_____________________

_____________________

jueves, 15 de marzo de 2012

CUANDO ABUNDABAN EN SANTIAGO LAS CASAS-PILARES DE ESQUINA

Fotografía de una casa-pilar. No sabemos si corresponde a La Chimba (probablemente la ex Posada de la Cañadilla) o a la casona del mismo estilo que estuvo ubicada en Alameda con Lastarria, ya convertida en tienda de abarrotes, en el momento en que era adoquinada la avenida. Se observa su estupendo pilar esquinero, en el acceso principal del edificio.

En este artículo, que también usé por base para la presentación de un texto publicado el año 2010 por Memoria Chilena para el ciclo "Artículos para el Bicentenario", abordaré de manera general este interesante tema sobre una característica de la arquitectura de origen colonial en Santiago de Chile: casos famosos de casonas antiguas con el notable detalle de los pilares de esquina, maravillas que prácticamente han desaparecido ya del paisaje urbano de nuestra capital a pesar de que fueron muy abundantes en los tiempos coloniales de la Zona Central.
Tales columnas de vértices en las cuadras antiguas eran un elemento que estaba presente con singular frecuencia, especialmente entre los siglos XVIII y XIX. Algunas eran de troncos gruesos labrados con formas decorativas; la mayoría, sin embargo, eran de concreto o roca tallada, pues tenían por función soportar el peso de la estructura superior del vértice de las casonas, frecuentemente con segundo piso, sin perturbar el tránsito de los peatones por abajo. También servían para un aprovechamiento particular del espacio en las esquinas sin sacrificar el área construida de la casa que las ocupaba.

CONTRASTE DE ÉPOCAS EN LA HISTORIA DE LOS BURDELES CLÁSICOS DE SANTIAGO

“Se arrancaron con el piano / Que tenía la Carlina / Le echan la culpa a la Lolo / También a la Lechuguina // Cómo lo cargarían / Si no es vihuela / Dijo la Nena el Banjo / Con la Chabela” (Cueca “Se arrancaron con el piano”, de Nano Núñez y “Los Chileneros”)
Este texto me sirvió de base a la presentación del artículo titulado "Apuntes sobre la Edad Dorada vs. la Edad Oscura de la clásicas 'casas de remolienda' de Santiago", publicado el año 2010 por Memoria Chile en su ciclo "Artículos para el Bicentenario". Creo que ha sido uno de los temas que más atracción y curiosidad ha producido a los lectores de este blog, así que también lo dejaré disponible acá para quien quiera conocer un poco más sobre el asunto.
Como he dicho en varias ocasiones, hubo una época en que las casas de huifa, de remolienda o de “tolerancia” (como se les llamó eufemísticamente, incluso en la legislación) fueron parte importante de la historia popular de la ciudad de Santiago alcanzando ciertos aspectos de folklore y costumbrismo que no siempre son visualizados ni reconocidos. Para bien o para mal, los lupanares conformaron y concentraron aspectos de la vida social que el tiempo y los escrúpulos se han encargado de ir ignorando hasta relegarlos al claroscuro, cuando no negándolos en forma casi absoluta.
Sin embargo, esta época que tanto sonroja tiene un período de actividad que equivale a su época dorada en Chile, tanto por la idealización de la misma como por la imagen "romántica" que le construyeron quienes la vivieron de cerca. Poco se ha explorado la relevancia de estos antiguos burdeles de Santiago en la formación del imaginario popular y en el valor que tenían en la vida del roto urbano, pero alcanzando a todos estratos sociales en general. Tampoco ha sido un gran tema de atención su importancia en la estructura social de los barrios de la capital, ahora convertidos más bien en un recuerdo vergonzoso o una extravagancia que el tiempo ha superado.
Veré si aquí puedo hacer un pequeño aporte a esta parte de nuestra historia, que hasta ahora ha sido abordada casi exclusivamente desde el ángulo del análisis sociológico retrospectivo, por lo que, prácticamente, pende desde el frágil hilo de la tradición oral sobre el abismo oscuro de la total desaparición en el conocimiento.

miércoles, 14 de marzo de 2012

TRES TOCORNALES, UNA CALLE Y UN VINO

Existen algunas confusiones con el nombre de la calle Tocornal. En algunas partes, es llamada "Manuel Antonio Tocornal". Pero, en otros tramos, se la llama simplemente como "Tocornal", incluso en la señalética. En algunos mapas, aparece el tramo Sur de la calle sólo con el apellido, a pesar de que este cartel, en el cruce con Maule, muestra el nombre completo. En los mapas de Santiago de los años veinte, constatamos que aparece señalada enteramente sólo como "Tocornal", a secas.
Hace tiempo había querido redactar una entrada sobre "los tres Tocornales" (abuelo, padre e hijo) y la calle homónima que cruza con interrupciones el vecindario de Matta y Barrio Matadero, pero por limitaciones de tiempo me permitiré tomar sólo unas biografías ya publicadas para complementarlas con algunas anotaciones y fotografías que conservo como registros de caminatas por estos viejos barrios que fueron parte de mi juventud en le Liceo Manuel Barros Borgoño.
A muchos, quizás el nombre de Tocornal sólo les evoque a uno de los más populares vinos (especialmente la caja de tinto) que se han vendido en nuestro país, alusivo a don Ismael Tocornal Tocornal, el nieto en estas tres generaciones. Y aunque la calle está dedicada a su padre don Manuel Antonio Tocornal Grez, creo injusto no aprovechar de recordar también la obra del padre de éste y abuelo del anterior, don Joaquín Tocornal Jiménez, cuya obra y valor histórico prácticamente han sido olvidados por los discursos oficiales, y por cuya memoria hay sólo modestos casos, como el de una calle en la comuna de La Florida, cerca de Vicuña Mackenna con avenida San José de la Estrella.
En fin: procedamos a ver algo sobre cada uno de ellos y su respectiva obra, calles y vinos.

ALGO SOBRE LA CASONA SÁNCHEZ FONTECILLA DE LA CALLE AGUSTINAS

Coordenadas: 33°26'26.87"S 70°39'1.58"W (aprox.)
Una magnífica casona colonial de un piso y de generoso terreno solar, existió en el tramo de la calle de las Agustinas ubicadas entre Ahumada y Estado, por ahí cerca de donde está actualmente el pasaje Matías Cousiño, en la mitad poniente de la cuadra. Tenía un estupendo pórtico de entrada, además de un patio solar y amplios techos tejados. Sobreviven algunas imágenes, fundamentalmente de su imponente portalón de roca tallada de acceso, sobre el cual estaba el orgulloso escudo familiar de sus aristocráticos primeros dueños.
La arquitectura colonial chilena tuvo muchos rasgos propios, a diferencia de lo que ciertos autores han propuesto al creer que todo se reducía fundamentalmente a la influencia del Virreinato del Perú, más colaboraciones de inmigrantes europeos. La verdad es que los estilos se adaptan y modifican mucho de acuerdo a los materiales disponibles y los recursos. Así, revisando la arquitectura de los siglos XVII y XVIII, se advierte la presencia de rasgos muy característicos y propios de la urbanística de Chile, algo así como un ordenamiento estilístico que se ha perdido al avanzar la modernidad.

UN ACÁPITE SOBRE LA ESTÉTICA AFRANCESADA DEL SANTIAGO CLÁSICO

Intendente Benjamín Vicuña Mackenna.
Ya he hablado antes acá de la influencia de las casas artísticas francesas sobre la producción de piezas ornamentales en Santiago de Chile, particularmente del caso relativo a la famosa fundición Val d'Osne, a la que ya dediqué una entrada. También debe considerarse la relevancia de las piezas de otras casas de metalurgia artística francesa, como las fuentes de la compañía Ducell et Fils, entre otros ejemplos.
Es frecuente escuchar de algunos críticos, al respecto, que la presencia de las obras de Val d'Osné o Ducell et Fils en países como Chile, Argentina o Brasil, además de estilos arquitectónicos o urbanísticos de evidente influencia parisina en sus grandes ciudades, forman parte de un proceso de sencilla y vulgar imitación de la visión europea sobre la estética urbana, especialmente la francesa y a veces recalcándose que esto iría en desmedro de la identidad local de las urbes.
Tengo mis observaciones a este juicio, sin embargo, aunque me ponen de punta con los críticos defensores a ultranza de tal idea que, en mi opinión, merece algunos matices, pues la suposición base en este caso es que, al tener como referencia de emulación a ciudades como París o Londres, las capitales hispanoamericanas habrían optado voluntaria y deliberadamente por hacerse semejantes a ellas en arquitectura, artes, ornamentación y fontanería pública como forma de sintonizarse con el modelo general europeo, que era seguido como rasgo de modernidad fácil y de progreso "oficial", en desmedro de factores propios de identidad cultural. Se habla incluso, a modo de cargo histórico, de que se pretendía aspirar a "ser europeo" por esta vía de imitación estética y formal.
Para sostener estas interpretaciones tan radicales, por supuesto, se empieza citando las explícitas y altisonantes declaraciones dadas por el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna, uno de los grandes gestores de esta tendencia a la "evolución dirigida" en el desarrollo urbanístico nacional, sobre su interés de convertir a Santiago "en el París de Sudamérica"; o bien se recuerda la cantidad de ornamentos de origen francés reunidos en estudios notables como la obra "Arte de la Fundición Francesa en Chile". La arquitectura dominante en palacios santiaguinos, en el Teatro Municipal, en la Quinta Normal e innumerables otros ejemplos, también sería demostración de esto, y por momentos se hace imposible discutir lo contrario.

martes, 13 de marzo de 2012

LA HISTORIA DEL "YAGÁN": EL PRIMER Y ÚNICO "AUTOMÓVIL DEL PUEBLO" EN CHILE

Fuente imagen: sindramas.com
Éste artículo fue el texto base del que presenté para el ciclo de "Artículos para el Bicentenario" de Memoria Chilena, el año 2010, siendo el primero en ser publicado por el portal de todos los seleccionados. Por eso le tengo especial cariño y quería traerlo de vuelta una última vez para que quede disponible en este blog, a cualquiera que se interese por el tema.
Parto recordando que la única experiencia de auténtica producción-fabricación automotriz en la historia industrial chilena, el "Yagán" -descartando experimentos anteriores de mera armaduría o copia- fue tan extraña como efímera: una curiosidad que se vio condenada a la muerte rápida, convirtiéndose en un recuerdo de extravagancia que, sin embargo, raspó su breve historia sobre las lindes de la poesía, generando así su propia leyenda cargada de nostalgias y romanticismos que sólo ahora han sido redescubiertos y revalorados por la sociedad chilena, quizás a consecuencia del contexto de retrospección bicentenaria que vivimos hace poco.
La corta pero intensa historia del "Yagán" comenzó hacia 1970, cuando el Ministro de Economía don Pedro Vuskovic, durante el Gobierno de Salvador Allende, propuso fabricar dentro de Chile un automóvil de orientación económica que pudiera satisfacer las carencias del mercado y que estuviese concebido con un sentido altamente utilitario. No existía una experiencia anterior de estas características, así que gran parte del novedoso proyecto se hizo sobre la incertidumbre y la improvisación.
Para tomar semejante desafío, la famosa casa automotriz francesa Citroën se alió a la Corporación de Fomento de Chile, en el consorcio CORFO-Citroën, presentando el proyecto que resultaría elegido por el Gobierno: un producto de bajísimo costo y extraordinariamente sencillo, además de pequeño tamaño. El mismo proyecto establecía como restricción que cada automóvil no costara más de 250 dólares en su fabricación. Y, por disposición de la autoridad, también se exigía que más de la mitad de las piezas utilizadas en la fabricación del vehículo fueran de origen chileno, para garantizar así la auténtica nacionalidad de esta nueva línea.

PLAZA DE LAS COLUMNATAS DEL CEMENTERIO: EX CABALLERIZAS DE GUERRA EN LA AVENIDA DE LA PAZ

Vista antigua de la plaza, hacia 1930.
Coordenadas: 33°25'5.27"S 70°39'0.81"W
Santiago es una ciudad que desprecia los espacios abiertos y las explanadas. Es como si nos invadiera la ira y la compulsión por arrojar cemento y hormigón a todo lo que esté por debajo de la altura de un segundo piso. Nuestras ilustres autoridades políticas hasta destruyeron el Aeropuerto los Cerrillos en este afán incomprensible que tanto gusta a las empresas inmobiliarias, excusándose en abrirle paso a otro de los monstruosos proyectos "bicentenarios" eventualmente fracasados.
Santiago sería un lugar más bello si contara con más espacios abiertos como el de Plaza la Paz, al final de la avenida homónima y a las puertas del principal cementerio de nuestro país en la ex avenida del Panteón (después, La Unión-Profesor Zañartu), verdadera maravilla histórica que rodea con su hemiciclo el monumento que se había trasladado desde la antigua fosa del cementerio en donde fueran sepultadas las víctimas del incendio de la Compañía de Jesús en 1863 y que, según se ha dicho en la creencia popular, podrían estar hoy bajo la misma estatua de homenaje a los infortunados que encontraron la muerte en esa catástrofe, aunque otra versión más confiable asegura que dicho foso sigue aún dentro del cementerio, en un lugar donde pasó provisoriamente el mismo monumento allí visible y luego de ser sacado de su sitio original en el ex Congreso Nacional.
La construcción del hemiciclo hoy visible, hacia 1870-1875, incluyó los antiguos arcos de enladrillados se extienden alrededor de la plaza como una medialuna, cortada sólo por la avenida La Paz en su desembocadura, calle que fue abierta recién a principios del siglo siguiente y sobre una vía anterior más corta, llamada Calle del Cementerio. En su tiempo, se las llamaban también Caballerizas de O'Higgins pues, originalmente, los espacios del contorno correspondían a establos, los mismos que ocupó en Santiago el glorioso Regimiento 7º de Línea, el famosísimo "Esmeralda" renacido en mayo de 1879 con el masivo reclutamiento voluntario de civiles tras el Combate Naval de Iquique, en plena Guerra del Pacífico. 
Tras la contienda del Norte, los integrantes del regimiento tuvieron allí en el sector sus caballerizas entre todos estos arcos y columnas de ladrillo. Por eso fue denominada también Plaza de las Columnatas o, simplemente, como el Hemiciclo de La Paz cuando dicha forma de medio círculo fue construido hacia 1870 o poco después, reemplazando a las viejas instalaciones.

UN HITO EN EL POBLAMIENTO DE LOS BARRIOS DE LA AVENIDA IRARRÁZAVAL

Aviso de venta de terrenos, del 20 de diciembre de 1914.
Antes llamada como el Camino a Ñuñoa, la actual avenida Irarrázaval lleva este nombre en homenaje a don José Manuel Yrarrázaval, Ministro de Interior que firmó el decreto de creación de la comuna de Ñuñoa en 1891. Su poblamiento ha sido gradual, asimilando antiguas chacras y quintas, creciendo al mismo ritmo en que la ciudad de Santiago se ha ido desbordando de sí misma, algo que se refleja en la arquitectura de muchos de sus barrios, como dando testimonio de los períodos en que surgen y se consolidan.

Precisamente en aquellos años, las obras públicas habían permitido ampliar la urbanización de la ciudad hacia el oriente, hasta entonces accesibles sólo por este Camino de Ñuñoa y el Camino de Las Condes, que coincide con la actual avenida Providencia. Las villas y poblaciones que podríamos considerar como de características más "modernas" comienzan a aparecer hacia 1894, aunque su aspecto era todavía muy rústico, no más distintas de una aldea o caserío. A la sazón, la densidad poblacional en toda esta comuna de chacras y fundos continuaba siendo bajísima, rondando los 1.200 habitantes. Sin embargo, estaba en notable crecimiento que se aceleraría en los años siguientes: para 1902, los pobladores de la comuna ya superaban las 7.500 almas.

LO QUE QUEDA DE UN VIEJO HOMENAJE DE LA CIUDAD A LOS PIONEROS DE LA IMPRENTA

Vista de la plazoleta original, en la Alameda de las Delicias, con las cuatro figuras.
Coordenadas: 33°26'49.45"S 70°39'51.15"W (antes, aprox.) - 33°26'20.19"S 70°38'37.71"W (actual)
La vida de las estatuas en Chile es inquieta y agitada, de lo menos parecida al estado estático y monolítico, como buen país cuya conciencia ha sido formada por el terremoto, el aluvión y la costumbre de perderlo todo en segundos. Las inauguran, las cambian de lado, las reestablecen, las sacan otra vez para el avance del "progreso"; las mandan a juicio, pasan a bodegas y se las roban; las echan al olvido y después, reaparecen erigidas en otro lado que no tiene relación con el original. Es decir, en Chile las estatuas caminan, como decía en tono sarcástico un ex profesor de publicidad de mi educación superior.
Pues esta misma aventura errante tuvieron que vivirla por la ciudad dos estatuas de gran valor histórico, que hoy están instaladas a ambos lados de la entrada del acceso poniente del ascensor panorámico en el Cerro Santa Lucía, aquél que da por el lado Castillo Hidalgo. Corresponden a las figuras de los pioneros de la imprenta occidental Johannes Gutenberg y Johann Fust, aunque quizás pocos se detengan a mirarlas.

lunes, 12 de marzo de 2012

LA CASA-ALTILLO DESDE DONDE EL CORREGIDOR ZAÑARTU VIGILÓ LA CONSTRUCCIÓN DEL CAL Y CANTO

Casa del Corregidor Zañartu. Todavía estaba en pie en la década del veinte.
Coordenadas: 33°25'59.97"S 70°39'7.92"W
Por cerca de un siglo y medio, existía en la calle del Puente, allí de frente a la ribera del Mapocho, una sencilla pero hermosa casona colonial desde cuyo altillo, supuestamente, el famoso Corregidor Manuel Luis de Zañartu vigiló pacientemente la construcción del Puente de Cal y Canto, su magna obra ante la historia, precisamente por allí donde hoy se encuentra el Puente La Paz. Esta histórica construcción, simple y modesta, no sobrevivió a la modernidad, pese a haber sido una reliquia y un testimonio histórico de uno de los episodios más importantes de nuestra ciudad de Santiago.
Por razones varias, que van entre su fuerte carácter personal y su acento en las obras públicas, Zañartu fue el corregidor más famoso de los que tuvo Santiago de Chile, ciudad a la que llegó desde España hacia el año 1730, dedicándose inicialmente al comercio. Cascarrabias, de carácter agresivo, moralista y enemigo acérrimo de la delincuencia y la criminalidad, tuvo cierta atracción desde temprano por los terrenos de La Chimba, pese al abismo social que lo separaba de esos vecindarios.
Además de su casa en la Plazoleta de la Merced, adquirió una quinta en la llamada Cañadilla, hoy avenida Independencia, ocupada por barrios muy populares y bravos. Con esto, y como comentara Justo Abel Rosales, Zañartu fue "el más rico propietario al norte del Mapocho". Así, su vida tenía vinculación con los barrios que crecieron en las riberas del río al momento de asumir el cargo de Corregidor y Justicia Mayor de Santiago, en 1762.
Fue su iniciativa levantar el Monasterio del Carmen de San Rafael, precisamente en la Cañadilla, hacia 1770. Tras fallecer su esposa María de Carmen Errázuriz y enclaustrar a sus hijas Teresa de Jesús y María Dolores en el convento, Zañartu se quedó viviendo solo, lo que parece haberlo vuelto todavía más huraño y adusto, haciéndose casi un ermitaño insoportable. También había hipotecado toda su fortuna en la creación y mantenimiento del monasterio, incluyendo su quinta ubicada casi desde el borde del río hacia el Norte, hasta calle Cruz, en todo el terreno que, años después, pasaría a ser la llamada Población el Arenal y Ovalle.

SEMBLANZA HISTÓRICA DE LA CASA DE LA CULTURA DE ÑUÑOA

Antigua imagen de la mansión, publicada en la revista "En Viaje" de 1961.
Coordenadas: 33°27'23.47"S 70°35'14.89"W
Debe ser una de los centros y casas culturales más bellos que existen en Santiago, aunque el crecimiento de la ciudad ha reducido la mayor parte de sus enormes jardines y patios, flanqueándola por todos los costados.
Tuve oportunidad de conocerla en todos sus rincones, por primera vez, hacia mediados de los años noventas, cuando formé parte de un taller de extensión de mi ex Universidad, al que se le encargó la organización de ciertas exposiciones dentro del recinto. La recuerdo con algunas diferencias, aunque igual de elegante, aristocrática y refinada que ahora, ideal para albergar a la cultura.
Su origen se encuentra en 1859, cuando el rico empresario minero Luis Gregorio Ossa y Cerda, que había amasado fortuna con la explotación de plata y nitraros en los desiertos nortinos, compró un enorme campo en los entonces terrenos rurales de la zona metropolitana, llamada Chacra San Nicolás, y ordenó inmediatamente que se levantara en ella esta residencia señorial de dos pisos, para que fuese su mansión de agrado y reposo.

domingo, 11 de marzo de 2012

LAS FUENTE DE LAS TRES GRACIAS EN EL PASAJE MATÍAS COUSIÑO

Coordenadas: 33°26'32.29"S 70°38'59.15"W
Esta magnífica fontana está un poco escondida dentro del plano urbano de Santiago, allí en pasaje Matías Cousiño. Pero, aún así, es reconocible por ser una de las más bellas y artísticas fuentes que existen en nuestra ciudad. Se sitúa casi al frente del actual local de la famosa cadena de pollos fritos "Tarragona", y a un lado del popular "Bar Nacional Nº 3", instalado en el espacio que ocupó por años la desaparecida "Librería Nacional" de este pasaje por el que circulan miles de personas diariamente, a espaldas del edificio Santiago Centro.
Ya hemos hablado hace poco de las Fuentes de las Tres Gracias que estaban frente al Palacio de la Moneda y que hoy se encuentran en el pasaje de La Bolsa, ambas piletas de fabricación francesa con sello de la compañía J. J. Ducel. Sin embargo, la de Matías Cousiño, fabricada por la compañía competidora Val d'Osné (a la que se fusionó la Ducel, más tarde), es notoriamente más ornamentada y casi barroca en su nivel de detallismo estético y decoración, abundante en iconografía romántica y clásica.

sábado, 10 de marzo de 2012

LOS CUATRO (AHORA TRES) FAROS-PUERTOS: UN SIMBOLO INDEPENDENTISTA EN LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN

Columna de la esquina Norte-Poniente (Agustinas con Teatinos)
Coordenadas: 33°26'31.77"S 70°39'16.37"W (S.O.) - 33°26'28.30"S 70°39'17.41"W (N.O.) - 33°26'28.08"S 70°39'12.91"W (N.E.) - 33°26'31.72"S 70°39'12.17"W (S.E., ya desaparecido)
Tras la demolición del antiguo edificio del Ministerio de Guerra y Marina, al frente de la entrada Norte del Palacio de la Moneda, el área de la actual Plaza de la Constitución quedó convertida desde los años cuarenta en un caótico y horrible estacionamiento de vehículos, principalmente de funcionarios fiscales.
Para muchos, nada justificaba la destrucción del antiguo Barrio Cívico para semejante habilitación de un vulgar aparcadero. Hasta se ha dicho, alguna vez, que el resultado era muy diferente a las intenciones que habría tenido en verdad el Presidente Carlos Ibáñez del Campo proyectando la transformación de esta parte de la ciudad, hacia 1930, para construirle lo que en realidad debía ser una explanada al palacio presidencial, considerando la elevación de edificios de cierta altura que comenzaron a rodear la cuadra, como el Ministerio de Hacienda, el Diario La Nación y la Torre del Seguro Obrero.
Recibió varios nombres en este período: Plaza Portales (por la estatua que existe del Ministro en este sitio), Plaza de la Moneda y, por supuesto, Plaza de la Constitución. Un proyecto de columnatas en forma de "U" rodeando el contorno de la plaza (parecido al de las ex caballerizas de la Plaza de Avenida La Paz, frente al Cementerio General) nunca fue concluido, colocándose en su lugar algunos de los árboles que todavía pueden encontrarse.

jueves, 8 de marzo de 2012

¿Y EL ACUEDUCTO ROMANO DEL CERRO SANTA LUCÍA?

Imagen de 1874, con el Acueducto Romano arriba y al centro. Se observan sus hermosos dos niveles de arcos y un tercero de almenas, abundantemente decorado con estatuas y cántaros de fabricación francesa.
Coordenadas: 33°26'27.63"S 70°38'38.79"W
Para muchos, el Acueducto Romano fue la construcción más bella y atractiva de todo el Cerro Santa Lucía, después de su Ermita. Su diseño estaba evidentemente inspirado en las magníficas estructuras de este tipo provenientes del mundo clásico, como el célebre Acueducto de Segovia. Cuando se lo inauguró en 1874, luego de los trabajos de remodelación del cerro encargados por el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna, se observaba como una imponente arquería de ladrillo finamente decorada con estatuas y jarrones europeos.
La historia del Acueducto Romano del Santa Lucía está ligada a otros dos elementos de gran valor en el paseo del cerro, como es la Portada del Escudo Español y la llamada Subida de las Niñas, a las que dedicaré artículos propios en el futuro. El acueducto formaba parte de este complejo, que se encuentra por el lado Sur-Poniente del cerro y permite el acceso a la actual Terraza Caupolicán desde el nivel del paseo que sale de la Fuente Neptuno.

EL DULCE NOMBRE DE MARÍA EN LA AMARGURA DE CALLE CARMEN

El templo hacia el 1900, aproximadamente.
Coordenadas: 33°26'44.70"S 70°38'33.17"W
El tiempo ha ido amargando a esta conocida y popular calle del Centro de Santiago: la delincuencia, los vandalismos "artísticos" y la destrucción de parte del barrio para levantar nuevas edificaciones, son algunos de los males que acongojan a estas primeras cuadras desde la Alameda Bernardo O'Higgins hacia el Sur. Ello sin contar las atroces destrucciones deliberadas de patrimonio arquitectónico, que se han cometido por el bien de los sagrados atochamientos, la contaminación y la saturación vehicular de una ciudad colapsada.
Así pues, se botaron joyas de edificios históricos santiaguinos para hacer esa extraña entrada que hoy liga por arriba y por debajo del nivel de la calle a la Alameda con Carmen y Diagonal Paraguay, al frente del cerro Santa Lucía. Amargura casi urticante a la vista. El terremoto del 27 de febrero de 2010 ha causado algunas grandes huellas adicionales a toda esta calamidad.
Suerte que aún le queda esta pequeña "dulzura" en su arquitectura centenaria; blanca, impecable y con un estilo de base neogótica, aunque también marcada por el último terremoto: la Iglesia del Dulce Nombre de María, afortunadamente sigue en pie y en bastante buen estado después de todo, allí en Carmen 160, en la esquina con Curicó y a un lado del Instituto Comercial Blas Cañas, que lleva el nombre del Presbítero fundador de la casa religiosas hasta hoy administrada por las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia.

CARLOS PEZOA VÉLIZ: EL POETA SOBRE SU ESTRELLA FUGAZ

Si Carlos Pezoa Véliz hubiese llegado a la adultez y superado la barrera de los treinta años, probablemente habría sido merecedor del Premio Nacional de Literatura, pues muchos de su generación y de sus propios círculos intelectuales resultaron galardonados: Augusto D'Halmar, Víctor Domingo Silva, Samuel Lillo Figueroa, por ejemplo. De hecho, en las fotografías que sobreviven de Pezoa Véliz, suele aparecer siempre con algunos de sus entonces jóvenes colegas, posteriormente premiados.
Sin embargo, el destino no le dio la vida suficiente para recibir ninguno de los grandes galardones de las letras, para los que probablemente también, habría llegado a ser nominado internacionalmente considerando la calidad del currículo que logró reunir en su corta existencia y sin haber alcanzado jamás a publicar un libro.
Carlos Pezoa Véliz nació en Santiago el 21 de julio de 1879, a inicios de la Guerra del Pacífico. Su padre fue un ciudadano español de apellido Moyano que estaba residiendo en Chile y tuvo una relación libre con una modesta costurera llamada Elvira Jaña, de la que nació el niño, Carlos Enrique Moyano Jaña. Puesto en adopción, fue acogido por un matrimonio capitalino sin hijos y que ya frisaba la vejez, compuesto por don José María Pezoa y doña Emericia Véliz, quienes lo reconocieron y le dieron sus apellidos. Según la versión de Raúl Silva Castro, sin embargo, Carlos habría sido en realidad el hijo legítimo de don José María y su esposa, que se habría llamado Emerenciana, de modo que ya tenemos algunas neblinas sobre la vida del autor desde su propio origen.
Su infancia fue dificilísima, llena de carencias y vulnerabilidades. Solía vagar por las noches, o alojar en casas ajenas. Al carecer de calcetines, se envolvía los pies con trozos de periódicos para capear los días fríos. Aún así, estudió por su cuenta en el Liceo San Agustín y el Instituto Superior de Comercio. En sólo un año, había rendido ya los exámenes para obtener el bachillerato. También se hizo aprendiz de zapatero, practicando por un tiempo el oficio y más tarde calando sandías en un puesto del mercado.

LA CORONA INVERTIDA EN LA ESTATUA DE DOÑA JAVIERA

Imagen del busto en 1986, con la antigua inscripción que tenía en la base o pedestal y que posteriormente fue cambiada (Imagen del diario "La Estrella" de Iquique del 17 de agosto de 1986).
Coordenadas: 33°26'17.00"S 70°38'35.65"W
Junto a las escalas de piedra del acceso Norte al Cerro Santa Lucía, sobre las rocas que quedan como vestigio de la antigua formación que había en este sitio a la llegada de los españoles y que fuera demolida a inicios del siglo XIX, se encuentra un bello busto de bronce de doña Javiera Carrera y Verdugo, la heroína chilena del grupo de hermanos que impulsara la Independencia nacional. Se sitúa, más precisamente, por el lado de Victoria Subercaseaux casi al frente del querido bar y refugio "Don Rodrigo", de modo que constituye un referente conocido en el barrio Bellas Artes.
Su representación de doña Javiera, la mujer que bordó la bandera de la Patria Vieja, tiene un aire clásico, con el semblante de los retratos greco-romanos de las divinidades femeninas, de belleza juvenil y sutilmente sensual. Incluso parece esbozar una pequeña sonrisa, a diferencia de prácticamente la totalidad de los rostros heroicos. La pieza metálica tiene 90 centímetros de alto, aproximadamente. En la base del busto aparece su nombre y las fechas de nacimiento y muerte: 1781-1862. Está montada sobre un pedestal o columna de roca granítica rosada.

EL CONTROVERTIDO AMULETO DEL CHANCHITO DE LIMÓN

Hace unos años, llamó mucho la atención de algunos de los visitantes de este blog el que haya mencionado a este supersticioso chanchito de limón como parte de los iconos característicos de los más viejos y desaparecidos burdeles de Santiago, tanto para los que conocían de este amuleto como de otros que nunca habían oído hablar de él. Tanto fue así, que he decidido a regalarle una entrada propia al amuleto... Ésta, precisamente.
No creo que su origen sea en los lupanares, aclaro desde ya, pues fue popular en residencias familiares antiguas. Diría que tiene un aire medio a campo y hubo una época en que era sumamente común en casas campesinas.
Sin embargo, su popularidad y la fe depositada en el amuleto del chanchito dentro de esas viejas y agónicas casitas de huifa de la ciudades, derivaba de la exposición en que se encontraban permanentemente las mujeres vinculadas al negocio de la prostitución en los barrios oscuros de la capital, actividad que las hacía altamente susceptibles, buscando por ello un refugio en la magia popular y en las supersticiones para proveerse de talismanes para la suerte y la fortuna. Las "chiquillas" de la remolienda eran, de hecho, sumamente crédulas y supersticiosas, según quienes las recuerdan, y muchas de ellas provenían del campo, acaso la mayoría: huasitas que llegaban trayendo costumbres y tradiciones propias a la ciudad, lo que podría explicar el arribo del alguna vez famoso chanchito de limón fumador de cigarrillos en Santiago y otras grandes urbes, si acaso viene de los campos.

PLAZA JUAN XXIII Y CÓMO SE SALVARON SUS PALMERAS

Coordenadas: 33°25'41.14"S 70°37'1.63"W
Nació en los terrenos que pertenecieron a la familia Chacón en la actual Providencia, allí en la esquina de Antonio Varas con Nueva Providencia, más tarde llamada avenida 11 de Septiembre, casi frente al famoso Mercado Modelo de Providencia, cuyo edificio fue remodelado en los ochentas, convertido en una biblioteca y hoy en oficinas de Sernatur. La contornean por sus otros costados las calles Alcalde Rafael Vives y Doctor Luis Middleton, dándole a su planta una forma de romboide.
La plaza se ha convertido en un lugar interesante y atractivo para los esfuerzos de quienes promueven el uso de bicicletas en Providencia. Midiendo unos 50 metros en su parte más ancha, destaca especialmente por su enorme concentración de estilizadas palmas abanico y palmeras en sus áreas verdes, unas 48 en total que crecen de 27 bulbos de tres especies distintas, algunas de ellas de 35 metros o más, haciéndola un lugar único en todo Santiago. Escaños, faroles y arbustos completan en sitio como un buen lugar de descanso y juego para niños de las villas vecinas, mientras esos gigantes vegetales se mecen al viento.

miércoles, 7 de marzo de 2012

LAS VILLAS ENCANTADAS DE BOMBERO NÚÑEZ CON SANTA FILOMENA

Vista interior del pasaje Santa Inés, hacia el Oriente.
Coordenadas: 33°25'51.69"S 70°38'21.88"W - 33°25'50.70"S 70°38'22.09"W - 33°25'51.00"S 70°38'23.82"W
Allí cerca de la conjunción de las calles Bombero Núñez y Santa Filomena, en el barrio Bellavista, existe un grupo de pasajes que remontan al observador hacia los años veinte en el viejo sector de La Chimba, con las clásicas características de los cités y conventillos donde habitaron las clases populares de este lado de la ciudad en las faldas del Cerro San Cristóbal, otrora bravo territorio de los rotos "del otro lado" del Mapocho, ya convertido en uno de los centros de recreación y esparcimiento más famosos de Chile.
Son tres cités de coloridas casas antiguas, que convergen todos en Bombero Núñez, antiguamente llamada calle Almagro, aproximándose a la esquina donde empalma con Santa Filomena, por ahí por el número 250-260. Los vecinos les llaman "villas": Santa Inés, Amalia y Cruz. Se cuentan algunas historias oscuras sobre estos sitios, sobre un pasado de crímenes y prostitución, supuestamente. Pero, a pesar de su enorme atractivo e importancia para el registro histórico de la ciudad, no son conocidos por todos y hasta aparecen mal trazadas sus formas en algunos conocidos mapas actuales de Santiago.

LAS LÁMINAS HISTÓRICAS DE "EL PENECA"

Durante la primera mitad del siglo XX, la revista infantil "El Peneca" equivalía a lo que fue el suplemento "Icarito" en la segunda fracción de aquella centuria. Nació en los talleres de la maravillosa casa editorial Zig-Zag, cuyos cuarteles estaban por entonces en una vieja casona de calle Teatinos 666, y que existió más o menos hasta los años de la Segunda Guerra Mundial. La revista fue publicada entre los años 1908 y 1960. Ya hemos hablado de ella, cuando encontramos entre sus viejas páginas una caricatura sorprendentemente parecida a una figura emblemática de la revista de historietas norteamericana "MAD".
Una de las secciones que destacaban del clásico "El Peneca" eran las láminas históricas que aparecían entre sus páginas, asociadas a efemérides y aniversarios de los acontecimientos representados. Tenían tanta belleza que se las cotizaba como afiches para los muros de los niños y nunca faltaban en las salas de clases. Las que aquí incluyo, ocupaban el tamaño completo de una página, más o menos en proporción al actual formato carta, en posición horizontal.

ENCONTRANDO LA FUENTE DEL ENCUENTRO

Coordenadas: 33°26'53.84"S 70°40'5.64"W
Tengo una opinión más bien conservadora sobre el arte contemporáneo, pero admito que la llamada Fuente o Pileta del Encuentro me parece una de las obras más interesantes de su tipo que existen por este lado de la capital, caracterizado por la modernidad de un concurrido Barrio Universitario construido sobre los restos de un Santiago más antiguo e histórico, coronado por mansiones suntuosas que ahora son sedes de casas de estudios e instituciones. La combinación de dos etapas de la vida de Santiago en este mismo vecindario ha sido, para gran sorpresa, muy prodigiosa y positiva.
Curiosamente, sin embargo, no existía un monumento o pieza ornamental que permitiera señalar el primer paso en la avenida República, arteria matriz de este barrio de estudiantes. La idea de instalar una fuente alusiva a la rica actividad de sus cuadras surge durante la alcaldía de Joaquín Lavín, quedando encargada al escultor nacional Mario Irarrázabal Covarrubias, famoso por sus manos monumentales y las concentraciones de gente representadas en sus obras, tal como en este caso.

EL PUENTE LOS CARROS: POR TRES SIGLOS YA CONECTANDO LOS DOS MERCADOS DEL MAPOCHO

Vista del Puente de los Carros en fotografía tomada en agosto de 1927, desde la avenida Santa María hacia el Poniente. Atrás se ven el Puente del Obelisco (La Paz) y el contorno de la Estación Mapocho.
Coordenadas: 33°25'57.15"S 70°39'1.36"W
La ex Plaza de Abastos, hoy nuestro Mercado Central, tiene un punto de intercambio y conexión con el Mercado Tirso de Molina y la Vega Central, ubicados cada uno en una ribera del río Mapocho y casi al frente. Este enlace es el Puente Los Carros, antes llamado "De los Carros", y que vino a ser una suerte de recuerdo o eco del majestuoso Puente de Cal y Canto del Mapocho, que estuvo ubicado sólo un poco más abajo, en el sector después ocupado por el Puente del Obelisco, hoy Puente de La Paz.
El aspecto actual del Puente Los Carros es muy distinto al antiguo, que era mucho menos sólido y espacioso. Siempre conservó, sin embargo, un carácter popular, por su nexo con el sector de La Chimba y el Mercado, hacia el sector de extramuros que por muchos años (o siglos, mejor dicho) constituyó la marginalidad periférica de la ciudad de Santiago.

martes, 6 de marzo de 2012

DOS FUENTES, TRES GRACIAS Y DESDE EL PALACIO DE LA MONEDA HASTA EL BARRIO DE LA BOLSA

Magnífica y nítida vista de la fontana poniente de la plazuela con los antiguos árboles y el Palacio de la Moneda de fondo, hacia el 1900.
Coordenadas: 33°26'31.90"S 70°39'15.39"W - 33°26'31.71"S 70°39'13.39"W (Palacio de la Moneda, ubicación antigua) / 33°26'32.29"S 70°39'6.63"W - 33°26'34.01"S 70°39'4.41"W (Barrio La Bolsa, ubicación actual).
Hubo época en que dos espléndidas fontanas estaban ubicadas frente a la entrada Norte del Palacio de la Moneda, una a cada lado de la posición primera que tuvo la estatua del Ministro Diego Portales, en la plazoleta del antiguo edificio del Ministerio de Guerra y Marina. Existe una gran cantidad de fotografías que muestran estas bellas piletas con mujeres semidesnudas decorando el área de jardines hoy se encuentra la más bien estéril Plaza de la Constitución, en el Barrio Cívico de la capital chilena.
Las fontanas que estaban en la plazuela del Barrio Cívico corresponden a obras en hierro basadas en la escultura en mármol de las Tres Gracias (Eufrosina, Talía y Aglae, las cárites del la corte de Apolo en el Olimpo), pero dispuestas como en la triplicidad de la diosa Hécate. Su inspiración está en las Tres Gracias hechas por el maestro renacentista Germain Pilón, para contener en un recipiente el corazón de Enrique II. El original de esta hermosa pieza se encuentra hoy en el Museo de Louvre, en París.

LOS RELIEVES DE BRONCE CON LOS PLANOS HISTÓRICOS DE SANTIAGO EN LA PLAZA DE ARMAS

Coordenadas: 33°26'14.69"S 70°39'1.32"W (bajorrelieve 1) 33°26'14.77"S 70°39'2.12"W (bajorrelieve 2) 33°26'14.86"S 70°39'2.96"W (bajorrelieve 3)
Los guías turísticos muestran casi a diario estas placas a los viajeros extranjeros que visitan Santiago, allí por el lado Norte de la Plaza de Armas, paralelo a la calle Monjitas frente a los edificios de la Municipalidad, el Museo Histórico y el Correo Central. Son tres grandes bajorrelieves, distribuidos ordenadamente por una línea recta que conecta estratégicamente la estatua de Pedro de Valdivia con la entrada derecha de la Catedral Metropolitana. Miden cerca de dos metros y medio por lado y son de bronce. Su factura se debe a la Fundición Artística Germán Miño Caro de Quinta Normal, realizada en 1999 en base a los modelos de Germán Miño Z.
Aunque podrían estar copiadas de ideas similares llevadas a cabo en otros países (como la Plaza de Barcelona), estas placas tienen el valor de reproducir tres famosas plantas históricas de la ciudad de Santiago: la de Felipe Guamán Poma de Ayala, la de Alonso de Ovalle y la de Amadeo Frezier. Usualmente, se cree que corresponden a un recorrido por el aspecto de la ciudad a lo largo de tres siglos durante la Colonia, pero veremos que esto no es así, provocándose un error que se ha extendido dañinamente en el conocimiento popular sobre este tema.

GEOLOGÍA, ARTE ORNAMENTAL E HISTORIA AMERICANA: DEL PEÑÓN DEL HUELÉN A LA ESTATUA DE CARACAS

El Peñón y la Estatua de Caracas en 1874.
Coordenadas: 33°26'27.12"S 70°38'40.57"W
La Estatua de Caracas es una de las más importante del Cerro Santa Lucía, quizás la segunda después del famoso Neptuno de la fuente homónima. Por su tamaño, proporciones, insólita posición y valor simbólico, constituye un tesoro entre las obras que se hallan en este lugar. Sin embargo, los turistas apenas la alcanzan a ver allí en la entrada Poniente del paseo, pasando por su lado fugazmente en los furgones que los llevan a las terrazas del Castillo Hidalgo y del Caupolicán, en los típicos furgones o buses que suben el camino de adoquines del cerro.
A su vez, esta estatua está instalada en uno de los peñascos más característicos y grandes del paseo, que ha señalado el límite Oeste del cerro desde los tiempos en que los antiguos habitantes del valle del Mapocho llamaron al mismo con el nombre de Huelén, es decir, cerro del Dolor según la creencia extendida por don Benjamín Vicuña Mackenna, siendo bautizado Santa Lucía por los conquistadores hispanos. Precisamente con ese nombre ha sido llamada la imponente roca: Peñón Huelén o Piedra del Huelén. Semeja, desde algunos ángulos, a algunas de las piedras ciclópeas de los menhires de Carnac.

EL EDIFICIO DEL DRAGÓN DE SAN PABLO: UN GUARDIAN TUTELAR DE MOSAICOS

Actualización: fotografías del artista italiano entonces residente en Chile, Bongiorno Filippo, en el boceto del proyecto. Él fue el autor de este mosaico del dragón, hacia 1957-1958. Imágenes gentilmente proporcionadas por su nieto con intermediación de nuestro amigo Felipe Bengoa, de Enterreno Chile. Según la información aportada, el artista y su familia marcharon después a Perú, hacia principios de los setenta, y desde allí regresaron a Italia.
Coordenadas: 33°26'4.07"S 70°39'25.76"W
Éste debe ser uno de los edificios más reconocibles de la capital chilena, a pesar de no constituir ninguna maravilla arquitectónica ni particularmente un homenaje a la urbanística santiaguina. Su fachada es inconfundible, instalada allí aproximadamente desde finales de los años cincuenta según nos informan algunos de sus residentes, con su iracundo dragón manifestando pretensiones de ser una bestia oriental armada con miles de cuadritos en teselas y paciencia también de chino, en otro de los mosaicos figurativos más grandes que debe haber en toda la ciudad.

lunes, 5 de marzo de 2012

UNA MONEDA "COMUNISTA" EN NUESTRA HISTORIA NUMISMÁTICA

Peso de 1933. Esta es la que sirve de amuleto a mi amigo Juano.
Por cerca de cuarenta o cincuenta años circuló en Chile una moneda con la perfecta conjunción de una hoz y un martillo en su diseño, expuestos exactamente como lo emplearía por entonces también la Internacional del Partido Comunista.
Debo agradecer a mi estimado compañero de juergas Juano Millañir y a mi fallecido amigo Arnel Epulef por haberme proporcionado hace tiempo, algunas imágenes de esta curiosidad numismática que, sin embargo, no es tan escasa como pudiera creerse, pues existen varios ejemplares en venta en catálogos de la internet y en colecciones particulares, acompañadas de algunas leyendas que también me permitiré revisar acá. El problema es que pocos parecen ponerle atención al detalle del símbolo que acompaña el diseño.
La moneda en cuestión fue acuñada acá en Santiago por nuestra ilustre Casa de Moneda, en series de pesos y centavos de distintos tamaños y materiales que se produjeron, aproximadamente, desde 1894 a 1942, aunque sufriendo importantes cambios en el material de su factura. La principal que he fotografiado y reproducido corresponde a la que entró en circulación en 1933, creo que correspondiente a cuando se eliminó la plata de las monedas chilenas, como veremos, unificándolas todas en las de cobre-níquel, material que había comenzado a usarse ya hacia 1927 en otras series.
Dos ramas de laurel contornean el sello de la pieza y se unen precisamente en el lugar donde están la hoz y el martillo que el diseñador de la Casa de Moneda de Chile incluyó, ya sea metiendo un "gol" heráldico o bien en un contexto donde la relación de estas herramientas aún no tenía la connotación política que se le daría más tarde, según veremos. Consultando algunas colecciones y referencias, se confirma que este diseño desaparece en los cuarentas, cuando ya circulan monedas con copihues y espigas de trigo.

domingo, 4 de marzo de 2012

AUGE Y CAÍDA DEL NEGRO CARLOS Y DE SU BURDEL EN CALLE MAIPÚ

Imagen del callejón Zuazagoitía con calle Maipú en 1997, territorios que pertenecían a los varios burdeles de antaño. Fotografía publicada por el diario "La Tercera".
Coordenadas: 33°26'58.38"S 70°40'32.70"W (aprox.)
Así describía Joaquín Edwards Bello el ambiente de antiguos burdeles del Estación Central en su libro "El Roto", ése donde habla extendidamente de un mítico burdel llamado "La Gloria", pero en este párrafo refiriéndose a la calle Maipú de los años del Primer Centenario:
Mujeres de vida airada rondan por las esquinas al caer la tarde; temerosas, embozadas en sus mantos de color indeciso, evitando el encuentro con policías... Son miserables busconas, desgraciadas del último grado, que se hacen acompañar por obreros astrosos al burdel chino de la calle Maipú al otro lado de la Alameda.
Por cerca de 60 años o más, Maipú fue una de las más importantes concentraciones de prostíbulos en estos barrios de rotos obreros y bravos en Santiago, donde los pañuelos de la cueca de guapos se mezclaban con los golletes usados como navajas. Todas estas calles y cités adyacentes a la terminal de los ferrocarriles y por los callejones paralelos a Matucana, solían ser reconocidos por su efusión de actividades nocturnas: bullentes del amor furtivo y remunerado, aunque quizás no llegaran a tener la magnitud y concentración vista en barrios tan legendarios dentro del oficio como fue el de Los Callejones de Licantén, entre 10 de Julio y Argomedo.