
La expresión chilena "valer callampa" es muy
recurrida para referirse a algo que no tiene cuantía, resulta inútil,
decepcionante, no cumple expectativas mínimas o simplemente no vale nada. Sin
embargo, al contrario de lo que hace creer un extendido error, no tiene relación
alguna con el sentido fálico que algunos creen o quieren otorgarle (la asociación del
órgano masculino con la forma de un hongo).
El profesor y lexicólogo Jaime Campusano ha explicado en
más de una ocasión el verdadero origen del concepto y el término "valer
callampa": proviene en realidad de los clásicos flippers o
pinballs que acompañaban a los videojuegos en los centros de entretención de
los años ochenta y noventa, y que tenían dentro de su tablero unos dispositivos
automáticos que sólo servían para hacer saltar la bolita de acero sin dar un
solo crédito al marcador o bien otorgando muy poco puntaje, casi exiguo.
Sucede pues que, por su forma característica parecida a un
hongo, estos topes técnicamente llamados popbumpers o sólo bumpers,
eran conocidos en el ámbito popular, juvenil e infantil de esos años como
"callampas", desde donde surgió la expresión de "valer callampa" para
referirse a valer poco o nada, dato que aparece confirmado también en el
sitio web de la Comunidad Chilena de Coleccionistas de Flippers, en enero de
2011.