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miércoles, 29 de noviembre de 2006

FELIPE GUAMÁN POMA DE AYALA Y UN ERROR "MONUMENTAL" EN LA PLAZA DE ARMAS DE SANTIAGO

El bajorrelieve de marras...

Coordenadas: 33°26'14.69"S 70°39'1.33"W

"Santiago 1580 según Nuevas Crónicas del Buen Gobierno de Huamán Poma de Ayala"...

Así anuncia frente a nuestra propia Municipalidad de Santiago y casi a las puertas del Museo Histórico Nacional, la primera de las tres placas de bronce colocadas como bajorrelieves de piso al lado Norte de la Plaza de Armas, junto al Monumento a Pedro de Valdivia, y que se extienden en dirección a la Catedral mostrando distintos estados de desarrollo de la ciudad de Santiago a través de la Colonia, según aparece retratada en famosas crónicas.

Lamentablemente, quienes diseñaron, mandaron a construir y colocaron esta enorme placa múltiple vista por cientos de visitantes extranjeros cada día desde concluidas las obras de remodelación de la plaza iniciadas por su antecesor Jaime Ravinet de la Fuente, hacia 1999, no consideraron revisar los libros de historia ni asesorarse por expertos con relación a lo que hoy observan y fotografían allí los turistas. Hubiese bastado echarle una mirada a la internet para evitar el problema en que, finalmente, se cayó.

HOTEL APOLO: EL AMOR CUSTODIADO POR LAS GÁRGOLAS

Coordenadas: 33°26'44.64"S 70°37'56.94"W
Uno de los edificios más intrigantes de todo Santiago ha de ser, sin dudas, el ocupado por el Hotel Apolo de Avenida Vicuña Mackenna 328, cerca de que esquina con Santa Isabel. La vista cae seducida con un instantáneo hechizo mágico, del que resulta imposible marginarse frente a esta brillante pieza de la historia capitalina.
Decorada con una impactante connotación medieval y arcos de inspiración neogótica, la construcción es un verdadero castillo arturiano, repartido en pocos metros cuadrados de fachada tal cual la quería el arquitecto español P. A. Gutiérrez C. cuando levantó sus planos en 1923, con la intención de atender en él a lo más granado de las visitas extranjeras de la época. Desde que quedó terminado, cuatro años después, extraordinarias gárgolas custodian la entrada de todos los visitantes que llegan a ocupar alguna de sus más de 50 habitaciones.

lunes, 27 de noviembre de 2006

J. H. TANNER Y CÍA, CORREDORES DE LA BOLSA... UN TEXTO DE 1929

Fuente imagen: "Libro de los Expositores Chilenos en Sevilla", 1929.
Coordenadas: 33°26'32.83"S 70°39'6.10"W
Texto tomado de las páginas 235 y 236 del voluminoso documento "Chile en Sevilla, 1929: libro oficial de los exponentes de Chile en Sevilla", editado por Aníbal Jara Letelier y Manuel G. Muirhead en 1929, por la Empresa Editorial "Chronos" de Santiago, e impreso por Imprenta "Universo" bajo auspicios del Gobierno del General Carlos Ibáñez del Campo:
LAS FIRMAS MÁS IMPORTANTES DE CORREDORES DE COMERCIO DEL PAÍS
H. J. TANNER Y CIA.
Fachada de las oficinas en Santiago de los señores H. J. Tanner y Cía. en el edificio de la Bolsa de Comercio
BOLSA DE COMERCIO SANTIAGO: Casilla 2394 - Santiago
BOLSA DE CORREDORES VALPARAÍSO: Casilla 825 - Valparaíso
Los principios de esta firma de corredores se deben a la Sociedad que formón el señor TANNER con don FEDERICO CAVALLO (socio fundador de la Bolsa de Corredores de Valparaíso), en 1920, bajo la razón social de TANNER Y CAVALLO. Al fallecer el señor CAVALLO en 1923, el señor TANNER adquirió los derechos de la sucesión, y el mismo año, formó la sociedad colectiva H. J. TANNER & Cía. con el señor ALFREDO A. CLAYTON, persona versada en la banca. A fines de 1923, presagiando el movimiento comercial hacia la capital, el señor TANNER también adquirió una acción de la Bolsa de Comercio de Santiago y bajo la misma razón social constituyó la sociedad colectiva comercial con don BENJAMÍN VILLASECA MUJICA, en esa época corredor de la Bolsa de Comercio de Santiago.
Actualmente, son socios de la firma de los señores H. J. TANNER, A. A. CLAYTON, BENJAMÍN VILLASECA, J. H. GOUGH, JULIO D. OEHRENS Y E. TANNER.
Esta firma ha tomado un gran desarrollo, extendiendo sus operaciones al extranjero.

sábado, 25 de noviembre de 2006

VIVIENDO DE CARA AL CERRO SANTA LUCÍA

Fuente imagen: memoriachilena.cl
Coordenadas: 33°26'31.30"S 70°38'34.26"W
Puede que el edificio residencial Santa Lucía, ubicado en Alameda Bernardo O'Higgins 480 (a escasos metros del empalme de Diagonal Paraguay) no sea de los más espectaculares o arquitectónicamente interesantes de la zona de Santiago Centro, pero sin duda que ha de ser un recuerdo vivo y sugerente de los años en que era un lujo vivir allí, de cara al ex cerro Huelén, el encantado peñón convertido en el parque Santa Lucía por la iniciativa visionaria de Vicuña Mackenna.
Concluido en los años cuarentas, como gran parte de las construcciones del sector (entre las calles Lira, Quito, Guayaquil, Marcoleta, etc.), representó en su tiempo al fenómeno de valorización de suelo que hoy se observa por en el barrio Lastarria, también a poca distancia de este lugar y por el costado oriente del cerro Santa Lucía.

viernes, 24 de noviembre de 2006

EL EDIFICIO LA QUINTRALA (PARTE II): BOITE "LA QUINTRALA", "EL POLLO DORADO", "PLAZA DE LAS AGUSTINAS" Y OTRAS TRADICIONES DE UN SÓTANO EMBRUJADO

Publicidad para "El Pollo Dorado" en la revista "En Viaje" de febrero de 1970.
Coordenadas: 33°26'25.68"S 70°38'57.09"W
En la primera parte de este artículo vimos algo sobre la historia del emplazamiento donde está el actual Edificio La Quintrala de Agustinas con Estado, el mismo en donde estuvo la casa de la famosa y temida Catalina de los Ríos Lisperguer en en el siglo XVII. Dijimos que muchas leyendas se han tejido con relación a esta ubicación y otros elementos que forman parte del imaginario urbano santiaguino.
Como era de esperar, el edificio carga con una larga tradición y legendario de desgracias, supuestas apariciones de fantasmas y hasta rumores de maldiciones, manifiestas en hechos trágicos como la caída accidental del periodista Tito Mundt desde las alturas del mismo, más específicamente desde las dependencias del club y restaurante "Sportsmen" en 1971. Su sótano tenía fama de ser el mismo lugar de escondidas caballerizas coloniales y el sitio en donde la Quintrala, supuestamente, torturaba y daba muerte a algunos de sus esclavos desobedientes.
Ahora, en esta segunda parte de la misma entrada, concluiremos con la historia de aquel espacio en particular de este edificio, también cargado de tradiciones y leyendas, correspondiente a los subterráneos del mismo donde han alojado tres de los clubes-restaurantes más importantes que ha tenido la historia de Santiago y que continúa cargando sus propias tradiciones e historias.

EL EDIFICIO LA QUINTRALA (PARTE I): ENTRE DOÑA CATALINA DE LOS RÍOS, LA TRAGEDIA DEL "SPORTSMEN" Y SUS DEMÁS TERRORES

Vista del Edificio La Quintrala y la Iglesia de las Agustinas en los años ochenta (fuente imagen: colección de "Iglesias de Santiago", tomada de colección particular de archivos de prensa).

Coordenadas: 33°26'25.68"S 70°38'57.09"W

Por muy serio y científicamente escéptico que se pretenda ser en la investigación histórica y urbana, hay casos en que es imposible abstenerse de abrir las puertas al umbral de la intriga sabrosa ("lo desconocido", le dirán los siúticos), sobre todo en una ciudad tan llena de enigmas y misterios arcanos, como es Santiago del Nuevo Extremo.

El caso anterior es el del edificio "La Quintrala" y también el de los tres restaurantes que han existido en los subterráneos de su galería, ubicada en Estado con Agustinas, según la leyenda reocupando espacios del subsuelo originarios de su siniestra dueña en pleno centro de la capital, donde la historia urbana se mezcla con cuentos siniestros de fantasmas y hechos insólitos.

Lo que se sabe es que, antiguamente, en el sitio donde se halla este edificio, habría estado ubicada la casa de la temida Quintrala. Por fotografías antiguas y descripciones hechas por don Benjamín Vicuña Mackenna, existía esta pequeña construcción solariega que había servido como local comercial, café y billar, donde después se levantó el edificio con su nombre.

Hay mucho más que decir al respecto, sin embargo. Su historia es una de las más curiosas de los edificios populares de Santiago.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

LA BASÍLICA QUE AÚN ESPERA UN SALVADOR

Aspecto del templo hacia el año 1900, todavía con etapas pendientes de construcción, y cuando la línea del tranvía pasaba por su misma esquina adoquinada.
Coordenadas: 33°26'28.69"S 70°39'42.48"W
La mayoría de las catedrales de Chile parecen estar dispuestas con accesos en el eje Este-Oeste. Por razones más relacionadas con las intrigas de “El Péndulo de Foucault” o “El Código Da Vinci” que con teología, por siglos los arquitectos se esmeraron en asegurarle esta orientación a varios de los grandes centros ceremoniales de la fe católica.
Empero, existen notables excepciones, como la representada por la Basílica del Salvador, que la mayoría santiaguina debe conocer sencillamente como la “catedral de Huérfanos con Almirante Barroso”, preguntándose de vez en cuando si sigue en pie o ya se cayó. Su orientación es rebelde: eje Norte-Sur.
Construida a partir de 1871, aproximadamente, en reemplazo de la siniestrada Iglesia de la Compañía de Jesús, sus 30 metros de altura y casi 100 de largo fueron concebidos para albergar medio millar de fieles simultáneamente. El proyecto quedó en manos del ingeniero alemán Teodoro Burchard y luego del arquitecto chillanejo Josué Smith Solar, pesos pesados en la historia urbana chilena.

domingo, 19 de noviembre de 2006

EL "TERREMOTO": UN TRAGO SÍSMICO, EMBRIAGADOR Y MUY CHILENO

Si hay un trago chileno que caracteriza la cultura popular de los bares y tugurios de la zona central del país, especialmente a la ciudad de Santiago, no hay duda de que es el "terremoto", que ha llegado ya no sólo a algunos mesones viejos con sabor a brisa marina de Valparaíso y San Antonio.
Como se sabe bien, se trata de un elíxir nacional a base de vino pipeño que sigue siendo novedad, todavía, incluso para los connacionales visitantes de provincias y los novatos en las artes etílicas, a pesar de su creciente acogida.
Los detalles de la receta varían según el local: al vino pipeño (vino blanco económico "de la casa", se le decía antes) y al helado de piña (tipo "crema", preferentemente) le agregan granadina o licor amargo en El Hoyo, ron en Las Tejas, coñac en La Punta y fernet en La Piojera; etc. El efecto es, sin embargo, igual de telúrico en todos los casos: el primerizo cae a veces con un solo vaso, grado 6 a 7 en escala de Richter. Los decanos aguantan tres o cuatro sacudones antes de comenzar a capitular. Conozco un par de vividores que llegaron como a diez cada uno en Av. San Diego, aunque con dedicación y sin apuros: desde las 11 de la mañana de un viernes hasta la misma hora de la noche.

viernes, 17 de noviembre de 2006

RECUERDOS DE ORESTE PLATH SOBRE "LA BAHIA" DE CALLE MONJITAS

Coordenadas: 33°26'13.98"S 70°38'57.09"W
Texto tomado de "El Santiago que se Fue", del destacado investigador costumbrista chileno Oreste Plath (1907-1996), páginas 148 a 151. Por nuestra parte, comentamos que el "Libro de los Expositores en Sevilla" tiene otros datos distintos a los de Plath. Según el libro, los hermanos Mituel e Isidro Tort fundaron "La Bahía" en 1910. Tiempo después, quedó en manos de la sociedad Nofre, Vadell y Pérez Ltda. También obtuvo concesiones de mariscos, como choros de San Antonio y ostras de Melinka, hacia los años veintes. Sus tragos "cola de mono" fueron famosos y sólo revelaron la totalidad de la receta el mismo día en que cerró sus puertas.
El 2 de mayo de 1922, fundan los hermanos Tort, La Bahía, así se le llamaba, y no restaurante. El mismo año la adquirieron Juan Nofré y Manuel Menéndez; en 1938 pasó a manos de Arcadio Vadel y Antonio Pérez González. Siempre fue regida por españoles, conocedores de comidas y licores. Nacionales y extranjeros eran atraídos por la langosta de Juan Fernández, las ostras, los erizos, las centollas, los mejores pescados. Los filetes eran de asombro; y los amigos de la carne de rana, de los muslos, no tenían más que elegir su pieza. Los batracios se encontraban en un acuario que un tiempo dio a la calle, siendo el embeleso de los niños por su lomo verde, sus ojos saltones, patas largas que los adultos se las servían a la bordelesa o al fricasé. Otra exquisitez eran las ostras al caldo de tortuga, que estaban a veces sueltas sobre la vereda y anunciaban sobre su caparazón el día de su sacrificio.
La cocina era excelente, el congrio frito, la corvina margarita, o el lenguado a la mantequilla. Una delicia era el chupe de guatitas. Regentaban los pescados, mariscos y vinos don Pepe Ruiseñor, que a la vez controlaba los cumpleaños de los clientes, llamándonos por teléfono en su día. A toda hora, los espléndidos comedores y el bar estaban colmados. ¿Cuántas comidas se jugaron al cacho? Se pagaba con cheques, vales y también con dinero. De su salón de ventas se despacharon muchas entradas, cajas de pollos al spiedo, de ostras listas para ser servidas y miles de cenas íntimas.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

"LAS TEJAS": MEDIO SIGLO ENTRE CHICHA Y PIPEÑO

Coordenadas: 33°26'52.96"S 70°39'3.02"W
El local "Las Tejas" nació como una chichería popular en el sector de Santiago Centro de la calle San Pablo, cerca del popular "Barrio Chino" de Mapocho, según alcanzamos a oír a algunos veteranos. Según Plath, esto fue en 1954, pero en otras fuentes y en la propia publicidad del boliche dice que éste fue abierto al público en 1946 y sobre lo que había sido una vieja cantina anterior, así que su vida podría remontarse mucho más atrás.
Sea de una u otra manera, se convirtió rápidamente en un templo de peregrinación para trasnochadores y adictos a las ambrosías de la fermentación de la uva, en los años cincuentas.
Pero, como sigue sucediendo hasta nuestros días en ese histórico barrio capitalino, un incendio había reducido a escombros parte de la cuadra donde se encontraba, llevándose consigo la chichería. Los borrachines y los acólitos del culto a la bebida chispeante lloraron a mares su partida.
Comprendiendo que una parte de la cultura nacional se perdería con la desaparición de "Las Tejas", un reportero gráfico y ex decano del diario "El Mercurio", tuvo la idea de recuperar la quinta a la que tantas buenas noches de jolgorio debía. Se trataba de don Leoncio del Canto Zamora, quien vendió prácticamente todos sus bienes para volver a levantar "Las Tejas", incluyendo su propia residencia.

domingo, 12 de noviembre de 2006

UNA FUENTE CONTROVERTIDA: ¿AYACUCHO EN LA PLAZA DE ARMAS DE SANTIAGO?

Otra vieja imagen de la Fuente de Ayacucho, con el antiguo Portal de Sierra Bella en donde está ahora el Portal Fernández Concha, de fondo.
Coordenadas: 33°26'16.24"S 70°39'1.99"W
Que la Plaza de Armas de Santiago se ha vuelto progresivamente más "peruana", es algo que sólo podría discutir el que nunca la ha conocido. No en vano, el apodo de la Pequeña Lima ya alcanzando desde calle Catedral a la parte norte de la plaza, que da a los edificios del Correo Central, el Museo Histórico Nacional y la Municipalidad de Santiago. Los restaurantes con comida típica de este origen comenzaron ya a instalarse alrededor de este barrio, además.
Pero hay aparentes antecedentes de lo que podríamos llamar una peruanización muy anterior, remontado al siglo XIX y que no pocos han considerado una verdadera anomalía o incoherencia histórica en esta plaza que señala el corazón y el kilómetro cero en las distancias de la ciudad capital chilena. Se trata del llamado Monumento a la Victoria de Ayacucho, Fuente a la Gloria de Bolívar (¿O debiese ser de Sucre, más bien?) o Monumento a la Libertad Americana, colocado al centro de este cuadrante desde los tiempos tempranos de la República.
Aunque se le ha buscado asociar específicamente a la memoria del Libertador Simón Bolívar, la enorme fuente blanca de mármol italiano tallado y de estética greco-románica, sigue siendo algo extraño, para muchos una curiosidad casi excéntrica enclavada en la plaza chilena, por contener lo que se interpreta como un homenaje a las glorias independentistas que dieron la libertad final al Perú, en Ayacucho, durante el año 1826.

viernes, 10 de noviembre de 2006

UNA DECENA HISTÓRICA: LA "CASA DE LOS DIEZ" EN AVENIDA SANTA ROSA

La casona hacia los setenta (Fuente imagen: Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional)
Coordenadas: 33°26'46.32"S 70°38'43.60"W
Una extraña conjunción está enclavada en las avenidas Santa Rosa y Tarapacá, señalada por la llamada "Casa de los Diez", en pleno centro de Santiago, a una cuadra y algo más de la Alameda. Para algunos no es más que el punto que indica el momento de doblar hacia el Norte para entrar por Mac Iver. La anomalía se nota de inmediato, sin embargo: algo extraño sucede; algo se quiebra allí... Algo que se ha hecho necesario mantener a pesar de los cambios urbanísticos severos sufridos por el barrio.
Considerando el historial de destrucción y casi saqueo de los edificios de mayor valor cultural y patrimonial en nuestro país, se entiende que, de no ser porque el Consejo de Monumentos Nacionales alcanzó a incluir la casona en la categoría de Monumento Histórico Nacional, muy probablemente la construcción ya habría sido derribada para corregir el acceso de calle Tarapacá hacia el Poniente en este cruce tan importante para las arterias que avanzan o contornean el centro de la capital, liberándola de la anormalidad a la que hacemos referencia. Algo esperable en una ciudad que ya está siendo adaptada no para la ciudadanía ni la calidad de vida, sino a la mera demanda de transportes y sus volúmenes vehiculares.
De hecho, cuando vio la luz el salvador Decreto Nº 976 del 26 de septiembre de 1997 del Ministerio de Educación que le dio este estatus de Monumento Histórico, la "Casa de los Diez" estaba bajo inminente amenaza de demolición para el ensanche de ambas avenidas, a pesar de que ya contaba con la categoría de Inmueble de Conservación Histórica por la Ley General de Urbanismo y Construcción.
La "Casa de los Diez" se ve imponente desde su entorno. Como el problema mismo que causa en la encrucijada de ambas calles, parece también una anomalía por sí misma: algo que está, pero no debería estar, como las fotografías que registran apariciones de fantasmas o de difuntos que ninguno de los presentes vio al momento de posar y sonreír.

martes, 7 de noviembre de 2006

PLAZA BRASIL: ENTRE "ORDEM E PROGRESSO", SOBREVIVIENDO

Plaza Brasil hacia 1938. Atrás a la izquierda se ven las torres-campanarios de la Iglesia de la Preciosa Sangre. Imagen de los archivos fotográficos del Museo Histórico Nacional.
Coordenadas: 33°26'25.86"S 70°39'57.39"W
Cinco años en una Universidad del sector de Plaza Brasil, me relacionaron estrechamente con su entorno señorial y estilo de los inicios republicanos. Empero, como estudiara una carrera que hoy no ejercería ni a palos, la retrospectiva me provocaba una sensación de tiempo perdido en vez de nostalgia.
No sería mi única frustración allí, sin embargo. Cumpliendo uno de los proyectos de la facultad insistentemente abstractos y dados a la "volada" poco aterrizada, escogí la plaza para observación de aspectos típicos del barrio, llamando mi atención especialmente sus árboles viejos, retorcidos, esos de semblante tolkieniano, como ents heridos en batalla. Niños que parecen extraviados en ese barrio “de viejos” jugaban alrededor y las parejas buscaban sombra, en un rito que -hoy lo sé- se remonta a los orígenes de la misma plaza.

UN ENCLAVE MISTERIOSO EN BLAS CAÑAS

El pasaje-cité de Blas Cañas, en 1997.
Coordenadas: 33°26'40.70"S 70°38'31.19"W
Sorprende el volumen de inspiración que provocó en el poeta y ex embajador chileno, don Miguel Serrano Fernández, la experiencia personal que vivió hacia mediados de los años 30 en un hermoso y pintoresco pasaje-cité del barrio de calle Carmen, a no muchas cuadras de la Alameda. Un lugar que aún existe, felizmente.
Las siguientes son palabras escritas por el autor en su obra "Ni por mar, ni por tierra" (que aparece en 1950), revelan este encuentro tras una pasada por un café o bar de reuniones habituales con amigos de la Generación Literaria del 38, con Héctor Barreto a la cabeza de aquella experiencia (problablemente era el "Miss Universo" de calle San Diego cerca de Ovalle):
La noche llegó a su fin y nos levantamos para partir, rumbo a nuestras casas. Empecé a recorrer de regreso las mismas calles y apresuré el paso para llegar antes de que amaneciera. Entonces me encontré en un lugar extraño, en un arrabal de sueño. Viejos faroles proyectaban lucecillas mortecinas. En los muros había ventabas desiguales. El suelo estaba empedrado y la calle terminaba en punta. Las puertas y las ventanas permanecían cerradas. Mis pasos comenzaron a resonar. Sin querer, caminé de puntillas. Una ventana se abrió y una voz dijo: 'Llueve'. La ventana se cerró nuevamente. Pero no llovía y sólo la luz se posaba sobre las aceras. Me acerqué a la puerta de la casa y golpeé. La puerta se entreabrió y una mujer miró afuera con inquietud. Del fondo del cuarto, otra mujer de edad madura avanzó cojeando. Sobre las piernas traía unas extrañas polainas de papel. Cogió del brazo a la joven. Mientras cerraba la puerta, me contempló con una sonrisa vaga.

LA "BASÍLICA" DE LOS SACRAMENTINOS: EL SACRE COEUR DE BARRIO SAN DIEGO

Boceto del proyecto original de la Iglesia del Santísimo Sacramento, publicado en el Libro de los Expositores de Chile en la Feria Internacional de Sevilla de 1929, cuando la iglesia todavía no era concluida. Tiene diferencias con el resultado final, especialmente en la figura de Cristo situada entre ambas cúpulas-torres (finalmente sustituida por dos ángeles, pues esta imagen quedó levantada atrás, hacia el lado de San Diego).
Coordenadas: 33°27'4.55"S 70°38'57.65"W
La primera satisfacción de vivir en el a veces temido centro de la capital la tuve la segunda o tercera noche, al descubrir que desde mi ventana (séptimo piso), mirando hacia el poniente de la ciudad, se alzaba majestuoso y altivo un palacio románico y de altas convexidades bizantinas. Tenuemente iluminado por las luces amarillentas de las calles, era una postal que semejaba más bien un retrato mate del Santiago de aquellos tiempos en que las noticia seguía siendo la primera gran conflagración en Europa.
La oscuridad del complejo y la incapacidad del alumbrado público por delatar totalmente sus formas, le daban al enorme templo el aspecto de una temible bestia jurásica dormida, o acaso ya inofensiva e irremediablemente muerta.
Desconozco si Ricardo Larraín Bravo sabía, en 1911, que al iniciar la construcción de la espléndida Iglesia del Santísimo Sacramento o de los Sacramentinos, entregada en 1919 allí en su parroquia entre San Diego y Arturo Prat, crearía uno de los referentes urbanos y arquitectónicos más importantes de Santiago a pesar de que la mayoría de sus habitantes parecieran desconocer hoy hasta el nombre de tan imponente obra e incluso ignoren que su entrada está en realidad por el lado oriente y no por su cara que da hacia Parque Almagro.
Tal vez el arquitecto sólo se limitó a cumplir las instrucciones de imitar sin grandes expectativas las formas de la Basílica de Sacre Coeur, el templo del Sagrado Corazón de Montmartre, parcialmente terminado en 1910, conforme lo soñaba también doña María Lecaros de Marchant, decidida a instalar en su émulo a la primera congregación sacramentina que ella misma había ayudado a traer desde Francia. La pasión que Larraín le imprimió a este proyecto, sin embargo, dice lo contrario.