
En la proximidad del Año Nuevo 2012 y ante la posibilidad de que algunos puedan pensar que todas las conjeturas fatalistas sobre el calendario maya se cumplirán, he querido hacer justicia con el recuerdo de un insigne y prolífico músico venezolano, que ha llenado de dicha y alegría a nuestra sociedad chilena desde hace muchísimos años y parece que aún lo hace, especialmente en jornadas de fiestas como la que ahora se aproxima vertiginosamente por la colilla que queda del calendario.
Me consta que muchos de mis compatriotas están convencidos que esa alegre música de órgano eléctrico que ha sonado en tantas fiestas, carnavales, kermesses y cumpleaños del pueblo, pertenece al repertorio de algún chileno más... De otro "más chileno que los porotos" (concepto bastante impreciso, también).
Más aún, los inventores del "porotazo", una suerte de intento de sentar una nueva tradición nacional para el Año Nuevo consistente en meter porotos dentro de un tarro y usarlos como cascabeles (en lugar de adoptar otras tradiciones o "cábalas" foráneas como paseos de maletas, usar ropa interior amarilla, comer lentejas, etc.), se valen desde hace algunos años, de fragmentos de la música del maestro Tulio Enrique León, particularmente de "La pollera amarilla" de Diego Soto Espinoza, para ponerla en su comercial con pretensiones de ser estrictamente chileno.
Dejaré aquí algunos de los títulos más conocidos grabados por Tulio Enrique León (ideales para alegrar este ambiente de Año Nuevo, por supuesto), como registros de aquella época suya al servicio de la difusión de la cumbia por toda América.