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sábado, 26 de noviembre de 2016

PÁRPADOS DE PÉTALOS Y MANOS CON ESPINAS: LOS COLORIDOS RECUERDOS SOBRE LA FLORISTA MARÍA "CHIRIGUA" UBEDA

María Ubeda, La Chirigua (1939-2009)
Coordenadas: 33°25'53.83"S 70°39'4.92"W (Pérgola de las Flores Santa María)
Se llamaba María Ubeda, pero la mayoría la reconocía más bien por su alias: La Chirigua. Fue otra de las más antiguas locatarias del barrio de los mercados del río Mapocho y una de las pioneras de la Pérgola Santa María, situada en el lado oriente de avenida La Paz entre Santa María y Artesanos, en el borde del antiguo Barrio La Chimba de nuestra capital.
Ella se ubicaba siempre en el puesto Nº 25 del desaparecido edificio de los años cuarenta, hoy remplazado por cómodas dependencias. Su lugar era un rincón que recibió tras haberle pertenecido a su primer marido. Allí, esta alegre mujer vendió por décadas ramos, coronas y florcitas para los velorios y los cementerios chimberos, dignificando tantas últimas despedidas.
La historia de La Chirigua era mucho, mucho más que este breve resumen, sin embargo. Era en verdad una mujer extraordinaria, una vieja adorable nacida en 1939, hacia los mismos lejanos días en que Francia y Polonia firmaban los preparativos para lo que sería el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su llegada al mundo tuvo lugar en el edificio del "Luna Park", en una residencial que era propietada por uno de sus tíos. Como había ocurrido con otros de los locatarios de las pérgolas, como el querido florista Claudio Soto, la Chirigua vivió en este hotel gran parte de su vida, pero desde temprano debió lidiar con las asperezas del ambiente desafiante y la sacrificada subsistencia, pues sus padres se separaron prácticamente en el momento mismo de nacer ella, debiendo vivir con un papá atrapado por el alcohol y asumiendo responsabilidades de sostén del hogar que no eran propios de una niña de su tierna edad.

jueves, 24 de noviembre de 2016

LA ANIMITA DEL "COLGADO" EXEQUIEL EN UN CRUCE DE TRES TRAGEDIAS EN LAS CONDES

Aspecto y ubicación originales de la animita de Exequiel, en imagen publicada en 1997 por el diario "La Tercera".
Coordenadas: 33°24'59.67"S 70°32'19.19"W
El barrio que se extiende al Este del Parque de las Casas de Apoquindo, identificado como el vecindario de Colón Oriente, es el lado popular de la más bien acomodada comuna de Las Condes, en Santiago de Chile. Precisamente en el cruce de las avenidas Cristóbal Colón y Padre Hurtado Sur, entre esta última y la calle Zapaleri, se abre una plaza con árboles tan viejos como las demás grevilleas y árboles del paraíso visibles en los bandejones y los bordes de estas mismas arterias.
Hablamos de un sector de la ciudad que, por años ya, parece estar siempre condenado a las incomodidades de trabajos para procurarle mejoramientos y remodelaciones. Hace poco se construyó un gran centro comercial en la esquina Norponiente, que espera su hora de inauguración, y actualmente se ejecutan también obras de pavimentación en el perímetro de la plaza y cambios de colectores de aguas lluvias, casi encima de las animitas de las que acá hablaremos.
Las tres casuchitas son, además de la conocida expresión de fe popular manifiesta en el culto animístico, testimonios de tres grades tragedias sucedidas en diferentes períodos en este cruce de avenidas, a tres jóvenes veinteañeros que también residieron por estas mismas calles. Lucen especialmente bellas en las noches, pues parece que atraen gran cantidad de devotos que les encienden velas, no sólo entre los vecinos inmediatos a la esquina.

martes, 15 de noviembre de 2016

LA SUPERLUNA VISTA DESDE EL PANUL, SANTIAGO (13-14 NOVIEMBRE DE 2016)

Oveja muerta bajo la Superluna, en el bosque de El Panul.
 
Coordenadas: 33°32'6.89"S 70°32'4.06"W (entrada a fundos Zabala y El Panul)
Bueno, ya es conocido el fenómeno de la Superluna a nivel de cultura popular, a pesar de que no represente gran cosa para los astrónomos. Los muy cubiertos eventos del 19 de marzo de 2011, 12 de julio de 2014, 10 de agosto de 2014 y el que vino acompañado de eclipse lunar el 27-28 de septiembre de 2015 (la Luna de Sangre), nos tenían bastante preparados y entusiasmados aguardando por el que acaba de suceder, en la noche del 13 al 14 de noviembre de 2016.
También se nos informó desde los medios, apropiadamente, que podía ser el último de nuestras vidas (aunque no con esas palabras), pues no volverá a verse una Luna así hasta el 25 de noviembre de 2034. La de máxima aproximación prevista para el satélite natural tendrá lugar el 6 de diciembre de 2052, pero al menos tendremos una con otro eclipse lunar en octubre de 2033.
Como es usual en estos casos que requieren de cámara fotográfica, mi tocayo Cris me avisó casi encima de la hora de salida de la Luna, el domingo 13, de su deseo de partir a captar imágenes nocturnas en los cerros y bosques del Fundo El Panul. Ya he hablado en otra entrada de este blog sobre estos extraordinarios páramos verdes y paisajes en la precordillera de la comuna de La Florida, en Santiago de Chile, favorito de muchos deportistas, excursionistas y amantes del aire libre en general, a pesar de existir ciertas amenazas para su prístina existencia, en este caso por el hacha de progreso.
Pasadas las 20 horas, faltando aún para nuestra partida, la majestuosa Superluna ya ha asomado con su espectacular resplandor sobre las cumbre de los cerros San Ramón, Punta Damas y Minilla. De inmediato salta a la vista que su tamaño e intensidad de fulgores no son los habituales. Las redes sociales de Internet se han encargado de difundir imágenes de todo el mundo mostrando el singular fenómeno, además.