Vista del Parque Japonés, donde ahora está el Parque Balmaceda, hacia 1940. Imagen de la Casa Foto Mora, publicada en el Flickr de Santiago Nostálgico.
Coordenadas: 33°26'9.84"S 70°37'55.23"W (ex Parque Japonés) 33°25'51.10"S 70°37'27.62"W (nuevos cerezos de 2010)
En julio de 2010, ya casi encima de los festejos centrales del Bicentenario Nacional, fueron inaugurados en el lado oriente del Parque Balmaceda, específicamente en la Plaza de la Aviación, los jardines con 200 cerezos donados por miembros de la comunidad japonesa residente en Chile -la colonia nikkei- con un monolito conmemorativo correspondiente. Las partes se rindieron honores mutuamente, se hicieron los gestos de agradecimiento a la representación nipona y ahí siguen hasta ahora estos arbustos sakuras, símbolo de las fiestas de Hanami en Japón y de gran significación artística en la iconografía de ese país.
Estos ejemplares corresponden al científicamente llamado Prunus serrulata, que puede alcanzar siete u ocho metros de altura. Eso, sin embargo, si esta vez se les permite llegar a adultos y no mueren olvidados como otros muy anteriores que hubo en el mismo parque, pues existe una historia previa e importante sobre esta presencia allí que probablemente nadie se interesaría mucho en contar ya, a pesar de que explica perfectamente el porqué de su presencia en este sitio, el porqué de que sean específicamente cerezos y la verdadera limpieza de culpas pasadas que se han hecho tácitamente con este gesto.
Esta larga historia comienza con la primera mitad del pasado siglo, cuando se inicia una gran migración de ciudadanos japoneses hasta América, alcanzando a nuestro país. Aunque Chile no fue un país de particular concentración de estos inmigrantes, como sí lo fueron -por ejemplo- Brasil y Perú, hubo una cantidad relativa de japoneses en el territorio, instalando pequeños negocios o trabajando en actividades vinculadas al rubro salitrero y comercial. Hacia los días del Primer Centenario, ya existen compañías fundadas o traídas por estos viajeros. Ariel Takeda, dice también en su trabajo "Anecdotario histórico: japoneses chilenos", que entre 1903 y 1914 entraron al país 164 de ellos, principalmente desde países vecinos.
Por entonces, había ciertos vínculos especiales entre ambos países en los extremos del Pacífico, además: a un tratado comercial de 1897, se sumaban relaciones especiales entre sus marinas de guerra, como el contacto entre el Almirante Heihachiro Togo y el Capitán Arturo Prat, la facilitación chilena del crucero "Esmeralda III" a Japón en 1895, que fuera rebautizado "Idzumi".