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domingo, 23 de diciembre de 2012

POETAS Y PLAGIOS: LAS "YAYAS" DE TRES ICONOS CHILENOS

Huidobro, Neruda y Zurita... Quizás unidos por algo más que sólo la poesía.
El plagio es casi una institución en ciertas esferas del mundo del las artes: copiar ideas, conceptos, metáforas, estilos y piezas completas, de forma y de fondo. Una institución a la par que una amenaza, donde hasta productores de best sellers como Dan Brown y J K Rowling han debido soportar acusaciones de este tipo.
Es difícil de precisar, con frecuencia: existen plagiadores profesionales capaces de copiar entera un idea sin repetir una sola palabra o nota de la original, por lo que sólo el plagio burdo y descarado suele ser el más evidente e incuestionable. Tampoco es claro el plagio en su amplitud como falta: muchas veces, se plagian ideas y contenidos generales que se los adjudican para sí otros, mas no la forma; y en contraste, en otras ocasiones se señala erróneamente como plagio a quienes se fundan o inspiran en el trabajo de otros, de manera legítima para sus propias creaciones.
Por desgracia, América Latina parece ser prolífica también en ejemplos y acusaciones similares de copia, parasitismo o apropiación creativa; y Chile, en este caso, tampoco es una excepción: la colección de chismes nacionales transitan desde las bases musicales del grupo "Los Prisioneros" en sus inicios, claramente imitando bandas como los estadounidenses "The Cars", hasta el gran maestro Nicanor Parra recitando el mal llamado "Poema XXI" sin revelar a su público que era de Luis Osnofla Alfonso, difundiéndose así el mito de que corresponde a su autoría. De hecho, se han retirado premios literarios por acusaciones de plagio, y se han eliminado canciones en importantes festivales por el mismo cargo.
En la música y la lírica, sin embargo, las acusaciones y revelaciones de plagios propiamente tales, se estrellan con una resistencia que es comprensible en el ambiente de pasiones y devociones que generan estos y otros géneros del arte, que corren a aferrarse a argumentos como la "inspiración" o la "derivación". Cada cual ve, así lo que quiere ver y hasta el más evidente caso de plagio desvergonzado puede ser susceptible de relativizarse, explicarse y parcializarse con argumentaciones ingeniosas, nacidas únicamente de la angustia y de la negativa a poner en entredicho el prestigio del cuestionado. Uno de los recursos más recurridos para esta licuadora de la abstracción es apelar a la legitimidad de la "intertextualidad" de los creadores, además de exaltar su condición de precursores-pioneros o bien echar mano a la falacia de poner como garantía de honestidad y ética la demostrada creatividad irrefutable del resto de su obra. Incluso sale al baile la cantaleta del instinto de "transgresión" o el "rupturismo".

jueves, 20 de diciembre de 2012

LOS ORÍGENES DEL PESEBRE NAVIDEÑO "CHILENIZADO" Y SU FOLKLORIZACIÓN

Un pesebre de estilo "rural", tradicional chileno (Revista "En Viaje", 1967).
Coordenadas: 33°26'15.31"S 70°39'7.57"W (ubicación del pesebre en la Catedral de Santiago durante Navidad)
Hace algunos años publiqué por estas mismas fechas y en este blog, un resumen de la historia del pesebre universal y de cómo muchos símbolos de naturaleza precristiana e incluso pagana se reflejan en las versiones que se hacen del mismo acá en Chile, al igual que sucede con el pino navideño, como los animales escogidos para la escena del Nacimiento y ciertas tradiciones asociadas al mismo desde sus orígenes por intervención de San Francisco de Asís en las costumbres navideñas.
En la proximidad de esta Navidad 2012, quisiera aprovechar de profundizar un poco más, ahora, en los antecedentes de la "chilenización" del pesebre popular de nuestro país, entendiéndose esto como una folklorización del mismo: su incorporación a las tradiciones de raigambre criolla, por un lado, y la adición a él de elementos que podríamos reconocer como provenientes de esta misma instancia, por otro.
El pesebre "chilenizado", entonces, es aquel que suele ser compuesto y representado con personajes a la usanza más apropiada a la identidad nacional, como sucede con la estética campesina, incluyendo algunos ponchos en los personajes, sobreros tejidos y otros elementos tomados del folklore chileno. La incorporación de esto a veces llega incluso a una especie de ramada pajiza simbolizando el lugar del Nacimiento de Belén, o bien un diseño de elementos reconociblemente campestres y rurales rodeando a la escena y formando parte de la misma. En los casos más audaces se representa el pesebre con influencias de identidades específicas, como huasos, pescadores, mineros o indígenas.
Mucha de aquella tradición pesebrera chilena puede observarse también en el nacimiento navideño que se instala todos los años en la Catedral de Santiago, como veremos más abajo, el principal de los que aparecen en varios otros recintos de la capital donde son montados por estas fechas. Además, sus ancestros deben estar en los primitivos pesebres presentes en tiempos de la Colonia, incluyendo preciosas piezas de colección conservadas en fanales y retablos, como los que están en el Museo del Carmen de Maipú. De alguna manera, entonces, la popularización de estas composiciones de origen religioso y artístico fue adaptándose al folklore artesanal y la identidad criolla, dejando atrás los elementos de mayor refinamiento y lujo.

HAY O NO HAY "MANO"...

“Se da la mano”, “hay buena mano” o simplemente “hay mano” se usa para referirse a si una propuesta o posibilidad es viable y con expectativas reales de éxito. Por el contrario, si “no se da la mano” o “no hay mano” con respecto a una situación o expectativa, ésta es inviable, riesgosa o no vale la pena abordar, por lo tanto, se “pasa” y no se participa.
La expresión ha pegado fuerte en el lenguaje de los chilenos desde hace unas décadas. Entre los viajeros y mochileros, por ejemplo, hay fama de ciertos puntos de la carretera donde es más fácil que “se de la mano” y logren conseguir un aventón; y “veamos si se da la mano” dice otro que, urgido de financiamiento, se encuentra con un conocido y corre a tratar de convencerlo de facilitarle un préstamo. Lo mismo sucede si, con buena persuasión, se consigue una rebaja, una entrada gratis a la disco, una jarra de cerveza a gentileza de la casa o un amigo mártir que se abstiene de beber para llevar a los demás festejados a su casa… En todos estos casos, “se dio la mano”.
Es muy posible que el término provenga de la nomenclatura y del argot de los jugadores de póker: mano se llama allí a la combinación de cartas o naipes ingleses con los que se juega, mientras que la buena mano es aquella que resulta promisoria para apostar y arriesgarse en la vuelta de una partida. Así, si se va a la apuesta, “se muestra la mano”. La mano del póker “se da”, entonces, si cumple con ser buena para asumir tal riesgo (carta más alta, par, doble par, tercia, escala, color, full, póker o escala real), en tanto que “no se da” si es muy baja, numéricamente pobre y cualitativamente insegura para aceptar o subir una apuesta... “No hay mano”, en otras palabras.

lunes, 17 de diciembre de 2012

UN TEMPORAL DESCENSO PARA LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN EN LA CATEDRAL METROPOLITANA

Detalle de la Asunción de la Virgen María, hacia 1915.
Coordenadas: 33°26'15.31"S 70°39'4.78"W (ubicación histórica) 33°26'15.49"S 70°39'8.47"W (ubicación temporal actual)
Somos una generación, primera después de un siglo, que tendrá la oportunidad de ver y tocar la colosal imagen de la Asunción de la Virgen que pasó toda la centuria pasada y parte de la actual arriba de la Catedral de Santiago, templo consagrado a ella. Se la halló en todo este tiempo coronando el frontón central de su fachada hacia la Plaza de Armas, apareciendo en todas las fotografías turísticas y postales del templo hasta el fatídico Terremoto de 2010, que puso en peligro su aparentemente sólida estabilidad y resistencia.
Como no todos están al tanto de que está desmontada, descendida a nuestro suelo profano y actualmente en exhibición con gran cantidad de información sobre la misma, recomiendo ir a admirar esta magnífica y artística figura al alcance del tacto, por ahora dispuesta atrás del templo y a un costado, más cerca de sus puertas traseras (calle Bandera), esperando la hora de su regreso a las alturas del mismo edificio. Algunos devotos ya ha comenzado a llevarle flores e ir a orar a sus pies, sintiendo el impulso irresistible de la fe popular.
La hermosa figura es de fabricación italiana y fue solicitada para los últimos trabajos de remodelación del templo que serían realizados por el arquitecto Ignacio Cremonesi (también italiano) entre 1898 y 1906, los que le dieron el aspecto definitivo al edificio. Tras llegar a Chile la imagen, se la colocó al centro de la fachada por representar la entidad para la cual estaba consagrado el templo, pero fue acompañada en este frente por otras dos imágenes: El Apóstol Santiago (patrono de la ciudad) a la izquierda y Santa Rosa de Lima (patrona del Nuevo Mundo) a la derecha. Ambas son más pequeñas que la figura mariana y se ubican en posiciones más bajas que la suya.

jueves, 13 de diciembre de 2012

AQUELLO QUE ES "MULA": EL ORIGEN DE UN CONCEPTO



Fuente imagen: www.fotolog.com/chapame_biemm
La mula o mulo es una cruza entre una yegua (hembra del caballo) y el burro o asno (macho). Su nombre proviene del latín mulus, para señalar a cualquier híbrido, mezcla de especies distintas. Al igual que el burdégano (que resulta de la unión de un caballo con una burra) es un animal estéril en la mayoría de los casos, razón por la que en ciertas épocas se hablaba peyorativamente de las mujeres que no podían procrear hijos como “mulas”, nombre que en países caribeños se ha dado también a los homosexuales.
Son buenas para la carga y en ciertas etapas de crecimiento antes de llegar a la adultez, las mulas pueden resultar parecidas a una hembra de burro, razón por la que, supuestamente, hubo un tiempo en que algunos inescrupulosos las vendían a inexpertos como si fuese realmente una burrita, quienes la compraban creyendo adquirir un animal de carga y también reproductor. También las metían entre los rebaños de caballos jóvenes en las ventas por lote, estafa que el engañado comprador descubría sólo después de la adquidición en los remates de campos y ranchos. De ahí provendría también “meter la mula” o “vender la mula”, que era muy popular en la tradición oral de los campos chilenos, pero también en territorio platense, donde se hizo sinónimo de mentira.