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martes, 30 de marzo de 2010

EL TERRORÍFICO "CUCURUCHO", PRIMER "CUCO" Y GRAN ACOSADOR DE SEMANA SANTA

"El Cucurucho" nacional según cuadro de Manuel Antonio Caro, reproducido como grabado por Recaredo S. Tornero en su "Chile Ilustrado" de 1872. El terrorífico personaje ingresa a una casa causando pavor.
Se nos aproximan los días principales de la Semana Santa cuando aún no terminan los efectos del megaterremoto. Seguramente, una masa de santiaguinos estresados saldrá de la ciudad durante el largo fin de semana, escapando de sus fantasmas y angustias contenidas a poco más de un mes de la catástrofe. En tanto, en algunos países como Perú, Ecuador, Guatemala y México, este período de fiestas religiosas y otros parecidos aún son acompañados por la presencia de un misterioso personaje llamado el Cucurucho, entidad que aterra a los niños sospechosos de ser herejes con su mirada inhumana y sus vestimentas de alma en pena.
Sin embargo, el Cucurucho era importantísimo también en la tradición religiosa chilena desde tiempos de la Colonia, infaltable en las procesiones de celebración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, el Viernes Santo de cada año, además de otras procesiones y fiestas. Recaredo Santos Tornero registra su presencia en su famoso "Chile Ilustrado", de 1872, donde comenta acusando ya que era una figura en aparentes vías de extinción:
El cucurucho, detalle indispensable hasta hace poco, de toda procesión de Viernes santo, ha sido desterrado de las ciudades de alguna importancia. La esfera en que ejerce su ministerio, antes tan vasta, ha quedado hoy reducida al campo y a los pueblos de tercera categoría, donde continúa su tarea de alarmar a los niños y espantar a todos los canes de la vecindad. ¿Quién no recuerda, cuando niño, la terrible amenaza el cucurucho, al presentarse este ridículo fantasmón a la puerta de casa, con su negra túnica de coco, cubierta la cabeza con el puntiagudo bonete y oculta la cara tras una sombría careta? ¿Quién puede haber olvidado la impresión que en toda la casa producía el grito formidable: para el santo entierro de Cristo y soledad de la Virgen al que respondía el llanto de los niños, las carreras de las sirvientes y el ladrido de los perros?

jueves, 25 de marzo de 2010

"COCOA RAFF": AQUELLOS AÑOS EN QUE LAS CALORÍAS ERAN RECOMENDABLES

Aviso publicitario de 1966.

Coordenadas: 33°27'14.74"S 70°38'46.66"W (antigua fábrica)

La Cocoa Raff llegó a ser la principal productora de chocolate en pasta y polvo del país, equivaliendo en su época a las ofertas de las principales marcas de cereales para el desayuno en nuestros días, aún cuando su producto era bastante distinto a estos. El producto genérico, la cocoa, había comenzado a llegar a Chile hacia 1866, según Eugenio Pereira Salas, cuando la firma Weir, Scott y Cía. la introdujo con inmediata "aceptación en los niños y los ancianos".

Para los años veinte, se le consideraba una gran empresa, elegida incluso para exposiciones internacionales y elogiada por grupos médicos que observaban en la misma cocoa un alimento tan distinto a las hamburguesas con que ahora premian las mamás gordas la buena nota en la prueba del cabro chico, también cada vez más obeso y cada vez más cerca de ser candidato a donante de órganos (salvo de corazón), dados los espantosos hábitos alimentarios que ha adoptado nuestra sociedad chilena y que nos tiene entre los peores obesos del planeta, cercanos al 65% de la población y con uno de cada tres infantes en sobrepeso evidente, según las estadísticas de salud.

Pero hubo un tiempo en que las calorías eran cotizadas...

sábado, 20 de marzo de 2010

LAS PIEDRAS TACITAS DEL CERRO BLANCO: LA PARTE "PRECOLOMBINA" DEL BARRIO LA CHIMBA

Coordenadas: 33°24'59.37"S 70°38'40.18"W
El Cerro Blanco fue llamado por los indígenas locales del valle como Cerro de Huechuraba, cuando en sus faldas moraba el cacique del mismo nombre. El nombre que le dieron de antaño no es conocido, sin embargo. Cuando los españoles llegaron a territorio chileno, lo rebautizaron Cerro Monserrat, levantándose incluso un santuario en su cumbre por orden de doña Inés de Suárez, imitando al cerro homónimo de Cataluña. El nombre permaneció por algunos siglos hasta que se impuso el de Cerro Blanco. Es un símbolo de Recoleta justo donde la avenida empalma con La Unión, a un costado del Cementerio General, señalando con su altura el sitio donde se encuentra el camposanto dentro de la ciudad. Por largos años, fue parte de los vastos terrenos poseídos por los monjes recoletos.
Estamos acostumbrados a identificar en la colonia y el primer centenario algunas de las estructuras y herencias arquitectónicas más antiguas de la ciudad de Santiago, por este lado de la urbe precisamente, en el ex barrio de La Chimba. Sin embargo, pasa casi inadvertida a nuestra sociedad una hermosa roca blanca a los pies del pequeño cerro, de esas mismas que se sacaron para construir parte de los tajamares y el puente de Cal y Canto del Mapocho en el siglo XVIII y que le dieron el actual nombre al peñón. Descubierta a principios de los setentas por el antropólogo Ruperto Vargas mientras se construía la calle lateral, está hacia el lado de La Unión y apenas separada de la berma por una reja, mostrando una innumerable cantidad de piedras tacitas, tesoro arqueológico por pocos conocidos y que, no obstante, está dispuesto a la vista de cualquier visitante del cerro, además de ser gratis.

lunes, 15 de marzo de 2010

EL MONUMENTO A LOS ESCRITORES DE LA INDEPENDENCIA EN PLENO CAMINO AL BICENTENARIO

Acercamiento a una imagen antigua de la Alameda de las Delicias, donde se observa el conjunto conmemorativo tal cual lucía a fines del siglo XIX. La fotografía es de los archivos de la Colección César Gotta (Argentina).
Coordenadas: 33°26'49.45"S 70°39'51.15"W (antes, aprox.) 33°26'11.36"S 70°38'15.36"W (ahora)
Si el Intendente de Santiago don Benjamín Vicuña Mackenna hubiese participado del sentimiento de crisis de pobreza y miseria que afecta permanentemente a nuestras autoridades chilenas, probablemente la capital chilena habría tenido mucho, muchísimo menos que ofrecer a la historia en la proximidad del Primer Centenario y ahora en las puertas del Bicentenario Nacional. En efecto, durante el tiempo que tuvo a su cargo Santiago, entre 1872 y 1875, Vicuña Mackenna llegó a arruinar su propia fortuna con tal de transformar la ciudad, pensando en lo que quedaría de ella cien años después y no en inmediatismos políticos ni dividendos de corto plazo. "No hay plata" y "no alcanza", frases corporativas y símbolos de las actuales administraciones comunales (especialmente después del reciente terremoto), no estaban en su leguaje.
Ya hemos hablado del Monumento a los Historiadores de la Independencia, que también hiciera instalar Vicuña Mackenna en la Alameda de las Delicias, a la altura de la Iglesia de San Francisco. Hemos comentado, además, el triste estado en que se encontraba tanto el monumento como la Plaza Tirso de Molina, donde hoy se halla dicho conjunto escultórico, y que ya han sido completamente restaurados.