"Palomitas", vendedoras de dulces típicos chilenos en la estación de ferrocarriles, en 1951. Imagen de Marcos Chamudes Reitich, perteneciente a las colecciones fotográficas del Museo Histórico Nacional.
Estos son algunos de los motes ingeniosos y algo burlescos que han recibido en Chile algunos trabajos pintorescos vigentes y otros desaparecidos, a veces dados de manera popular, de manera más masiva en la sociedad, y en otros casos originado entre nombres que se otorgan entre sí diferentes gremios:
-
AFILADORES: En realidad se refiere al cada vez más escaso afilador de cuchillos, con su clásico carrito de esmeril accionado por el pie, pero se le llama afilador a secas por una picardía de connotación sexual, aludiendo a la asociación malvada que se hace en Chile del verbo afilar. El mito dice que cuando pasa el afilador hay que poner urgentemente "el poto para el lado de la muralla".
-
BAILARINES DEL MAR: Son los buscadores y recolectores de machas (Mesodesma donacium) o alternativamente hacia el Sur de navajuelas o huepos (Ensis macha), todos ellos en la orilla de las playas. Así llamados porque parecen "bailar" un twist con los pies en las arenas mojadas escarbando en ellas para encontrar los moluscos, fueron muy populares especialmente hacia el Norte del país en alguna época, y había familias completas que se dedicaban a esto todavía en los años ochenta. Sin embargo la progresiva escasez del recurso ha ido sacando de la costa chilena a los bailarines del mar.
-
BALMACEDAS DE RÍO: Se denominaba así, aludiendo a un supuesto apellido aristocrático compuesto, a las modestas mujeres que trabajaban ejerciendo el oficio de la prostitución en el sector de avenida Balmaceda del Barrio Mapocho, cerca del río Mapocho, en Santiago... De ahí el nombre.