
lunes, 28 de marzo de 2011
LA PRESENCIA SEMPITERNA DEL "PIPA'S BAR" EN MACUL

miércoles, 23 de marzo de 2011
EL ENIGMA DEL BISNIETO DE O´HIGGINS
Eran los años del Frente Popular, en plena Segunda Guerra Mundial, y un sorprendente hecho circunstancial puso en conocimiento público la existencia de un personaje que provocó noticias en esos días, luego de que alguien lo descubriera al reconocer su apellido.
Se trataba de un anciano de más de 100 años, delgado y de pelos más años canos que oscuros ya, que vivía prácticamente en la indigencia en el Santiago de entonces, sobreviviendo en condiciones de mucha pobreza en una casa con familiares, las que sólo en parte pudieron ser resueltas con algunas ayudas y asistencias después de hacerse conocido. Se llamaba Roque O'Higgins Marambio y aseguraba ser... ¡bisnieto del mismísimo prócer de la patria, don Bernardo O'Higgins Riquelme!
La historia de Roque es extraña y oscura, y fue tan fugaz como duró la atención por su increíble aparición desde la oscuridad. Es uno de los enigmas más curiosos que han pasado por la capital chilena, a pesar de que nadie lo recuerda ya. Se trataba de un hombre prácticamente desconocido, pero su apellido llamó la atención de inmediato, siendo llevado ante autoridades de Carabineros de Chile para que constataran su situación. Si no fuera quizás por una pequeña nota sobre su caso publicada en medios como "La Nación" de agosto y después en la revista "En Viaje" (de donde tomamos las fotografías) de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, en septiembre de 1940, el insólito personaje no habría saltado a la prensa y jamás habría dejado registro público de su existencia.
Roque O'Higgins era hijo de una relación de doña María Marambio con un nieto de don Bernardo. Habría nacido en Japón y había llegado a vivir a Chile siendo adolescente, en donde alcanzó a participar en campañas de la Guerra del Pacífico, por lo que además era veterano del '79. Fue un hombre con algo de desarraigo, sin embargo, porque era dado a las aventuras y al parecer también a vivir desplazándose. Cayó en la miseria y así pasó su larga vejez casi completa, algo no muy distinto de lo que vivieron muchos hombres que tomaron el uniforme durante los años de la guerra salitrera, por cierto.
lunes, 14 de marzo de 2011
"LA POSADA" DE LAS NECRÓPOLIS
Coordenadas: 33°25'06.7"S 70°38'37.7"W (primera casa, aprox.) 33°24'49.50"S 70°38'23.33"W (última, aparentemente)
Actualmente, tenemos asociada la tradición de las cantinas alrededor del barrio de los cementerios principalmente con el sempiterno "Quita Penas", ubicado hoy en la esquina de la avenida Recoleta con Arzobispo Valdivieso, justo al frente de la estación del metro y del acceso al Cementerio General. Sin embargo, hubo una época en que este lado del vecindario recoletano era gobernado por otro famoso bar-restaurante para el duelo, también cercano a la categoría de ser amo y señor de la misma barriada ahora determinada por el "Quita Penas", "La Carmencita", "Santa Rosa de Pelequén" o el "Bar las Américas".
Se trataba de "La Posada", un antiguo restaurante que existió en Recoleta 1145 con calle Vera, en un edificio antiguo ubicado justo enfrente del Cerro Blanco. Como sucede con avenida La Paz, esta era la pasada de los cortejos hacia la necrópolis y que era el primero de los varios bares que podían encontrarse frente a la larga cuadra del Cementerio General.
El establecimiento fue propietado por don Saturnino Vera, mítico personaje de las noches chimberas, razón por la que muchos llamaban al boliche como "La Posada de don Satu". Según los testimonios de los vecinos y algunas referencias de la prensa, el reputado boliche popular se beneficiaba de su cercanía con la calle Unión y el cerro. La casona que aún está en pie, de hecho. Llegó a instalarse allí "cuando ni los muertos se atrevían a atravesar en espíritu sus cercanías" según palabras del propio Don Satu al periodista Juan Rubén Valenzuela, confesadas en septiembre de 1979 para un reportaje del diario "Las Últimas Noticias". Como el local era maliciosamente apodado por algunos como don Sata, también, acabó siendo formalmente llamado La Posada de don Sata y el Don Sata a secas, en sus últimas décadas.
Era, pues, la época en que según él "la puñalada y la remolienda" dominaban todo el paisaje alrededor del cerro, algo que vino a cambiar recién hacia los años setenta aunque nunca se marchó del todo, según dicen. Varias animitas de más bien reciente factura y señalando muertes violentas alrededor del cementerio, recordarían que el dedo de la muerte sigue rondando a veces fuera del camposanto, todavía. Sin embargo, en el mismo reportaje el dueño comentaba también: "Mi clientela es hoy muy tranquila y pacífica, y eso que no faltan diversiones".
jueves, 3 de marzo de 2011
CIERRE DE LA CASA "JEANNE D'ARC": EL FINAL DE UNA DINASTÍA
Vitrina del primer local que la tienda tuvo en Santiago, en Ahumada 38, en los bajos de un edificio ya demolido.
Coordenadas: 33°26'35.25"S 70°39'2.11"W (primera casa en Santiago) 33°26'34.49"S 70°38'56.25"W (segunda) 33°26'23.46"S 70°38'53.60"W (última)
El último día viernes del pasado mes de febrero, cerró para siempre sus puertas en el número 806 de la Galería Imperio, por el lado de calle San Antonio, la antigua y tradicional casa de arte y artículos religiosos "Jeanne d'Arc", una joya de la historia comercial chilena.
Estuvimos allí, esa triste tarde a las 19:30 horas, cuando el último cliente salió por esa puerta, poniendo fin a una continuidad de casi 140 años. Fue una despedida simple, sin estridencias, ni discursos, ni nada de ornamentación fúnebre; tal vez lo apropiado para no dramatizar más el momento.
La Casa "Jeanne d'Arc" nació en Valparaíso en 1872, con el nombre de Casa Blas Ricardi, A. Menares y Cía., como lo comprueba la antigua placa de bronce con aspecto de blasón que se conservaba de recuerdo de la historia de la propia tienda en su vitrina. En ella se deduce también que cuando la propiedad de la casa fue tomada por M. Saenger Caperán, pasó a llamarse como la heroína, mártir y santa francesa del catolicismo, título que conservó hasta sus últimos días. La tienda también conservaba una gran pieza de mármol que correspondía a sus primeras épocas, y en la que se anunciaba el nombre del local en letras negras: "CASA JEANNE D'ARC".