
Estación Central en 1890.
Coordenadas: 33°27'17.73"S 70°40'50.37"W
Cuando la importancia de la Estación Central comenzó a decaer, llevándose al comercio elegante y a los grandes hoteles del sector, el barrio entró en un período de decadencia similar han que han experimentado varios otros sectores de la capital, convirtiéndose en refugio de vividores y gente de vida licenciosa. Los bares obreros, los garitos y las casas de remolienda proliferaron en lo que, hasta principios del siglo XX, era casi el segundo centro de Santiago.
Uno de los burdeles que vio la luz en este período, quedaba a un costado de la Estación Central, regentado por la "Tía Emma". Muy poco habría sobrevivido en la literatura sobre él, salvo por una asombrosa excepción: don Joaquín Edwards Bello, en su libro de 1920 titulado "El Roto", a quien se le debe, además, ser reconocido para la posteridad con el nombre de "La Gloria".
Probablemente, muchos pensarán que don Joaquín jamás pudo conocer en persona los prostíbulos de los barrios más oscuros de Santiago. Es difícil imaginarse a alguien que presume tanto de sus apellidos aristocráticos, bailando con la "niña feliz" al compás de un piano desafinado tocando una polka. Pero el burdel de "La Gloria", que describe en su novela, efectivamente no es fruto del capricho ni de lo captado a oídas: aunque algunos cronistas parecen desconocer este dato, don Joaquín conoció personalmente el prostíbulo original cuando tenía sólo 23 años. Esto es reconocido por él mismo en su trabajo "Recuerdos de un cuarto de siglo", publicado en 1966 por Editorial Zig-Zag: