"El Hoyo" en los años noventa, atendido por el famoso mozo Marambio
(Fuente imagen: diario "La Tercera", 1997).
Coordenadas: 33°27'19.46"S 70°40'39.24"W
Es tanto lo bueno que se ha dicho ya -y merecidamente- sobre este
antiguo local santiaguino, que uno se pregunta si este texto será un
aporte o sólo una redundancia en todo el culto que es capaz de generar
"El Hoyo", tras un siglo de funcionamiento exitoso, construyendo parte
importante de nuestra chilenidad desde sus cuarteles: tradiciones
culinarias, tradiciones cocteleras, tradiciones de rotos, tradiciones de
cuequeros, de carrileros, de comerciantes, etc... Tradición completa,
chilenidad entera.
El periodista César Fredes publica en el diario "La Nación en Domingo",
del 18 de marzo de 2007, estos elogios para "El Hoyo", que me gustan por
lo acertado y casi poéticos que suenan como descripción de la vida
dentro del local:
El arrollado,
excepcional. Como informó Guillermo, el titán calvo y de guardapolvos
celeste que nos atendió con extrema corrección y destreza, “hecho de
pura pulpa de cerdo, señor”. Era verdad, y el mérito de un arrollado tan
bueno y suave es que, aún casi sin tocino, era tierno y fácil a la boca,
con un cuero delgadísimo y casi transparente.
El buen Guillermo
es además casi un guía turístico. Nos cuenta que la razón social
Valenzuela Hermanos, propietaria del giro Chichería, Cantina y
Cervecería, radica allí desde 1912, tiempos del abuelo, cuando las
calles eran de tierra y en el lugar, aparte de chicha, se vendía carbón
y fardos de pasto para los carreteros que movían carga en la Estación
Central contigua. Que hay clientes a los que “la abuelita” –nuera del
fundador, don Benjamín Valenzuela, que vino de San Vicente de Tagua
Tagua– todavía consiente, preparándoles pantrucas y guiso de espinacas,
trabajando día a día a los 90 años de vida.