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domingo, 29 de junio de 2008

LAS PALOMAS QUE SE APODERARON DE LA PLAZA DE ARMAS


Tomé esta imagen con el grupo anterior de fotos en 1993, más o menos, para mi curso de fotografía, con un anciano alimentando las palomas. Nótese que las palomas se veían entonces mucho más numerosas que en nuestros días.
Coordenadas: 33°26'16.50"S 70°39'1.20"W
Hace varios años, creo que en un día de esos en que vestía aún de uniforme escolar y paseaba por la Plaza de Armas perdiendo el tiempo después de clases, los transeúntes de este sector de Santiago sentimos una especie de latigazo sobre las ramas de uno de los árboles que por entonces se encontraban del lado poniente de la plaza, mucho antes de la remodelación con características de desmantelamiento que sufriría este lugar. El golpe vino acompañado de una lluvia de hojas cortadas por un rayo oscuro y la gritadera histérica de pájaros en los alrededores, principalmente gorriones.
Un anciano que barría tranquilamente el piso, mientras usaba su cotona de empleado municipal, observó casi sin sorpresa. “Es un chuncho”, aseguró con propiedad a los presentes, sin distraerse demasiado de su trabajo, salvo para tratar de espantar al depredador con el palo del escobillón. En efecto, entre las hojas verdes, entonces pude ver la faz hipnótica de un pequeño pero feroz chuncho de cabeza redonda y gris, con no más de quince centímetros de altura, con sus característicos ojos penetrantes y en una de cuyas patas se sacudía con las tercianas de la muerte un infeliz gorrión que le serviría de cena.

sábado, 21 de junio de 2008

EL MONUMENTO DE LA COLONIA ITALIANA: TRISTE REFLEJO DE NUESTRA BICENTENARIA INDEPENDENCIA

Imagen del monumento con su primer pedestal e instalaciones del entorno, en la actual Plaza Baquedano, hacia 1915.
Coordenadas: 33°26'11.84"S 70°38'6.10"W
Hemos sido educados con la idea de que el centro de Chile se encuentra en la Plaza de Armas, nuestro kilómetro cero nacional. Sin embargo, cada vez que se trata de celebrar alguno de nuestros escasísimos y casi fortuitos triunfos deportivos, o bien sea para protestar públicamente por alguna de las razones que sobran, nuestra chusma prefiere sacar pasajes hasta el sector de “Plaza Italia” y Plaza Baquedano, en el Metro Baquedano donde se dividen las comunas de Santiago Centro y Providencia. Sus pobres jardines y monumentos se llevan el peso de las iras y las alegrías de este infeliz y aburrido pueblo que, para ambos casos, se manifiesta de las mismas formas: con vandalismo y destrucción frenética.
¿Qué impulsa a la masa y a veces también a su peso muerto a arrojarse colérica de risa o de llanto a este sector de la ciudad, donde se abre la arteria de tránsito más importante de toda la capital? ¿Será, acaso, que en nuestro subconsciente colectivo se desliza la idea de es allí donde se encuentra el verdadero centro de Santiago, su kilómetro cero?

lunes, 16 de junio de 2008

RECLAMADO POR LOS HIELOS: EL PROFESOR EDUARDO GARCÍA SOTO

Fotografía del monte Fitz Roy, tomada por García Soto (Fuente "La Definición del Límite o el Límite de la Indolencia", de Antonio Horvath).
Está pendiente el pago de la deuda que Chile contrajo con Eduardo García Soto.
Pendiente, insisto... Pero como la historia ha sido ingrata y evasiva para reconocer su legado, este ilustre intelectual y hombre de acción ha pasado directamente a la leyenda, saltándose así los aburridos libros del academicismo y las discusiones insípidas en las que se entretienen los adoradores de la imprenta.
García Soto era un hombre completo. Un hombre de acción. Todo lo que de él sobrevive ha tenido que ser recortado de sus intervenciones en la prensa, de sus declaraciones e incluso de sus clases. Como don Diego Portales, no se gastó elaborando discursos ni redactando textos de escritorio. Lo suyo era la acción, la dinámica. Un intelectual en terreno.
Académico, geólogo y, en sus últimos años de vida, experto en materias limítrofes, por lo que muchos recurrieron a él buscando luz sobre las controversias de Laguna del Desierto y Campo de Hielo Patagónico Sur, que él conocía mejor que su propio rostro. Fue miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía pero, a diferencia de la entelequia intelectualista chilena, fue también un activo y apasionado excursionista, montañista enérgico que siempre estuvo rodeado de un círculo de jóvenes amigos y alumnos universitarios. Trabajaba como profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal y la Escuela de Geología de la Universidad de Chile.

lunes, 2 de junio de 2008

UNA LEYENDA DE LA CRIMINOLOGÍA CHILENA: HAEBIG Y EL “CEMENTERIO” DE DARDIGNAC 81

"Este es el homicida más inteligente que he conocido. Pasarán muchos años antes de que en Chile parezca otra persona igual" (Hernán Romero, jefe de la BH, después de interrogar por segunda vez a Roberto Haebig Torrealba). Imagen de los cráneos de las víctimas (Fuente: revista “Ercilla” Nº 1342)
Coordenadas: 33°26'0.43"S 70°38'16.42"W ("Cementerio de Dardignac")
El siguiente texto corresponde al reportaje del conocido periodista Carlos Jorquera, publicado por la revista “Ercilla” Nº 1342 del miércoles 8 de febrero de 1961, páginas 15 a 18, titulado “HAEBIG, el hombre del cementerio privado”.
FUE EL AFÁN de figuración lo que perdió, finalmente, a Benjamín Emilio Roberto Haebig Torrealba (65 años, casado), el criminal más desconcertante de la historia policial chilena. La misma sed de convertirse en “personaje”, que nubla mentes de políticos y coristas, lo impulsó a elaborar un verdadero guión cinematográfico, en el cual él y nadie más que él sería el gran protagonista. Los demás actores –policías, jueces, periodistas y el país entero- tendrían que moverse como marionetas, dirigidas por los hilos invisibles de su inteligencia.