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viernes, 9 de junio de 2017

SELECCIONES DE RAÚL MORALES ÁLVAREZ (PARTE V): "LOS BOLICHES Y LOS NOMBRES"

Cantina de principios del siglo XX, probablemente porteña. Fotografía de Harry Grant Olds hoy perteneciente al archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional. Nótese la chuica o garrafa forrada en mimbre colocada sobre la mesa de los gañanes, a la derecha.
Continúo aquí con la selección de artículos del periodista chileno Raúl Morales Álvarez. Este texto, publicado originalmente en el diario "El Clarín" con el pseudónimo de Sherlock Holmes, pertenece al proyecto editorial "Temporal en Cartagena: antología de Raúl Morales Álvarez", de la Agrupación Cultural El Funye, exclusivamente dispuesta para los lectores de este blog.
A Marcelino Marambio le pegaron con firmeza y con perrera en el bar "Nunca se Supo", de Valparaíso, en El Almendral. La verdad es que él no sabe todavía cómo el iracundo Don Armando Rosca se puso a beber con él, mano a mano, hasta que se armó la gresca en cuya Lotería de puñetes y de tajos, Marcelino sacó todos los números premiados.
El boliche responde con airada exactitud al nombre que posee. Naturalmente, no es el único "Nunca se Supo" que existe en Chile. Hay versiones gemelas en cada pueblo. Todas exigen -lo mismo como suele ocurrir en la porteña- el pulso firme y los ojos muy abiertos para defender el cuero. El que pestañea, pierde.
Pero hay bautizos más curiosos todavía en esta vehemente geografía bebestible del país. La botillería que Alfredo Lieux, el director de radio, tiene en la bastante pecadora calle Eyzaguirre, luce un título preciso sobre las sedientas puertas: "El Cuerpo Malo". Donde comienza Tropezón, frente a la Punta de Diamante, se abre un bar ufano de llamarse "La Tranquilidad". Debe serlo ahora. Pero en mis tiempos sacaban de allí a los fulanos, con las piernas para adelante y anchos ríos rojos sobre el pecho o el vientre. No se molestaban siquiera en llamar a la Asistencia. Simplemente lanzaban los cuerpos a la calle. Y no por ello, la euforia de peligrosos escándalos nocturnos se detenía en el boliche. Seguía no más, dándole que suene, contraviniendo las tranquilas comodidades del apelativo.

lunes, 5 de junio de 2017

EL PUENTE DE LADRILLO: PRIMERO EN LA HISTORIA DEL RÍO MAPOCHO

Coordenadas:  33°25'58.92"S 70°38'55.04"W (ex ubicación del puente)
Acabo de ver una vieja fotografía publicada por el gran buscador de imágenes históricas Alberto Sironvalle, con el hermoso Puente de Palo del río Mapocho, probablemente de 1880. Me sentí tentado a publicar algo sobre ese puente, por lo mismo, pero descubrí en el intento que nada he colgado acá, en 11 años de existencia de este blog, sobre el Puente de Ladrillo, su antecesor... Cronología manda, entonces.
Sucedía que ante la ausencia de cualquier paso seguro en el río Mapocho, en tiempos tempranos de la Colonia, se debía cruzar sus aguas años a lomo de mula o tiros de cuerda y, cuando estuviera más bajo su caudal, por precarias rampas de ramas y piedras acumuladas por los propios vecinos con material de los pedregales de la vega del río, ubicados hacia el lado de la Recoleta.
Esta curiosa separación material entre la ciudad de Santiago y el sector de La Chimba, tenía efectos sociales e identitarios interesantes: incrementaba las sensaciones segregacionistas y los resquemores de los chimberos, como si se tratara de dos reinos diferenciados, al punto de que eran registrados en sus partes de nacimiento como "naturales de La Chimba", cuando el único limite urbano era sólo el río.
Fue entonces y como complemento de las obras del tajamar que ya entonces esbozaba sus paseos, que se habilitó también un primer puente en el río, hecho de arcos con cal, ladrillo y piedra, según autores como René León Echaíz en su volumen de la "Historia de Santiago" referido a la Colonia. Este paso constituyó el primer puente estable que se haya construido sobre el río Mapocho, entonces, anterior incluso a la generación representada por el Puente de Palo y el Puente de Cal y Canto, seguidos del primer Puente de los Carros y del Puente de Ovalle, todos desaparecidos con la canalización del río de 1888.