único "Nunca se Supo" que existe en Chile. Hay versiones gemelas en cada pueblo. Todas exigen -lo mismo como suele ocurrir en la porteña- el pulso firme y los ojos muy abiertos para defender el cuero. El que pestañea, pierde.
Pero hay bautizos más curiosos todavía en esta vehemente geografía bebestible del país. La botillería que Alfredo Lieux, el director de radio, tiene en la bastante pecadora calle Eyzaguirre, luce un título preciso sobre las sedientas puertas: "El Cuerpo Malo". Donde comienza Tropezón, frente a la Punta de Diamante, se abre un bar ufano de llamarse "La Tranquilidad". Debe serlo ahora. Pero en mis tiempos sacaban de allí a los fulanos, con las piernas para adelante y anchos ríos rojos sobre el pecho o el vientre. No se molestaban siquiera en llamar a la Asistencia. Simplemente lanzaban los cuerpos a la calle. Y no por ello, la euforia de peligrosos escándalos nocturnos se detenía en el boliche. Seguía no más, dándole que suene, contraviniendo las tranquilas comodidades del apelativo.