
Imagen de una tarjeta religiosa con el retrato de Fray Andresito, el
“santo” popular para Chile de origen canario, cargando la imagen de su
amada Santa Filomena y el mismo tarrito limosnero que usó de alcancía
para reunir ayuda para la recolección franciscana.
Coordenadas: 33°25'49.83"S 70°38'51.62"W (Iglesia de la Recoleta
Franciscana)
Pasado ya el período de ordenamiento republicano chileno, hubo en
Santiago un personaje que, no obstante haber sido acogido también en la
iconografía más querida y venerada por los herederos de la rotada
chilena y las clases populares en general, simboliza un lado de profunda
espiritualidad y ascetismo, erigiéndose como todo un santo de los pobres
y los más desposeídos que aún hoy seguiría arrojando milagros y
misterios inexplicados alrededor suyo, según aseguran sus fieles
devotos.
Fray Andresito, con sus misterios y sus certezas, es uno de los
personajes más interesantes de la historia de la religiosidad en Chile.
Y como ya hemos visto acá la historia de otros dos hombres santos
que lo precedieron en la Recoleta Franciscana de la capital, el
Negro Andrés de Guinea y
Fray Pedro de Bardeci, corresponde cumplir con reseñar algo sobre
este queridísimo y recordado personaje, con serias posibilidades de
avanzar peldaños en el camino a su canonización oficial.
La fe popular ha convertido a Andresito en la figura más trascendente de
la Recoleta Franciscana y quizás de todo el vecindario en las márgenes
del río Mapocho, cotizándose su imagen en muchos ámbitos: religioso,
social, político, cultural, folclórico, etc. El dirigente sindical
Clotario Blest -que vistió aquí mismo el hábito franciscano al final de
sus días- alguna vez confesó su admiración por Andresito y su ejemplar
vida consagrada a los pobres. Y un siglo y medio después de su muerte,
los guachacas chilenos agrupados en su propio club cultural y
liderados por su guaripola Dióscoro Rojas, han proclamado urbi
et orbi a Fray Andresito como su Santo Patrono, además de prócer y
casi superhéroe del gremio (ver diario "La Nación" del jueves 24 de
septiembre de 2009, Santiago de Chile).
Hay algunas biografías circulando sobre él, pero acá me apoyaré
principalmente en los antecedentes publicados poco después de su época:
en "Vida de Fray Andresito" de Fray Manuel de la Cruz Villarroel
(republicado por el Archivo Franciscano de Santiago de Chile), en
"Historia y devociones de la Recoleta Franciscana de Santiago de Chile
(1643-1985)" de Fray Juan Rovegno S., y en "Vida admirable del Siervo de
Dios Fray Andrés Filomeno García" de Fray Francisco Julio Uteau.

Acercamiento a "Fray Andrés con los mendigos", retrato al óleo sobre
tela hecho por Ramón Pizarro en 1855. . El cuadro está en el pequeño
museo de Fray Andresito dentro de la Recoleta Franciscana.
LOS ORÍGENES DE ANDRESITO
Andrés Antonio María de los Dolores García Acosta nació el 10 de enero
de 1800 en Ampuyenta, en la Isla Fuerteventura del archipiélago de las
Canarias. Era la misma isla donde vivió San Diego de Alcalá, impregnando
de cultura franciscana a todos sus habitantes y sus tradiciones de fe.
Siendo parte de una modesta familia formada por el matrimonio de
agricultores Gabriel García y Antonia Acosta, el pequeño trabajó como
pastor de ovejas emigrando después al Uruguay, en 1833, donde se
desempeñó como comerciante ambulante, obrero de construcción, vendedor
de libros y enfermero, todos oficios que marcaron mucho el resto de sus
quehaceres. Se sabe que sus padres ya estaban muertos para entonces,
probablemente desde el año anterior, y que sus hermanos estaban casados,
por lo que no tenía muchas opciones de encontrar acogida entre su
familia.
De acuerdo a lo que anota Rovegno, allí en la Banda Oriental conoció al
misionero franciscano Felipe Echenagusia, encontrando empleo como
portero y limosnero del convento hasta 1838, cuando se decretó la
desocupación del recinto para pasar a manos de la Universidad, debiendo
partir con el Padre Felipe rumbo a Chile para integrarse a la Recoleta
Franciscana, donde serían recibidos por Fray José Infante el 10 de julio
del año siguiente. Algunas fuentes señalan, sin embargo, que Andresito
había sido injustamente perseguido y humillado por un superior en el
convento de Montevideo, y que éste incidente le habría obligado a
abandonar la vida allí, poco antes de la ocupación del mismo convento
por la Universidad.
Una situación milagrosa en torno a la vida de Andrés ya había ocurrido
en este período, reportada después por el Previsor Fernández, de
Montevideo: un día de aquellos le cayó en la cabeza y desde gran altura
un balde con cal, producto del descuido de un trabajador durante la
construcción de un templo que se hallaba donde después estaría la Casa
de Ejercicios de la capital uruguaya. Aunque un accidente así debió ser
mortal, sólo le causó una leve contusión y, al volver en sí tras el
golpe, se levantó exclamando: "¡Alabado sea Dios!", ante los
atónitos y asustados testigos. Esta frase se volvería bastante
distintiva y característica suya, por el resto de su vida.
La anécdota del accidente palidece, sin embargo, ante la
espectacularidad de otros acontecimientos sobrenaturales que se le
adjudican a sus santos talentos, como veremos.

Acercamiento a la antigua pintura al óleo de Fray Andresito, hecha
por manos anónimas. Se le observa cargando la cruz, con una
estatuilla de Santa Filomena y un cráneo humano.

Placa conmemorativa, en el acceso al templo.
LLEGADA A CHILE
Cuando Andrés arribó a Chile, lo hizo concluyendo un viaje en barco que
fue un verdadero calvario de abusos y agresiones de parte de los marinos
del navío, al parecer por el choque que se produjo entre el duro
carácter moralista del canario y la vida escasamente cristiana de la
tripulación. En alguna oportunidad terminó, de hecho, aturdido tras los
golpes de sus molestos atacantes. Luego, en el Cabo de Hornos, las
tormentas le hicieron creer seriamente que su viaje llegaba a inesperado
fin.
Tras llegar por fin a Santiago, tampoco debe haber sido muy entretenida
la vida de Andrés en estos primeros días en el convento franciscano
junto al río Mapocho, pues fue destinado a labores de asistente de
cocinero, lavador de platos y barrendero. A pesar de ello, trabajaba con
gran alegría y entusiasmo, animado por su misteriosa luz interior.
Siguiendo un consejo de Fray Felipe, el cargo de limosnero le fue
entregado en la recolección a Andrés por Fray José, el día 2 de agosto
de 1839. Comenzó a ejercerlo de inmediato, paseando su humilde alcancía
y una estampa de Santa Filomena, de la que era ferviente devoto, por las
calles de una ciudad que apenas conocía, siempre con el mismo esmero y
vocación por el servicio. El dinero que solicitaba era para mantener el
convento, completar la construcción de la iglesia y otros fines
piadosos.
A pesar de su experiencia como limosnero en Montevideo, muy difícil fue
esta tarea para el donado Andrés, extranjero en una sociedad que recién
comenzaba a conocer y en la que aún no tenía amigos locales. Pese a
todo, conseguía a diario reunir las limosnas para el convento,
haciéndose cada vez más reconocible y estimado entre los habitantes de
Santiago. Siempre sonriente, alegre a pesar de haber sido víctima
frecuente de insultos, de agresiones y de la mezquindad de quienes se
negaban a cooperarle. Salía todas las mañanas temprano y volvía a la
Recoleta a almorzar; y en la hora de la siesta, aprovechaba para orar y
repartir enseñanzas a los pobres en las puertas del convento.
Apodado el Canario entre sus hermanos, comenzó a ser solicitado
por familias que querían ayudar con limosnas para la orden, y así
empezaron a abrírsele todas las puertas de la ciudad entera, desde las
casas más humildes hasta los palacios más suntuosos de la aristocracia
criolla. Incluso fue recibido en La Moneda, pues se hizo de amistades
tales como el Senador Francisco Ignacio Ossa y la esposa del General
Manuel Bulnes, doña Enriqueta Pinto.
"Su nueva ocupación parece que no le desagradaba –escribe Fray Cruz Villarroel en 1856-, desempeñándola con gusto; aunque la vida del limosnero es muy labiosa, muy pesada y muy peligrosa. En efecto, él tiene que andar casi todo el día, tiene que avergonzarse de pedir para otros, tiene que ir siempre muy prevenido de las injurias, burlas, amenazas, insultos y desprecios, que no son nada raros en este penoso ejercicio; él tiene, por último, que ir muy sobre sí para no caer en peligros mil que por donde quiera le rodean. Y si así lo hace ¡Ay, infeliz del limosnero que se descuide por un solo momento! ¡Indudablemente perderá del grandioso mérito que adquiere para con Dios y con los hombres! ¡Caerá en faltas gravísimas y abominables!".
Así, empezaron a correr los rumores sobre su capacidad de ofrecer
milagros y prodigios de los que haremos caudal luego, cuando más y más
personas le reconocían un talento de curar enfermedades y rumoreaban
también que era capaz de casi cualquier cosa, con el sólo ejercicio de
la oración. El humilde limosnero curaba heridas, sanaba dolencias y
mejoraba a los convalecientes.

Copia del daguerrotipo de Fray Andresito, posiblemente tomado por Manson
en 1849. Se le observa con su tarro de limosnas y la imagen de Santa
Filomena. Ha servido de base a muchas de las representaciones e
iconografías que se han hecho de él. Museo de Fray Andresito en la
Recoleta.
VOCACIÓN DE ASISTENCIA
Fray Andresito, como le llamaban cariñosamente ya entonces, también
solía escribir poemas religiosos y descansar en un viejo y tosco escaño
de piedra que aún se conserva en la Recoleta. Allí se sentaba a meditar,
incluso hasta sus últimos días. También buscó expandir el culto a su
querida Santa Filomena, por cuya devoción se cambió el nombre al de
Andrés Filomeno García.
Bien puede tratarse del primero en introducir de modo estable y
reconocible en Chile la devoción a esta Santa mártir, que da su nombre a
otra de las principales calles chimberas a espaldas de la iglesia y
también a su templo en Barrio Patronato. Por ella escribió algunas rimas
en tono de oración, pues Andresito solía amenizar el ambiente de los
comedores con sus sencillos versos pronunciados en el acento hispánico
que nunca perdió, a veces acompañado de un pandero:
Buen ejemplo nos ha dado
El que no cabe en el cielo,
Que se ha humillado hasta el suelo
De pastores celebrado;
Tengamos mayor cuidado
De vivir en adelante,
En abstinencia constante
Y no tengamos temor
De vivir con más rigor
Y con risueño semblante.
El 25 de marzo de 1842 y habiendo venido a Santiago desde la Banda
Oriental el Presbítero argentino Pedro Ignacio de Castro Barros, éste
llegó a alojarse en la Recoleta Franciscana donde fue recibido como
huésped. Allí causó profunda influencia sobre Andrés: el prestigioso
sacerdote oficiaría como profesor de filosofía y teología en el convento
y en el Seminario de Santiago, donde se mostró con ideas políticas muy
desafiantes para la época, que tocaron notoriamente en los demás
religiosos chilenos. Fue un crítico del patronato regio y del regalismo,
primero en sentar en Chile este discurso, según parece.
Al año siguiente, se inició la reconstrucción del nuevo templo de la
orden, promovido por Fray Vicente Crespo. Andrés había participado
fervorosamente en la obtención de las limosnas que sirvieron para
financiar gran parte del proyecto, echando manos también en los trabajos
con la experiencia como obrero que había reunido en sus días de
residencia en el Uruguay.
Pero ese año toda la comunidad recoleta tendría un duro golpe, al
fallecer Fray José Infante debiendo asumir su cargo Fray Felipe
Echenagusia.
"Entre 1848 y 1849 –relata Revegno-, reunía en la Recoleta, todas las noches, a las 21 hrs., a unos 50 obreros. Rezaban el Vía Crucis, tomaban una disciplina, decían algunas breves oraciones y finalizaban con algunas reflexiones del hermano. Visitaba frecuentemente la cárcel y el hospital. Además de confortar a muchos en la portería del Convento, llevaba medicinas, preparadas por él mismo, a los enfermos en sus casas y visitaba los moribundos".
Existe un curioso óleo anónimo en la Recoleta Franciscana hoy trasladado
a la sala de ingreso de la nave derecha, donde se observa a Andresito
con un crucifijo, una estatuilla de Santa Filomena y una calavera humana
sobre un escritorio. Este cráneo, si bien tiene una explicación
simbólica, de acuerdo a la tradición podría pertenecer al Coronel José
Antonio Vidaurre, el vil asesino del Ministro Diego Portales en
Valparaíso, en 1837. Sucedió que, tras ser ajusticiado, la cabeza del
complotado había sido exhibida en picota en la Plaza de Quillota,
apareciendo después medio devorada por perros en una zanja y siendo
rescatada por su amigo Ramón Boza, uno de los conspiradores ya
arrepentido por el brutal crimen de Portales. Agobiado por los
remordimientos, Boza abandonó a su familia y se integró como lego a la
Recoleta Franciscana de Santiago buscando expiar sus culpas y calmar su
alma, supuestamente llevando con él la pulida calavera de su amigo hasta
un pequeño altar y acompañando con ella a Fray Andresito en las
procesiones. El cráneo de Vidaurre, de esta forma, habría acabado
formando parte de las romerías y Vía Crucis que realizaba Andrés
García periódicamente en el barrio recoletano.
Andresito también repartía pan y frutas todos los domingos, organizando
otras procesiones o visitas al cementerio para rezar el Vía Crucis
o el rosario por las ánimas. No tardan en aparecer sus talentos
especiales: en sus visitas por las casas pidiendo limosna, tuvo el ojo
para advertir a dos madres que sus hijos iban a ser sacerdotes. Y,
efectivamente, lo fueron: Crescente Errázuriz Valdivieso y Manuel
Marchant Pereira.
Su labor de limosnero permitió la construcción definitiva de la Iglesia
de la Recoleta a partir de 1845, encargándose la obra primero a Antonio
Vidal y luego, desde 1848, a don Fermín Vivaceta. Poco tiempo después,
también fueron las limosnas por él reunidas las que sirvieron para
consagrar un altar dedicado a su amada Santa Filomena, según se
desprende del siguiente recibo dado por Vivaceta, el 9 de diciembre de
1850:
"Recibí del hermano Fray Andrés la cantidad de cuatrocientos cuarenta y ocho pesos, cuatro reales que me ha pagado por hacer el altar de Santa Filomena en la Iglesia de la Recoleta Franciscana de Chile".

Catafalco de Andresito de la Iglesia de la Recoleta Franciscana,
justo a un costado de la Capilla y Altar de Santa Filomena,
hecho por don Fermín Vivaceta gracias a las colectas que realizó
el propio Fray Andrés.

Primera lápida para Fray Andresito, hecha por Cicarelli,
con imagen de Santa Filomena.
CURRÍCULUM DE MILAGROS
Pero parece ser que la comunicación entre Fray Andresito y su Santa
Filomena era mucho más que sólo devocional o simbólica, según podremos
observar de los hechos que se atribuyen y que él mismo atribuía a
favores de la santa.
Como sucedió también con
Fray Bardeci, el currículo de prodigios de Fray Andresito se vuelve
por momentos realmente interminable, obligando al recopilador a hacer
una síntesis de los registros y noticias reportadas para no terminar
produciendo un tratado completo sobre las materias relativas a las luces
más extraordinarias y sobrenaturales que lo orbitaron en su paso por el
mundo, y aun después.
Cuenta Fray Cruz Villarroel, por ejemplo, del caso de un señor
colaborador de la Recoleta, cuya casa fue visitada por Fray Andresito en
momentos en que dicha persona estaba fuera de Santiago, por lo que fue
atendido por su esposa. El limosnero venía a recoger un dinero que el
dueño de casa le adeudaba a Santa Filomena, según sus palabras, pero al
enterarse de que él no estaba, le dejó la siguiente instrucción
encargada a su señora: "Dígale que cumpla su promesa, puesto que la
santa le ha cumplido sus deseos". En efecto, el señor en cuestión
confesó después que sí había pedido un favor a Santa Filomena y que le
había sido concedido. Más aún: él no había visto a Fray Andresito en
persona, por lo que la forma en que éste se enteró del secreto acuerdo
entre la Santa y el beneficiario no podía tener una explicación
racional. Así, al conocer el señor de la visita de Andresito, una vez de
vuelta en Santiago fue a ubicarlo a la Plazuela de la Recoleta
Franciscana donde lo encontró, entregándole una moneda que superaba la
deuda contraída, por lo que le pidió vuelto al religioso pero sin
informarle de la cifra. Andrés se lo entregó correctamente y en total
silencio, como si también supiera el monto exacto de tal deuda.
Muchos otros episodios de este tipo se repitieron alrededor de la
presencia del nuevo milagroso del barrio. Un caso lo representa el de un
señor que, tras viajar al Sur y volver a Santiago, comenzó a ser
insistentemente exhortado por su mujer a que se confesase, pues tenía
sospechas de que su marido se había alejado un poco de la vida cristiana
durante esta ausencia. Tras majaderas insistencias, el señor declaró
haber accedido a hacerlo. Sin embargo, durante un encuentro del
matrimonio con Fray Andresito, éste le reveló a la dama que su marido la
había engañado pues aún no se había confesado, pero que no volvería a
mentirle. Posteriormente, el propio donado informó a la señora que su
marido ya se había confesado, y ahora de verdad.
Otra dama se acercó a Andrés para preguntarle si el hijo que esperaba
era hombre o mujer, en una ocasión. Él le respondió que era niña y le
recomendó, de paso, ponerle Filomena. Pero la mujer se negó, aludiendo a
que dos hijas anteriores suyas que habían sido llamadas así, murieron.
Fray Andresito respondió, entonces, que no se preocupara pues esta hija
no moriría, insistiendo en que llevara el nombre de la santa. Quizás no
haya sido un acierto sensacional, pero exactamente así ocurrió.
Por otra parte, y convencido de que el sacrificio llamaba a la
misericordia de Dios, durante las graves revueltas políticas que
ensangrentaron al país a mediados del siglo, Fray Andresito se impuso la
penitencia de caminar por Santiago con los pies totalmente desnudos y
desprotegidos, dolorosa acción que ya había cometido en 1843 al fallecer
el sacerdote Infante, y después al enfermar gravemente el Senador Ossa,
que era uno de los más importantes amigos y colaboradores de la
recolección.
El 8 de diciembre y por razones que sólo serían explicables en
capacidades fuera de todo orden natural, Andresito supo e informó de la
violenta e infausta batalla que tenía lugar en esos mismos momentos en
Loncomilla, en el marco de las mismas revueltas políticas de 1851, como
si las distancias geográficas no fueran obstáculo para el testimonio
ante sus ojos.
También realizaba ayunos, rezos, extensiones de indulgencias y largas
sesiones de letanías por los difuntos de los que tenía noticia, la
mayoría de los cuales ni siquiera conocía pero que iba anotando en
papelitos, a veces con referencias tan ambiguas o generales como:
"Otro hombre cigarrero, calle de la Merced, de postrema"; "Tres
por el Arenal"; "Otro vendedor de un baratillo"; "Otro
murió de repente por La Cañadilla"; "Y otro hombre se botó al
río". Generalmente, se refería con esto a muertes súbitas y
dramáticas: asesinados, infartados, suicidas, etc.
Sus episodios sobrenaturales continúan con otros casos en donde se
mezclaron los talentos extraordinarios que ahora lo tienen como
candidato a Santo, con esas bondades sin límites hacia los desposeídos y
los menesterosos. Uno de ellos se relaciona con una mujer que estaba
profundamente afligida, por la miseria y la falta de unos documentos que
le permitirían cobrar una deuda monetaria que podría sacarla de su
desesperante situación. Como conocía a Fray Andresito, se propuso
pedirle su ayuda ya que se había encomendado a Santa Filomena
solicitando auxilio divino. Un día, lo vio cruzando la calle a una
cuadra de distancia. Ella se propuso alcanzarlo por detrás de la cuadra,
avanzando a toda marcha. Pero apenas enfiló hasta la otra esquina se
encontró extrañamente de bruces con Andrés, desafiando la lógica del
tiempo y del espacio. Y como si eso fuera poco, cuando se dispuso
decirle qué le animaba a dirigirse a él, Fray Andresito le interrumpió
adelantándose a toda información al respecto: "Hoy mismo, y antes que
llegue a su casa, se le pagará todo su dinero"... Y fue así que
habría sucedido, precisamente, para redoblar la sorpresa de la modesta
mujer.
En otra oportunidad, sin ser testigo ni habérsele informado, Andresito
supo que los dineros del convento habían sido retirados por el Síndico a
órdenes del R. P. Guardián, a quien le demostró tener conocimiento de
esto y de que sólo faltaba retirar la plata de la caja de la Santa.
Positivamente, así era: los encargados habían olvidado el dinero de esta
caja.
En fin, sería un exceso seguir relatando sus aparentes hazañas de hombre
milagroso que no llegó a ser sacerdote, bastándonos éstas para
retratarlo con sus prodigios en vida.

Litografía en la Recoleta Franciscana, titulada "Fray Andrés recibe el
Santo Viático en sus últimos momentos". Muestra a Andresito sentado en
el escaño de piedra que aún existe en el convento, ya en las puertas de
la muerte, rodeado de los demás frailes franciscanos de la Recoleta.
LA MUERTE DE ANDRESITO
Para el mes de enero de 1853, Fray Andresito recorría aún las calles
solitarias del verano en Santiago, pues las familias más pudientes ya
tenían la costumbre de vacacionar en la tranquilidad de las afueras,
principalmente en los campos. Lo que quedaba en la ciudad era, muchas
veces, bajas pasiones, embriaguez, riñas y peligros. Pero el donado no
echaba pie atrás y aun en esos ambientes perniciosos predicaba logrando
-de cuando en cuando- la salvación del algún alma descarriada.
Sin embargo, hasta la vida de los prodigiosos y afortunados se extingue.
"Nosotros nada habíamos notado en él que nos pudiese indicar su cercano fin –escribió Cruz Villarroel, tiempo después-, y en igual caso se hallaban las demás personas que lo trataron en los días inmediatos a su enfermedad y a su muerte; pero él sabía, no como los demás hombres, sino con certeza, con precisión".
En efecto, Andresito tenía pleno conocimiento de que su muerte se
aproximaba allí en entre sus hermanos recoletos del Mapocho. Poco antes
fue a visitar a un prestigioso médico, mismo que le había suplicado al
donado le legara algo al fallecer: su bastón. Andrés se lo entregó
diciéndole que "ya no lo necesitaba".
El 9 de enero, se encendieron las alertas. Eran las cinco y media de la
mañana y Andresito no salía de su habitación. Cosa inusual, pues a esa
hora solía estar en pie y escuchando misas. Cuando uno de los hermanos
donados tocó su puerta pidiendo un agua que él componía para curar
afecciones a la vista, lo descubrió visiblemente enfermo en su lecho.
Andrés intentó incorporarse y hacer un día como todos, pero no pudo,
debiendo regresar a su celda. Su suerte estaba echada, y lo sabía: en
esos mismos días anticipó que moriría el día viernes a las ocho, según
se lo confiesa al R. P. Guardián, con la estricta petición de guardar el
secreto hasta su deceso.
Se dice que fue tras haber estado descansando débilmente en su escaño de
roca dentro de la Recoleta, que Fray Andresito abandonó este mundo el
viernes 14 de enero de 1853, a las ocho tal como lo predijo. Su fama de
prodigioso era conocida ya y el amor de la gente por su persona era
compartido por toda la sociedad, de ricos y pobres. Su vida terrenal se
apagaba, pero venía ahora una serie de sucesos que han de postularlo
casi naturalmente a la condición de santidad, además de ser una leyenda
en la iconografía histórica de Mapocho y La Chimba, como Santo
Guachaca.
Las campanas de la Recoleta sonaron anunciando la desgracia. Toda la
población capitalina cayó herida en el alma y marchó a despedir a su
querido limosnero, especialmente los pobres por quienes nunca reservó
fatigas ni sacrificios.
Su velorio y funeral fueron, de esta manera, un evento extraordinario.
El cuerpo, con un rostro sereno y angelical, fue colocado bajo el coro
tras una firme verja de hierro, hasta donde gente pasó haciendo fila
para despedirlo. Los testimonios de lo sucedido allí son sorprendentes,
pues asistieron muchos de los fieles que habían sido beneficiados por
los prodigiosos talentos del donado, quedando revelados varios casos que
habrían pasado al olvido en otras circunstancias.
Una madre con su niño pequeño, por ejemplo, llegó hasta allí diciéndole
con llanto al hijo, según lo que reporta Fray Manuel de la Cruz
Villarroel: "Ved ahí, hijito mío, al que después de Dios, te dio
salud cuando estabas para morir: ¡él ya murió!".
La cantidad de gente que acudió a la Recoleta y el peligro provocado por
la concentración de visitantes, obligó al Prelado a ordenar el cierre
del templo, tarea que pudo cumplirse con gran dificultad. El día 15,
cuando se realizaría su sepultura tras sentidos discursos y coros, la
invasión de gente volvió a colmar las capacidades del recinto. El
cortejo avanzó con el cuerpo hasta el pequeño cementerio que se ubicaba
hacia el fondo de los claustros, colocándolo en un cajón de madera. Fue
entonces cuando Fray Ambrosio Ramírez, por entonces corista, clamó junto
al cadáver del donado antes de irse a las entrañas de la tierra:
"¡Ya está Filomeno al borde de la tumba! La fría tierra va a ocultarlo a nuestros ojos… Pero, ¿qué importa? Nuestro corazón le verá siempre. El olvido no extenderá sus negras alas sobre nosotros, porque a su dulce nombre están vinculados mil gratos recuerdos".
Los franciscanos tomaron casi de inmediato la iniciativa de reconocer su
ascetismo, dando curso al trámite de "Non Cultu". El largo
proceso aún está en tránsito, pero habiéndole conseguido al menos, el
paso a Venerable.

Vista del escaño de piedra en el que se sentaba Andrés García a meditar,
y en el que pasó algunos de sus últimos momentos de vida. Museo de Fray
Andresito en la Recoleta.
MISTERIOS POST-MORTEM
Fue el Guardián Fray Francisco Pacheco quien decidió cumplir con la
necesidad de dar solemnidad a la sepultura de tan prominente figura de
la Recoleta como era Andrés García, en un catafalco propio que sería
financiado con una campaña de donativos anunciada en diciembre de 1854.
La exhumación tendría lugar, también, a causa de que los claustros iban
a ser reconstruidos, obligando de todos modos a cambiar el lugar del
panteón del convento.
Los trabajos de armado del catafalco comenzaron al año siguiente,
quedando encargados al artista napolitano Alejandro Cicarelli y sus
alumnos de la Academia de Pintura y Escultura de Santiago, escuela que
estaba a su dirección. Tanto Cicarelli como los carpinteros fueron
asistidos también por el prestigioso doctor farmacólogo y científico
José Vicente Bustillos, quien era un gran admirador de Fray Andresito.
Se diseñó el conjunto como una representación de las cuatro épocas del
Cristianismo, de acuerdo a las visiones de San Juan en el Libro del
Apocalipsis.
El catafalco quedó listo el 2 de julio de 1855. El día 10 siguiente, un
grupo de altas personalidades y sacerdotes recoletos procedió a la
exhumación de Andresito. A la sazón, los mencionados trabajos habían
hecho trasladar varios cuerpos, quedando en este lugar sólo el de Andrés
y el de su confesor Felipe de Echenagusia. Una acequia con filtraciones
subterráneas había dañado seriamente el cajón de Andrés García,
provocando la pudrición de las maderas, tanto así que, cuando fue
llevado al comedor para ser abierto, pudo ser destapado fácilmente de un
tirón de las tablas por uno de los presentes, sin necesidad de ser
destornillada. Pero cómo sería el asombro de los allí reunidos, cuando
vieron el rostro de Fray Andrés incorrupto, casi tal como lo habían
dejado hacía más de dos años.
La humedad había llegado al interior del cajón, pues la cara y el pecho
de Andresito estaban cubiertos de algo como moho. Sin embargo, salvo por
estar levemente torcida hacia la izquierda su boca, nada había ocurrido
en ese rostro, ni por efectos de la putrefacción natural ni por la
filtración de las aguas que, supuestamente, deberían haber acelerado la
degradación del finado. Ni siquiera había algún olor desagradable en ese
cuerpo, sólo el producido por la humedad y las tablas. Trozos de su
hábito, la cuerda de su cinturón e incluso la mayor parte de sus
cabellos se habían desintegrado; pero la piel y los músculos seguían
intactos. Incrédulos, los testigos examinaron ese increíble cadáver,
verificando la inmunidad del mismo a la corrosión orgánica.
Importantes personajes de alto valor cultural y científico tuvieron
ocasión de observar la situación del cuerpo del donado Andrés. El Dr.
Bustillos, presente también en el grupo de la exhumación, propuso
lavarle el rostro para dignificar su aspecto. Sin embargo, el Arcediano
de la Iglesia Metropolitana de Santiago, Dr. Juan Francisco Meneses,
estimó prudente dejar el cuerpo tal como lo habían encontrado hasta que
fuera examinado por el Arzobispo, idea con la que estuvieron de acuerdo
Bustillo, el R. P. Guardián y los demás presentes.
Al día siguiente, el mismo Guardián Pacheco envió el siguiente oficio a
la autoridad eclesiástica:
"Se procedió ayer en la exhumación de los restos del religioso lego de esta Recolección franciscana Fray Andrés García, fallecido el 14 de enero de 1853: esta operación se concluyó como a las cinco de la tarde a presencia de toda la comunidad y de algunas personas seglares entre las cuales se encontraban el Senador don Francisco Ignacio Ossa, el señor Arcediano Dr. don Juan Francisco Meneses, el señor Canónigo don Félix Ulloa, los Presbíteros don Juan Ugarte, don Benjamín Sotomayor, el señor juez del crimen don Juan Francisco Fuenzalida, el señor Dr. don Vicente Bustillos y otros que sería largo enumerar. El cuerpo se ha encontrado sin corrupción y entero, como si de intento se lo hubiese disecado, y en atención a esto le hice inmediatamente poner en una celda, cuya llave tengo en mi poder, sin permitir que se abra hasta que, por una comisión que se pida a U.S.I. se sirva nombrar, así de eclesiásticos, como de facultativos de ciencias físicas y médicas, se practique un reconocimiento, así del cadáver como del lugar en el que ha estado sepultado por más de dos años y medio; y se ponga de toda la correspondiente diligencia, que son los informes de U.S.I. tenga a bien pedir, se pase a sus manos para efectos que puedan ser necesarios".
Es destacable la calidad, seriedad y confiabilidad de las figuras que
Fray Francisco Pacheco menciona en esta petición, como testigos
presenciales de la exhumación y de la conservación del cuerpo de Fray
Andrés García.
Ante esta solicitud, ese mismo día se comisionó para tales efectos a las
figuras de altísima talla y credibilidad: el Presbítero Juan Bautista
Lambert, al Delegado Universitario don Juan Ignacio Domeyko, el
Protomédico Lorenzo Sazié, además de Juan Miquel, Carlos Zegeth y al
propio Dr. Bustillos. El Arzobispo de Santiago les asignó la tarea de
que "informen en común o separadamente sobre las circunstancias y
estado en que se haya encontrado dicho cadáver, y las causas físicas que
pueden influir en los fenómenos que se observen", cumpliendo con ir
a la Recoleta a realizar los exámenes el día 15, los señores Domeyko,
Bustillos y Sazié, acompañados de Eulogio Fontecilla y Pedro Henfiro.
Pero Lambert se ausentó por no haber alcanzado a ser notificado; Zegeth
sufrió un retraso, llegando al final del encuentro, y Miquel debió ser
reemplazado por el facultativo Pedro Eliodoro Fontecilla, por razones de
salud.
El informe que entregaron, extendido el día 18 por Bustillos, Domeyko y
Sazié, declaraba enfático tras el examen:
"Los infrascritos comisionados para la inspección del cadáver del lego Fray Andrés García, de la Recolección franciscana, se reunieron el día 15 del presente mes y año a las cuatro de la tarde y procedieron al cumplimiento de su comisión del modo siguiente:– En primer lugar: se procedió al examen del terreno donde permaneció enterrado el cadáver por espacio de dos años, seis meses, menos seis días, éste se encuentra inmediato a una acequia de agua corriente, de la cual probablemente ha habido infiltraciones; el suelo es de naturaleza arcillosa; nada se ha podido observar en la calidad del terreno que haya influido en la conservación del cadáver.– Acto continuo se pasó a observar el cadáver: no exhalaba mal olor a excepción del producido débilmente por la presencia del moho que lo cubría. El color algo oscurecido de la cara y casi conservando su aspecto natural en el resto del cuerpo; el cutis conservado en todas las partes del cuerpo; el cuello y los brazos permanecían flexibles; la percusión del tórax así como de la cavidad abdominal han producido un sonido claro, como el de un viviente. Hecho una incisión en la pierna derecha, se notó que la masa muscular se había disecado conservando sin embargo algún tanto su color natural.– En el mismo panteón de donde se exhumó el cadáver de Fray Andrés García, se ha exhumado el de Fray Felipe Echenagusia a los tres años, nueve meses, estando a pocas varas de distancia del anterior (esta exhumación se hizo en el mismo día) y siete años antes se exhumó el de Fray Cruz Infante, que había estado sepultado por espacio de tres años ocho meses; el primero se encontró en un estado de deterioración bastante avanzada, y el segundo, según la relación de los comisionados, Dr. don Lorenzo Sazié y don Vicente Bustillos, en un estado de conservación notable, aunque no en el grado en que hallamos el cadáver de Fray Andrés".
Sólo entonces, Bustillo pudo lavar el cuerpo que había adquirido un
curioso color oscuro. Por más de una semana alcanzó a ser visto por
algunos fieles, antes de ser trasladado a la cripta propia dentro del
templo y junto al altar de su querida Santa Filomena, en ceremonia del
lunes 23 de julio. Sobre su lugar de reposo se instaló una inscripción
que decía en esos años:
"Aquí descansan los restos del hermano Fray Andrés Filomeno García, que falleció el 14 de enero de 1853 y se trasladó el 23 de julio de 1855".
La cripta original que recordaba a Andresito con este mismo mensaje
grabado en su mármol, bajo la figura de Santa Filomena, está en la misma
sala al inicio de la nave lateral derecha del templo de la Recoleta,
mientras que en la nave izquierda, misma donde se encuentra su
catafalco, se ha habilitado un pequeño pero interesante museo de dos
habitaciones y varias vitrinas para su recuerdo, ya entrando en el
perímetro del convento franciscano. Creado en 1986, este museo fue
remodelado y conectado más expeditamente al edificio de la iglesia,
siendo reinaugurado en septiembre de 2010.

Relicario con la ampolla que se identifica como sangre de Fray
Andresito, siempre líquida y sin coagular. Imagen publicada por
Editorial Antártica en la serie "Chile a Color: Biografías", de 1982.
¿UN FUTURO SANTO OFICIAL?
En 1893, el Padre Guardián Julio Uteau solicitó en nombre de la
comunidad franciscana al Padre General, autorización para iniciar la
causa con miras a la beatificación. El 29 de noviembre pidió
directamente al Arzobispo Mariano Casanova el permiso para instruir el
proceso "Super Fama Sanctitatis", y éste nombró a su Obispo
auxiliar Juan Guillermo Carter como juez delegado para la formación de
este proceso y del anterior de "Non Cultu" que ya hemos
mencionado.
En 1904, Fray Bernardo Calixto Montiel hizo envío de los informes a la
Sagrada Congregación de Ritos, aprobándoselos en 1916. Entonces, el
Arzobispo de Santiago, Crescente Errázuriz (como vimos, sacerdote tal
como se lo pronosticó Andrés a su madre), inició el proceso de
verificación de sus milagros y virtudes, pero se vio interrumpido por
muchos problemas que se presentaron en el camino, además del cambio de
normas de la Sagrada Congregación de Ritos y su transformación en la
Congregación para las Causas de los Santos de la Curia Romana, en 1983.
A pesar de todos los esfuerzos, pudo retomarse el proceso recién en los
años noventa.
En tanto, la supuesta sangre que se le habría extraído a Andresito
durante su agonía y que actualmente está en un relicario de la Recoleta
Franciscana, jamás se secó ni se degradó, siguiendo milagrosamente
líquida en otra de las pruebas que se han esgrimido para afirmar la
categoría de santidad y aspirar a la beatificación, seguida de la
canonización. Sin embargo, ésta debió ser sacada de la exhibición a los
fieles en 1999, con objeto de resguardarla y comprobar científicamente
su autenticidad.
Cabe comentar que esta sangre tiene una historia propia y muy
particular: el 15 de julio de 1892, el P. Francisco Pacheco, en
presencia del Dr. Eleodoro Fontecilla, declaró ante el notario Mariano
Melo que poseía un frasco de sangre tomada a Andrés García en una
sangría realizada 40 años antes, durante su convalecencia, y de la que
fue testigo el mismo Dr. Fontecilla. La sangre, según expresaron, se
conservaba misteriosamente líquida. El frasco fue llevado a la Santa
Sede en marzo de 1927 por Fray Luis Orellana, para que pudiera ser
estudiada en el Laboratorio Camilli de Roma, que entregó un informe de
análisis el 2 de mayo de 1933 al Postulador General Fray Antonio María
Santarelli, donde se confirmaba que era sangre humana. En julio de 1939,
parte de esta sangre fue entregada por el Postulador General Fray
Fortunato Scipioni al Custodio de la Provincia, Fray Sebastián Ramírez,
quien la llevó hasta el Convento de la Recoleta Franciscana, donde ha
permanecido desde entonces.
En 1929, cuando se abrió su tumba por segunda vez y ante unos 50
testigos para inspección ordenada por el Presidente del Tribunal del
Proceso Apostólico, el Presbítero Francisco Javier de la Fuente, los
restos del Fray Andresito aún estaban en ese extraño buen estado de
conservación, dejando boquiabiertos a los encargados de la exhumación,
antecedente que también se ha adicionado al largo expediente con el que
se espera conseguir su reconocimiento como Santo. De este suceso, el
Presbítero tomó juramento al Guardián Fray Jerónimo Muñoz, al Párroco
Fray Bernardino González, a los doctores Jorge Cáceres, Víctor Barros y
Arturo Atria, al Notario Javier Echeverría y también a los cuatro
obreros que realizaron el trabajo de exhumación.
La inscripción que se encuentra actualmente en el muy visitado catafalco
de Fray Andresito (al que llegan fieles y turistas por igual), dice en
su parte de encabezado:
"Aquí descansan los restos del Siervo de Dios Fray Andrés Filomeno García Acosa. Fallecido el 14 de enero de 1853".
La leyenda recoletana cuenta que Fray Andresito aún sigue apareciéndose
en las calles, las casas y la iglesia del barrio, repartiendo sus buenos
deseos y bondades. Incluso hay cierta fotografía tomada por un feligrés
y en la que, supuestamente, aparecería su silueta haciendo sombra en el
sector del catafalco.
En la actualidad, existe una placa conmemorativa en la Recoleta
Franciscana, en el acceso de la iglesia, donde dice en letras mayúsculas
homenajeando su memoria indivisible ya con la del templo:
"Iglesia de la Recoleta Franciscana Nuestra Señora de la Cabeza. Este templo fue construido para gloria de Dios y servicio de su pueblo, entre los años 1845 y 1864, por Fray Vicente Crespo, con las limosnas recogidas por el Siervo de Dios Fray Andresito O.F.M. 14 de enero de 1999. Instituto de Conmemoración Histórica de Chile".
GALERÍA DE IMÁGENES:
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Iglesia de la Recoleta de San Francisco, en Santiago de Chile.
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Sala lateral, junto a la entrada a la nave derecha del templo,
con recuerdos de Fray Andresito y su antigua cripta. Se observa
gran cuadro de Santa Filomena al centro.
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Antigua lápida y cripta de Fray Andresito, con figura de Santa
Filomena tallada en el mármol por Alejandro Cicarelli. Imágenes
de arcángeles lo escoltan en los cuadros de los costados.
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Cuadro de autor desconocido, con retrato al óleo sobre tela de
Fray Andresito. Antes estuvo en los claustros de la Recoleta,
pero actualmente está en la sala adjunta a la entrada.
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Catafalco donde están los restos de Fray Andresito, en la nave
izquierda del templo. Su altar está junto al de la capilla de
Santa Filomena, hecha con recolecciones suyas por don Fermín
Vivaceta.
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Catafalco de Fray Andresito y la lápida inferior.
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Vista lateral del catafalco de mármol, en el lugar de reposo de
Fray Andresito.
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Vista del catafalco desde el borde del cerco artístico que rodea
la cripta del venerable.
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Devotos reunidos alrededor de la cripta de Fray Andresito,
enviendo velas y haciendo rogativas.
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Flores, velas y canastillos ofrendados para el venerable Andrés
Filomeno, en su tumba.
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Las muchas velas que enciendente diariamente los creyentes. Una
devota, prende una por entre el cerco metálico que rodea la
cripta.
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Panel donde se han trasladado las placas de agradecimiento para
"favores concedidos" por Andrés García.
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Acercamiento a las placas de agradecimientos. Muchos devotos
agradecen también escribiendo mensajes en este panel y en los
propios muros del templo.
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Pequeño museo junto a la entrada y el convento, en la nave
izquierda, con recuerdos y reliquias de Fray Andresito. Sala de
ingreso, en la imagen.
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Vitrina con pertenencias de Fray Andresito, en su museo a un
lado del templo. Destacan su silla, su hábito y su bastón, y a
la derecha una cruz-bastón con inscripción de sus iniciales FAG
(Fray Andrés García), con otros objetos que fueron suyos.
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Hábito de lana de Andresito, cedido en la Recoleta Franciscana
cuando se integró al convento, además de su sombrero y sus
sandalias. Su forma de cruz simboliza la voluntad de sacrificio
cristiano de quien lo usa, y los tres nudos de la cuerda en la
cintura representan los exigentes votos de obediencia, castidad
y pobreza. A un lado, está el que fuera su bastón.
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Pertenencias de Fray Andresito: cruz de madera, flores de tela,
segmento de candelero, florero de bronce, cajas de hojalata con
cuentas de rosario, cajas y estuches, sus anteojos, plumas para
escribir y frasco de polvo secante para tinta.
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Pertenencias de Fray Andresito: máquina de cocer para hacer
escapularios y otras piezas, parte de la cruz-bastón con sus
iniciales, un baúl policromado con bocallaves de hierro, morral
de cuero, un relicario (con pelo y trozo de hábito de Fray
Andresito), su cilicio, escapularios (con Santa María, Santa
Filomena, San Jerónimo y otro santo no identificado), vendas y
bolsas de vendas (algunas con sangre y la inscripción "reliquias
con que Fray Andresito hacía curaciones) y su canasto.
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"Fray Andrés con los mendigos", retrato al óleo sobre tela hecho
por Ramón Pizarro en 1855. Museo de Fray Andresito en la
Recoleta.
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"Beatificactionis et canonizationis Servi Dei Fr. Andreate
Philumeni García Acosta", de 1917, correspondiente al
libro-tesis Positio para recopilar toda la información sobre
Fray Andresito demostrando su cumplimiento en vida de las
virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y las virtudes
cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), junto a
los compromisos de su orden eclesiástica. Museo de Fray
Andresito en la Recoleta.
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Réplica del libro original de la "Novena de nuestro Santísimo
Padre y Patriarca San Pedro de Nolasco, fundador y padre del
Sagrado Real y militar de la Orden de N. S. de la Merced,
redención de cautivos christianos", de 1786. Era el libro de
meditación de Fray Andresito. Museo de Fray Andresito en la
Recoleta.
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Ejemplar réplica del libro original "Vida admirable del Siervo
de Dios Fray Andrés Filomeno García", escrito por Fray Francisco
Julio Uteau en 1898. Museo de Fray Andresito en la Recoleta.
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Réplica del libro riginal manuscrito de Fray Andresito, titulado
"Sermón acerca Santa Filomena", de la que era
extraordinariamente devoto. Museo de Fray Andresito en la
Recoleta.
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Réplica del libro original "Discursos evangélicos para
solemnidades de los mysterios de Christo", de 1652. Fue el libro
de meditación y reflexiones de Andrés García. Museo de Fray
Andresito en la Recoleta.
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"Fray Andrés visita a una familia de alta sociedad", dibujo a
carbón coloreado, del pintor chileno Froilán González B.,
fechado en 1928. . Museo de Fray Andresito en la Recoleta.
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Otros objetos pertenecientes a Fray Andresito, en las vitrinas
de su museo: dos tarros limonesneros o alcancías, una bolsita de
cuero, una botella de calabaza con dibujos decorativos.
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La botella de calabaza que perteneció a Andrés Filomeno, y atrás
un cofre con la inscripción "Reliquias de Fray Andresito". Museo
de Fray Andresito en la Recoleta.
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Artículos y envaces con distintas sustancias que Fray Andresito
ocupaba para curaciones y sanaciones: infusiones, maceraciones,
urgüentos y friegas, preparadas por él mismo en su mayoría a
partir de plantas medicinales y productos domésticos. El cuadro
corresponde a "Fray Andrés confortando a los enfermos", dibujo a
carbón coloreado del pintor chileno Froilán González B., hecho
hacia 1928.
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Distintos objetos, morteros y envases utilizados por Fray
Andresito para sus labores como curador y sanador. Museo de Fray
Andresito en la Recoleta.
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Segunda sala del Museo de Fray Andresito en la Recoleta, sector
externo a la iglesia pero conectado directamente a la sala
anterior.
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Casulla de Fray Andresito, encargada a Fracia por él mismo para
la Iglesia de la Recoleta Fransicana. Museo de Fray Andresito.
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Vitrina mostrando a Fray Andresito en su rol de obrero y
albañil, con dibujo a carbón del pintor chileno Froilán González
B., hecho hacia 1927. Se observan escapularios hechos a mano por
Andrés, el timbre de su causa de beatificación y varias
herramientas y utensilios utilizados por él. Museo de Fray
Andresito en la Recoleta.
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Colección de escapularios confeccionados a mano por Andrés
García. Museo de Fray Andresito en la Recoleta.
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Herramientas e instrumentos varios utilizados por Fray Andresito
para sus trabajos de artesanía. Museo de Fray Andresito en la
Recoleta.
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Vitrina con utensilios usados para la fabricación y
almacenamiento de pócimas y medicamentos de Andrés García. Museo
de Fray Andresito en la Recoleta.
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Andrés García en sus labores como cocinero y ayudante de cocina,
con dibujo a carbón del pintor chileno Froilán González B.,
hacia 1928. Los utensilios de cocina y comedor que se observan,
pertenecieron al propio Andrés. Museo de Fray Andresito en la
Recoleta.
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Acercamiento a los artículos de cocina de Andrés García. Museo
de Fray Andresito en la Recoleta.
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Escaño de piedra en el que se sentaba Andrés García a meditar, y
en el que pasó algunos de sus últimos momentos de vida. Museo de
Fray Andresito en la Recoleta.
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La vieja banca de piedra en el que se sentaba Andrés García a
descansar, y en el que pasó algunos de sus últimos momentos de
vida. Museo de Fray Andresito en la Recoleta.
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Acercamiento al escaño de piedra en el que se sentaba Andrés
García a meditar, y en el que pasó algunos de sus últimos
momentos de vida. Museo de Fray Andresito en la Recoleta.
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Ventana de la segunda habitación del Museo de Fray Andresito en
la Recoleta, dando hacia el pasillo y el patio de los claustros
franciscanos.
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Muy interesante inusual entrega por los desposeídos, llama la atención que ante tantas evidencias de sus milagros y vida religiosa aun no se consiga Santificarlo.
ResponderBorrarEstoy profundamente emocionada leyendo la vida de este ""SANTO""" que para mi lo es,y extrañada que aun el Baticano no lo santifique. Oremos para que esto suceda
ResponderBorrarLe ruego a Fray Andresito interceda por mi nieto de 2 meses que sera operado del corazón , y que su operación sea lo mínimo no como dicen sus medicos, que le ayude a restaurar su pequeño corazón gracias Fray Andresito
ResponderBorrarQue dias esta abierta la iglesia y horario gracias
ResponderBorrarRuego a fray andresito ayude en mi recuperación de piernas operada y pierda todo lo malo que sume k.amen
ResponderBorrarRuego a fray andresito por la salud de oxiel Alejandro monroy aroca por su pronta recuperación ya que esta muy delicado de salud ..pero confiando en Dios y fray andresito que lo acompañe en su recuperación.
ResponderBorrarprimera vez que leo de su vida, admirable, ejemplar, tan modesto, merecedor de reconocimiento, un santo!! que le hace tanta falta a nuestros días de poca fe. Qué espera la iglesia para reconocerlo en su magnitud?
ResponderBorrarfray andresito en ti confio, ayuda a mi padre a salir de esta enfermedad del covid cubre con tu manto de amor, fray andresito en ti confio amen
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