
Don Víctor Painemal en el antiguo refugio de "El Rincón de los
Canallas" en calle San Diego, antes de trasladarse a Taparacá
(fuente imagen: bibliobar.blogspot.com).
Coordenadas:
33°27'1.16"S 70°39'2.48"W
(antes)
33°26'48.69"S 70°38'50.36"W
(ahora)
Próximamente, durante el mes de mayo que ya se viene encima, uno de los
bares-restaurantes más famosos y conocidos de Santiago cumplirá tres décadas
redondas funcionando como verdadero emblema y registro del último gran
período histórico vivido por Chile. Lo hará en una barriada distinta de la
que le vio nacer, pero con el mismo cariño y compromisos de sus fieles "canallas"
noctámbulos y que le han perdido el miedo a las calles oscuras de la noche
adormilada por pipeños, borgoñas y chichas.
Corría el principio de los ochenta y las noches de
Santiago estaban prácticamente muertas a causa de los "toques de queda"
ordenados por el Régimen Militar, para mantener a la población civil
encerrada en sus casas en medio del clima de alta tensión social que había
hacia aquellos días.
Los
borrachines y nictófilos se lamentaban mirando por el vidrio empañado de la
ventana las luces de una ciudad ajena y hostil que les negaba sus barras y
chuicos, y cuando la televisión terminaba apenas después de la fría
medianoche.
Intuyendo la cantidad de gargantas
secas y angustiadas que quedaban adoloridas cada depresiva noche de "toque
de queda", el comerciante oriundo de Temuco y de linaje directo mapuche, don
Víctor Painemal, alias
"El Canalla 1º", tuvo una visionaria idea: crear un local nocturno
con características de picada que sirviera de refugio tranquilo,
cómodo y seguro a todas esas ovejas descarriadas que preferirían enfrentar
las restricciones del gobierno antes que quedarse escuchando la radio Moscú
en la casa.