
Hace poco fue la folklórica Fiesta Religiosa de Cuasimodo, con sus características caravanas de cofradías y feligreses montados en carretas y caballos. Un elemento de esta fiesta nos ha dejado una curiosa expresión en el lenguaje popular chileno.
Sucede que alguien notó alguna vez la parafernalia y accesorios decorativos con que son arreglados los equinos en esta celebración, generalmente con cintas, cortinas, flores, plumas, banderines y cucardas dándoles un aspecto casi de carro alegórico en un pasacalles, y nació así la expresión “más arreglado que caballo de Cuasimodo”.
A esta frase se la invoca cuando algún negocio o apuesta no huele bien, motivando sospechas de “arreglines” entre los involucrados. Hay instancias donde es casi tradición este arreglo bajo cuerdas y a espalda de la honestidad, más grande y evidente que “caballo de Causimodo”: las apuestas de las carreras a la chilena, por ejemplo. Antes era el lucrativo juego de “La Pirámide” (lucrativo para el que estafaba). Algunas operaciones de remates también tiene pésima fama, o ciertas licitaciones realizadas entre productores u organizadores de determinados encuentros.