
El edificio en sus mejores años. Imagen publicada
en revista "Auca" en 1982.
Coordenadas: 33°26'5.25"S
70°39'11.99"W
Admito que, hasta hace pocos años, no
conocía mucho la historia de este edificio ni la de su pasaje adyacente, en las
puertas del Barrio Mapocho, callejón de sólo una cuadra tan definido por haber
cobijado al Anexo Cárcel Capuchinos de Gendarmería de
Chile.
Parte de lo que hoy sé al respecto, sin embargo, lo
obtuve tomado como punto de partida un artículo biográfico sobre el arquitecto
Manuel Cifuentes, autor del gran edificio, publicada hace tiempo ya por su
colega Ignacio Salinas Jaque, del Departamento de Historia de la Arquitectura y
Urbanismo de la Universidad de Chile, aunque con algunos datos que me parecería
necesario revisar o precisar.
Ya no estoy en el pasatiempo de
la investigación tan exhaustiva como otras épocas de este blog, es verdad, pero de todos modos
quisiera compartir lo que tengo a mano sobre dicho edificio que da frente a toda
la cuadra del 700 en
calle Bandera de la ciudad de Santiago, resistiendo al tiempo con visibles
huellas de daños, abandono y amenazas al acecho. Quizás puedan resultar útiles a quienes
se arroguen una tarea de rescate, porque -al parecer- podría necesitarla, y la
información en internet no es muy generosa con su presencia en la
ciudad.

Grutescos y decoración en la fachada del edificio.

Pasaje de la calle Capuchinos, con sus adoquines
originales aún visibles. A la derecha, se observa la cara posterior del Edificio
Capuchinas.

EL ANTIGUO CONVENTO CAPUCHINO
Bien, antes de entrar en materia,
partamos por un hecho concreto, que da fundamentos nominales y toponímicos a nuestro asunto:
toda la cuadra que hoy observamos en el populoso sector de las calles
Bandera y Morandé, entre San Pablo y Rosas, pertenecía en el pasado al
Convento de las Clarisas Capuchinas, solariego y de cinco patios, separado del
entonces ancho lecho del Río Mapocho por
poco más de una manzana construida.
Como el frente de su pequeña iglesia en
la esquina con Bandera daba hacia la calle Rosas (punta Nor-poniente del cruce
de estas vías), esta última era llamada también la Calle de las Capuchinas,
pues el nombre de la Calle de las Rosas lo recibía en esos años
sólo por el sector donde las monjas rosas (devotas de Santa Rosa de Lima) fundaron
en el siglo XVII su propio beaterío, al costado Sur-poniente del Colegio de San Pablo, en
la conjunción con Calle del Peumo (actual Amunátegui).
Desde este punto hacia el oriente, pues, la calle sería identificada como la De las
Capuchinas, cuando llegaron tales monjas al país, según lo que señala Luis Thayer
Ojeda en su "Santiago de Chile: origen del nombre de sus calles".
Las capuchinas se habían establecido en
esta manzana de Bandera hacia inicios de 1727, tras arribar en Santiago. El
claustro, construido durante el año anterior, había sido fundado por misioneras
españolas salidas desde Lima: la Madre Abadesa Sor María
Bernarda Callejo, la Vicaria Sor María Francisca, la Maestra de Novicias Sor
María Gregoria y la Segunda Tornera Sor María Rosalía, además de la
aristocrática chilena y Primera Tornera Sor María Jacinta, llamada Agustina de
Toro y Zambrano antes de entregarse por entero a la orden. El viajero francés Amadée Frezier fue testigo de parte de esta historia, comentándola en sus
conocidas
crónicas.
El día 22 de enero, las misioneras
llegaron desde Valparaíso (estaban desde octubre del año anterior en el puerto)
y fueron recibidas con honores en la Catedral de Santiago, celebrándose un Te
Deum acompañadas de una procesión, de autoridades coloniales y de la
muchedumbre que espontáneamente se unió al grupo.
Asistidas por sus hermanos
franciscanos y por personas acomodadas de la ciudad, procederían después a ocupar el
claustro del Monasterio de la Santísima Trinidad, construida para ellas y hasta
donde las condujo el Obispo Alonso del Pozo y Silva. Era el séptimo convento
femenino que se fundaba en Chile, y se lo había instalado en los terrenos e
inmuebles que había cedido ya en su lecho de muerte doña Juana Fenelli, cuya
casa estaba en la esquina de Rosas con Morandé, de la misma manzana, ocupando un
cuarto de la misma.

Entre las distinguidas damas que se
involucraron con la labor de las capuchinas, estuvo doña Margarita Briones,
quien profesó "in artículo mortis"; su hija doña Margarita Carrión, que
se encargó de gestionar el traspaso de la propiedad a las monjas, aunque con la
intención inicial de que fueran carmelitas las arribadas allí, asumiendo después
como Sor María Clara; doña María Josefa Briand de Manso, relacionada
familiarmente con el Gobernador José Antonio Manso de Velasco; doña Francisca
Varas y Corvalán, que asumió como Sor María Josefa Victoria; doña Antonia de
Carvajal y Galleguillos, asumida como Sor María Agustina; doña Agustina
Valdivia, que toma el velo blanco como Sor María Ignacia; doña María Josefa
Maldonado, que adopta el nombre de Sor María Gertrudis; y doña Ana María
Alcalde, hija del Conde de Quinta Alegre. Algunas de ellas, además, figurarán entre las
fundadoras del convento capuchino de Buenos Aires, pocos años después.
Informa la escritora mercedaria Sor
Imelda Cano Roldán, en su trabajo "La mujer en el Reyno de Chile", que la
Abadesa Sor Bernarda fue reconocida por sus talentos y virtudes hasta su
fallecimiento, en 1740. Por otro lado, el templo de las capuchinas se volvería uno de los
sitios de alta demanda en la confesión de las religiosas, actividad a cargo de
sacerdotes jesuitas. Estas monjas se hicieron conocidas también por fabricar
sabrosos dulces, licores macerados y medicinas.
Todavía
dentro del siglo XVIII, el cronista
Vicente Carvallo y Goyeneche observa y describe el convento como de "buena y iglesia y
cómodas habitaciones". El templo no era particularmente grande, pero tenía
cierta elegancia barroca colonial, con campanario lateral parecido al de las
escuelas virreinales de arquitectura religiosa. Continuó siendo mejorado con los
años y su altar principal fue confeccionado por el pintor y escultor
Fermín Morales quien, curiosamente, falleció justo mientras trabajaba en esta
obra y en el retablo del templo, en 1810.
Las hermanas capuchinas permanecieron en
este sitio por poco menos de dos centurias, hasta que su querida casa histórica
en la capital chilena desde la que habían visto pasar la Independencia, grandes
guerras y todas las convulsiones del siglo XIX, les quedó pequeña e incómoda a
las necesidades de su comunidad.
Quizás en alguna entrada posterior a ésta, pueda aportar
más antecedentes e imágenes sobre el desaparecido convento, ya que nuestra
atención -por ahora- está principalmente en el actual escenario visible en
aquella cuadra.

Vista del antiguo Santiago, de Norte a Sur. Se
destaca en rojo la manzana colonial de Santiago donde estaba el monasterio
capuchino de la Santísima Trinidad, con su iglesia. Maqueta de la ciudad en el
Museo Histórico Nacional.

La cuadra del convento capuchino (al centro) en
sus últimos años de existencia antes de ser vendido y demolido, en un plano de
Santiago de 1911. Aún no existían la calle Capuchinos ni el edificio que le da
su extensión.

Plano de primer piso del Edificio Capuchinas,
construido después del Primer Centenario en donde estaba antes el monasterio
(Revista "Auca" en 1982).
EL EDIFICIO CAPUCHINAS DE CALLE
BANDERA
Cerca del cambio de siglo, comenzaron a
aparecer ciertos edificios residenciales, institucionales o comerciales que
imitaban el modelo fastuoso y monumental de fachadas a manzana completa, con dos o
más pisos, visible por entonces en casos especiales como el del Palacio de la
Moneda, los de la Plaza de Armas (como el
Portal de Sierra Bella) o algunos de la Alameda de las Delicias (como el
gran edificio que existió entre Bandera y Ahumada). El edificio que iba a
reemplazar el antiguo convento capuchino estaría en esta misma línea.
Sucedió que las monjas capuchinas se
retiraron de sus antiguos claustros a inicios de 1915, escapando del progresivo
ajetreo de Santiago Centro y de las limitaciones de su vetusto monasterio. El 23
de enero de ese año, cerca del aniversario de la llegada de la orden, se mudaron
con todo hasta el complejo de calle Carmen 876, su nuevo y espléndido Monasterio
de la Santísima Trinidad, que todavía ocupan.

Así, se proyectó en el paño un
gran edificio de renta, con zócalo comercial y pisos superiores residenciales,
abarcando toda esta clara de la cuadra. La idea fue encargada al prestigioso
arquitecto nacional Manuel Cifuentes Gómez (1876-1957), que hasta entonces
reunía en su currículum importantes trabajos como la ya inexistente Capilla de
la Universidad Católica, la casa de su padre el distinguido académico y hombre
público Abdón Cifuentes (en calle Dieciocho), además de haber colaborado con
Emilio Jecquier en los planos de la Casa Central de la Universidad Católica, y
de estar trabajando ya entonces en el proyecto del edificio del Diario
Ilustrado, de calle Morandé.
El inmueble proyectado por Cifuentes
y construido en 1916, fue
bautizado Edificio Capuchinas en recuerdo de la antigua propiedad religiosa. Está compuesto de cuatro unidades con patios de luz propios y entradas
correspondientes en forma de arcos. Estos cuatro bloques son independientes entre sí, no
interconectados, pero se uniforman por su diseño exterior de fachadas.
Con sus cuatro niveles más una falsa
mansarda, se observa la influencia del neoclásico francés en su diseño,
quizás incluso de un tímido art nouveau, aunque con rasgos de retirada al
irse fusionando con aspectos estilísticos más eclécticos en sus formas,
anunciando las variaciones de la escuela modernista que ya se venían en la
arquitectura de entonces. Sorprenden los detalles florales y los rostros
grutescos en las fachadas, además de los juegos simétricos de sus vanos en cada
nivel, enriquecidos con balaustras y balcocillos.

No mucho después de su construcción, ya
en los años veinte o treinta, este edificio había comenzado a ser influido por la
intensa bohemia del llamado "Barrio Chino" de Mapocho, que se concentraba
especialmente en la cuadra siguiente del 800 y que atrajo a artistas e
intelectuales como Pablo Neruda,
Alberto Rojas Jiménez, Isaías Cabezón y
Oreste Plath, entre muchos otros. Su comercio cayó seducido por esta propuesta y así, en el
tramo de calle Bandera donde está, aparecieron también famosos clubes como "El Shangay" de don
Ángel Capriolo, sucedido más tarde en el mismo sitio por "La Cabaña", hasta
donde iban periodistas como Enrique Lafourcade y Osvaldo "Rakatán" Muñoz,
siendo lugar de inicio para los músicos Nino Landi y Chito Faró. Saliendo de
uno de estos boliches y precisamente en esta cuadra, perdió la vida atropellado
por un
tranvía el músico popular Jorge Abril (padre), famoso por popularizar el
tema "En Mejillones yo tuve un amor" de Gamelín Guerra Seura.
Además de los bohemios incorregibles que
asomaban por la cuadra, en el 720 del edificio de nuestro interés habría
vivido y mantenido un estudio, durante un tiempo, el escritor Enrique Bunster, en el tercer piso
según entiendo. En sus primer nivel, el
736, en tanto, estuvo la Compañía Independiente de Cerámica Macul. Y por el lado de Rosas,
hacia Morandé, vivió en los años cuarenta el futuro diplomático Oscar Pinochet
de la Barra, en una pensión para estudiantes universitarios que mantenía allí el
arzobispado vecina al edificio.
Lamentablemente, en este momento el
edificio está muy maltratado y virtualmente abandonado, con gran temor rondando sobre su
destino. Sólo los espacios de comercio, en el primer nivel, siguen activos. Las
fotografías antiguas demuestran que las cúpulas que rematan sus vértices han
sido considerablemente reducidas, y que los aleros de umbral sobre las puertas de
este mismo vértice y en los cuatro accesos, han desaparecido. De la misma
manera, toda la presentación del zócalo edificio, que antes tenía vanos distribuidos en ventanas
y puertas de arcos escarzanos, han sido modificadas por las cortinas de puestos
comerciales que allí están ahora.

Edificio Capuchinas, esquina de Bandera con San
Pablo.

Edificio Capuchinas, esquina de Bandera con Rosas.

Fachada por calles Bandera (arriba) y Capuchinos
(abajo).

Decoración, forjaduras y marcos en los accesos de
arcos.
RECUERDOS DE LA CALLE CAPUCHINOS
Justo atrás del edificio y siguiendo la
longitud de toda su cara posterior, se extiende desde San Pablo hasta Rosas un
curioso callejón o pasaje estrecho, desde entonces conocido como la calle
Capuchinos, famosa por albergar -a mitad de la misma- al que fuera el Anexo Cárcel
Capuchinos.
Esta calle surgió del proyecto de loteos
y de urbanización de la antigua propiedad de las monjas tras su venta en 1915,
representando un caso parecido al de la parcial demolición de la manzana de la
Alameda entre Bandera y Ahumada permitió la aparición de calles interiores como
Nueva York y La Bolsa, luego de reducirse el
edificio que hacía el gran frente de este cuadra, también sobre terrenos que
habían pertenecido a una orden religiosa.
Parte de los suelos que pertenecían a esta parte opuesta de la cuadra, fueron siendo
adquiridos en otras etapas y para diferentes destinos, pero, en general, se
extienden los trabajos de construcción de nuevos inmuebles en ella durante los
años veinte y parte del siguiente. Esto se aprecia observando los estilos de las
fachadas y líneas de cornisas. Una de las últimas en ser levantadas allí fue la
Caja de Crédito Popular o "Tía Rica", justo en la esquina de Capuchinos con
San Pablo, ya bajo evidente influencia del movimiento de art decó en su
diseño de 1929.
En la
mencionada época de euforia bohemia de calle
Bandera y San Pablo, Capuchinos no se quedó atrás y se impregnó de estos
perfumes dulzones para nocherniegos y vividores. De hecho, era el referente
inconfundible para los visitantes del entonces famosísimo Club Alemán de calle
San Pablo, pues éste quedaba justo de frente a la boca Norte del callejón. En
tanto, por todos los bajos del nivel del Edificio Capuchinas que da a el
pasaje, abrían hasta tarde algunos extraños boliches como botillerías o pequeños
clubes, de los que sólo quedan sus cortinas metálicas estrechas eternamente
abajo y los fierros que sostenían carteles luminosos ya perdidos en los vientos
de Cronos.

Sin embargo, las instalaciones a
cargo de gendarmería, situadas al centro, han sido quizás el enclave más
reconocible en la identidad de calle: el Anexo Cárcel Capuchinos, antaño llamada
de forma peyorativa como "La Prisión de los ricos" o "La Cárcel VIP", por la importancia
de personajes que alguna vez desfilaron allí y con tratos preferenciales, según
se creía popularmente. Por ella pasaron prominentes empresarios, dirigentes
políticos perseguidos en tiempos dictatoriales, procesados por delitos
terroristas y después militares acusados de violaciones a los derechos humanos.
No me extenderé mucho aquí en la
historia de este recinto carcelario del que preferiría hablar a futuro en otra
entrada, pero cabe comentar que utilizaba un antiguo inmueble que había sido
levantado para los claustros religiosos en el siglo XIX y que fuera
adquirido y mejorado durante el Gobierno de Juan Antonio Ríos, hacia 1945-1946,
destinándolo al alojamiento de reos sin prontuario por delitos violentos y de los
que estuviesen procesados por delitos económicos.
Ubicado en el 738 de la calle, tras
décadas de uso, un incendio acabó con gran parte del mismo recinto, el 11 de septiembre
de 2005. La estrechez de la calle Capuchinos dificultó muchísimo la actuación de
bomberos y sus camiones, intentando salvar el edificio. Actualmente, la
propiedad es usada como sede de algunos servicios de Gendarmería de Chile y su
patio abierto para
estacionamientos.
Calle Capuchinos ha cambiado muy poco
desde sus orígenes: sus adoquines, sus muros grises, algunos inmuebles bajo el
influjo del incipiente art decó, como el de gendarmería en el 736 y el
mencionado de
la "Tía Rica"; otros resistiendo aún desde el neoclásico más
sincrético, como el del arquitecto Luis Nieto, en el número 730, ahora habitado
por un ruidoso grupo de ciudadanos extranjeros. Los rayados a aerosol y otras
expresiones de nuevo arte rupestre han ido afeándola, y algunas opiniones
coinciden en que se trata de un sitio inseguro a ciertas horas y días.
No repetiré acá esa ilusión de que ha
detenido el tiempo en Capuchinos, porque una afirmación así resulta quimérica ya
para todo rincón de una ciudad en permanente transformación, como sucede con la
capital chilena. Empero, sí es claro que la postal urbana de este sitio ha
permanecido bastante fiel a su época, a pesar de las grandes amenazas que se ciernen
sobre el barrio y sobre el Edificio Capuchinas que le da su forma y baluarte.

Inmuebles de calle Capuchinos: a la izquierda, el
edificio neoclásico de Luis Nieto; a la derecha, el de gendarmería, adyacente a
la excárcel.

Calle Capuchinos, sector central y accesos a la
excárcel.

Cortinas de antiguos locales comerciales ya
cerrados, en el Edificio Capuchinas por el lado de calle Capuchinos.

Arriba, acceso a Capuchinos por el lado de Rosas.
Abajo, entrada a la calle por el lado de San Pablo, formada por el Edificio
Capuchinas (a la izquierda) y el
Edificio de la Casa de Crédito Popular (a la derecha).
Excelente!!!! Gracias por este fragmento de historia
ResponderEliminarMuy buen relato. gracias
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