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miércoles, 9 de febrero de 2011

UN CURIOSO "SENDERO ESTELAR" EN LA CATEDRAL DE SANTIAGO

Virgen del Carmen en la Capilla del Sagrario.
Coordenadas: 33°26'15.4"S 70°39'06.3"W
No he podido encontrar ningún dato relevante a la situación que aquí vamos a describir sobre el perfecto equilibrio ciertos elementos en el diseño de la Catedral de Santiago, allí junto a la Plaza de Armas. Más bien, parece ser que se tratará de una novedad hacer notar esta característica del templo, además de la relevancia que tiene el símbolo de la estrella octogonal en la misma y que, como hemos dicho en las dos entradas anteriores, podría tener una relación con la figura de la Virgen María y su asociación a la Estrella de la Mañana, particularmente con la advocación del Carmen.
Hemos visto en la última entrada que el Santuario de La Tirana tiene un gran cantidad de símbolos de posible connotación esotérica, principalmente una cúpula que retrata un mapa de la bóveda celeste con un cielo azul y estrellado con una estrella octogonal al centro; es decir, Venus, la posible entidad aludida tras la imagen de la Virgen del Carmen.
Resulta, pues, que en la Catedral Metropolitana tenemos no una representación popular, sino 20 de ellas, más otra enorme que podría estar oculta en la bóveda sobre el altar principal. A diferencia de las representaciones de La Tirana, sin embargo, las de acá de Santiago no son mapas de constelaciones, sino abstracciones de cielo azul y estrellas, más sencilla y escueta. Están en las naves laterales del templo, distribuidas en 10 por lado a modo de tragaluces, con uno al centro de cada una. Se presentan separadas en compartimentos propios (decorados con muchos simbolismos muy especiales, además) formados por arcos de medio punto que conectan a las gruesas columnas que hacen las divisiones entre ambas naves laterales y la central mayor.
Pero tan curioso como el cielo es el suelo: las baldosas estás distribuidas en diseños geométricos de efectos ópticos casi estroboscópicos, y en los que sucede lo insólito: cada vez que uno se coloque exactamente debajo de alguna de las 20 cúpulas celestiales, los pies quedan justo encima de una estrella de ocho puntas formada por estas baldosas en el suelo. Es decir, el centro de las cúpulas está perfectamente alineado con las estrellas del suelo, pesadilla de matemática e ingeniería que fue pensada y resuelta con alguna intención de ninguna manera azarosa ni menos producto de un capricho innecesario.

lunes, 7 de febrero de 2011

EL REINO PERDIDO DE LAS NOCHES BOHEMIAS EN MAPOCHO


Vista del Barrio Mapocho desde la estación, en marzo de 1919.
Coordenadas: 33°26'3.49"S 70°39'10.99"W (Bandera con San Pablo)
Luego de más de seis fatigantes años de recopilación e investigación, al fin me encuentro en condiciones de presentar estos pequeños adelantos sobre la historia del Barrio Mapocho, tomados del proyecto para el cual preparo ya la publicación de un libro dedicado enteramente a este popular sector de Santiago, surgido y crecido en las riberas del principal río de la ciudad.
Barrio Mapocho es como el baúl del tesoro pirata: se sabe que existe pero nadie lo encuentra. Y es que nos acostumbramos a ver esas riberas en permanente desgracia y decadencia: magníficos puentes coloniales destruidos, o un Mapocho salido de madres destruyendo la ciudad; un enorme mono de neones ya desaparecido, hoteles demolidos, burdeles desalojados, tranvías fantasmas y trenes extraviados en estaciones del tiempo. Hasta las viejas pérgolas pasaron ahora por la picota.

martes, 1 de febrero de 2011

"LA RIBERA" (UN CUENTO DE MI AUTORÍA)

Éste es mi cuento titulado "LA RIBERA" (de Cristian Salazar Naudón), ganador del Primer Lugar en la categoría “Mejor que el Vino” del PRIMER CONCURSO LITERARIO DEL CENTRO CULTURAL MANUEL ROJAS de Barrio Yungay en Santiago, el 19 de enero de 2011:
El Negro llevaba al hombro su diaria recogida de leños blanquecinos, de esos escupidos por el Mapocho sobre los pedregales estériles de la vega. Era temprano aún, a esa hora en que los demás niños de su edad pasaban junto al puente de camino a las escuelitas carrascalinas, por este lado del barrio riberano.
Fue entonces cuando descubrió al Pulga y al Pollito casi arrodillados en la orilla misma, unos cuantos metros por allá, en el lado de los arenales. Era fácil reconocerlos, pues siempre andaban juntos, como dos criaturas disímiles en un contrato simbiótico: el primero, con su cabeza negra de pelo corto y chuzo; y el segundo con sus cabellos rubios y lacios, envidia de cualquier altanero con presunciones de ancestros europeos. Aunque eran inquietos y siempre activos, ahora parecían sumamente atentos a algo allí en el borde, permaneciendo agachados alrededor del misterioso objeto de sus distracciones.