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lunes, 19 de noviembre de 2012

EL INVERNADERO FRANCÉS DE LA QUINTA NORMAL: AGUARDANDO POR EL REGRESO DE SUS JARDINES FLORALES

El invernadero cuando aún estaba en buen estado (fuente imagen: invernadero-quintanormal.cl).
Coordenadas: 33°26'35.09"S 70°40'52.32"W
Una tierna y hambrienta gatita abandonada vive dentro del antes fastuoso y elegante edificio del Invernadero de la Quinta Normal, parque en el que se constituía como todo un símbolo y una imagen característica de antiguos paseos. Pasando sus malos días en la cúpula central, el animalito parece ser uno de los últimos seres vivos en este maravilloso lugar, ayer rebosante de verdor, de flores y de un verdadero homenaje a la poesía botánica, en sus cerca de 60 metros de longitud y más de 500 metros cuadrados de superficie, pero ahora ruinoso y torturado por esos recuerdos que contrastan con su deplorable realidad a espaldas del ex Palacio de la Exposición, hoy sede del Museo Nacional de Historia Natural.
El Invernadero de la Quinta Normal, por ahora uno de los más penosos y somnolientos Monumentos Históricos de Chile, fue habilitado para el Jardín Botánico Nacional en el sector Sur-Oriente del parque, hacia el lado de la conjunción de las avenidas Matucana con Portales, en la calle interior René Le Feuvre número 249, justo atrás del ex Instituto Agronómico de la Universidad de Chile, hoy edificio del Museo de Arte Contemporáneo.
Algunos indican que fue el naturalista alemán Rudolf Amandus Philippi quien habría dirigido la instalación, con la intención de disponer de un recinto que sirviera para albergar, estudiar y exponer especies botánicas que no podrían conservarse de otra forma bajo el clima de Santiago, aunque veremos que fue en realidad su hijo Friedrich. Se recordará, además, que el Parque de la Quinta Normal de Agricultura había sido construido entre 1838 y 1841, trabajos en los que participó el sabio francés Claudio Gay creando un bello jardín con plantas exóticas, primero de carácter botánico y expositivo allí en el terreno.

lunes, 12 de noviembre de 2012

CANUT DE BON, EL PRIMER “CANUTO”

(Retrato en base a imagen de protestantedigital.com)
Hace más de un siglo ya que los evangélicos y, en general, los protestantes chilenos son llamados popularmente “canutos”, algunos de ellos asumiéndolo con más gracia y buen humor que otros. El mote incluye impropiamente a los metodistas, como protestantes. A su vez, a veces se les llama así en forma cariñosa, también, pero en otras con connotación claramente peyorativa.
¿De dónde viene semejante motete, que en otros lados es sinónimo de cigarrillo artesanal, "pito" de marihuana, cambucho o tubo? Varios conocen esta pintoresca historia.
La explicación está en el apellido del Reverendo Juan Bautista Canut de Bon Gil (1846-1896), ilustre predicador español venido a Chile hacia 1871, donde formó familia convertido al protestantismo y dejando una enorme y perdurable huella en la historia del ejercicio religioso dentro de nuestro país. El predicador también fue patriarca de su prolífica dinastía familiar en Chile: padre de los bohemios artistas Barack y Carlos Canut de Bon, y abuelo del escritor, poeta y músico Sergio Canut de Bon.
Juan Canut de Bon, valenciano de nacimiento pero al parecer de una familia de origen danés relacionada con Cataluña, se había formado inicialmente en la religión católica postulando incluso a seminarista jesuita en su patria. Pero hacia los años que coinciden con los albores de la Guerra del Pacífico, comienza a adoptar el credo evangélico con gran convicción, inspirado en la actividad predicadora de William Taylor, a quien asistiera en estas labores en Santiago. Taylor había predicado en Asia, África y Europa, por lo que su obra y sus aventuras fascinaron al joven seguidor. Así, Canut de Bon se vincula así a la Iglesia Metodista dedicándose a difundir con enorme entusiasmo y energía la fe en algunas ciudades del Norte Chico y de la zona Sur del país, además de asumir roles que lo relacionan con el ejercicio de la educación.

martes, 6 de noviembre de 2012

LOS RESTOS SUFRIENTES DE LA EX ESTACIÓN YUNGAY

La Estación Yungay, tal como lucía en los años en que estuvo operativa.
Coordenadas: 33°25'37.59"S 70°40'43.85"W (principal) - 33°25'28.54"S 70°41'5.74"W (cabina Norte) - 33°25'48.52"S 70°40'52.85"W (cabina Sur)
Pocos recuerdan a qué corresponde el zócalo en ruinas que se encuentra al final de la avenida Balmaceda justo en el cruce con Carrascal, donde comienza la curva de los orígenes de Matucana a escasa distancia del río Mapocho. El desierto y condenado primer piso en ruinas con un acceso en arco al igual que sus cuatro vanos-ventanas al frente, más otras laterales, es todo lo que queda para la memoria de la ciudad de un edificio que antes tuvo dos niveles y un tercero a modo de mirador, con estilo elegante y afrancesado. Sólo algunas familias y perros abandonados rondan por allí ahora, entre escombros, pastos secos y escalinatas subiendo hacia ninguna parte.
Estos restos pertenecen a la alguna vez conocida y activa Estación Yungay, servicio situado en este trayecto del tren urbano desde mucho antes de la propia construcción de la propia Estación Mapocho, más al oriente. Este sector de la ciudad, a su vez, se halla en los terrenos que alguna vez pertenecieron a la Chacra o Llanito de Portales, donde comenzó a crecer el connotado Barrio Yungay, recibiendo este nombre en 1839, en el actual límite de la comuna de Santiago con la de Quinta Normal. Más hacia el poniente estaba el territorio chacarero y arrabalero de Chuchunco.