
Barco fantasma
en exposición de la Biblioteca Nacional (1995).
Hemos dicho en otras entradas, que Chile quizás sea uno de los países
"jóvenes" con más leyendas de barcos fantasmas, algo que se explicaría por
la vastedad de nuestras costas y la impronta de la necesaria comunicación
naviera entre puertos e islas del territorio, como las de Juan Fernández o
la Isla de Pascua. La gran cantidad de hombres perdidos en los mares y los
comportamientos traicioneros del a veces mal llamado Océano Pacífico,
también han estimulado la imaginación y la credulidad sobre tantas historias
sombrías sobre estas aguas.
La presencia de barcos en leyendas y folklore oral desmiente un poco la
creencia de que el pueblo chileno vive más bien a espaldas del mar y de la
cultura naviera, vicio que quizás sea más propio de las élites que de las
relaciones populares con la geografía de cara al océano. No obstante,
también ha influido en la gestación de tales mitos la gran cantidad de naves
extranjeras que han circulado históricamente por costas chilenas, unas para
bien y otras para mal, varias de ellas protagonistas de las historias que
dieron sustento a alguna de las leyendas que repasaremos acá.
Fuera de los casos que veremos, hay otras historias de barcos fantasmas sin
nombre en localidades como Pisagua, Valparaíso, Matanzas, Talcahuano, etc.,
pero que al ser navíos anónimos y de los que no se ha vuelto a saber mucho,
no los incluiremos.

Dibujo de
"El Calueche" brillando en la oscuridad, por Jaime Romero. El buque
fantasma de Chiloé ha sido por mucho tiempo el más famoso y conocido de la
mitología chilena, pero la verdad es que se habla de varios barcos
legendarios más en el territorio.
A su vez, ha habido otros navíos que han formado parte de historias
aterradoras y llenas de misterios para la inspiración literaria, pero por
corresponder a casos reales o históricos sin acogida en el
legendario-folklore y carentes del elemento de terror sobrenatural o de halo
fantasmal que acá buscamos, no quedarán en nuestra lista.
También tengo la impresión de que la popularidad, espectacularidad y
simpatía de la hermosa
leyenda del "Caleuche" para la cultura de masas, ha eclipsado y opacado
mucho a otras historias igualmente interesantes de barcos del legendario
chileno, unos totalmente imaginarios y otros basados en casos reales sobre
los cuales se construye un mito. Tanto es así, que parecería que el
"Caleuche" incluso está absorbiendo en su tradición oral y desde hace tiempo
ya, características de otros barcos fantasmas como el "Oriflama" o en
"Lucerna" que veremos acá, según se advierte comparando las descripciones de
cada mito. Por esto, siento esta necesidad de hacer estas nóminas con la
historia de cada caso brevemente descrito. Terminada así mi larga
recopilación (resultado indirecto de varios años y varios viajes, además),
dejo aquí algunas de esas principales historias de barcos fantasmas en el
legendario chileno, ordenadas alfabéticamente por sus nombres.
EL "BARCO DE ROZAS", UN NAVÍO CONDENADO EN PICHIDANGUI
El "Barco de Rozas" Se refiere a una ya poco conocida pero antigua leyenda
de Pichidangui, en la comuna de Los Vilos, que aparece rescatada con cierta
prisa en la obra "Pichidangui: historia íntima", de Paul Barroilhet Cannon.
Según la versión que conocemos, se trataría de un navío maldito que naufragó
en la costa, castigado desde el cielo por alguna oscura intención de sus
tripulantes cuando se preparaban para desembarcar. Arribó en la costa hacia
fines de la Colonia, poco antes de 1810, varando en el sector de una laguna
formada en la desembocadura del estero Quilimarí donde, por largo tiempo, se
pudieron observar allí los restos de la quilla, cuadernas y baos cuando
había marea baja y el clima lo permitía.
Se cree que los restos popularmente identificados con el "Barco de Rozas",
correspondían en realidad a una nave mayor, de unas 400 toneladas y de muy
buena madera, que hacia mayo de 1986 dejó muchos residuos a la intemperie,
los que fueron tomados y estudiados por algunos investigadores.
El nombre y la historia del barco tendrían relación con un acontecimiento
ocurrido durante la gobernación de Francisco Antonio García Carrasco
(1808-1810), cuando el secretario y consejero de gobierno, Juan Martínez de
Rozas, hizo llevar un pequeño barco con complotadores, con la intención de
realizar un intercambio de mercadería de contrabando con el capitán de la
fragata inglesa "Scorpion", que andaba en Chile con el pretexto de cazar
ballenas, en uno de los hechos detonantes del levantamiento que llevó a la
Declaración de Independencia de Chile.
SEDUCCIÓN Y MUERTE DEL "BARCO DEL AMOR" EN EL EXTREMO AUSTRAL
El "Barco del Amor" es una curiosa leyenda de pescadores, vigías,
guardafaros y colonos de la zona más austral del continente antes de tocar
sus aguas con las de la Antártica, en el sector del Canal Beagle, Cabo de
Hornos e islas Islas Diego Ramírez en el Paso Drake.
Dice esta historia que, de vez en cuando, se aparece a los marineros un
bello barco velero lleno de hermosas y seductoras mujeres todas vestidas
ligeras, las que suben a los hombres de mar a cubierta y les hacen
experimentar placeres indescriptibles del amor y la sensualidad, casi
sobrenaturales.
Algunos agregan que este "Barco del Amor" se aparece rescatando a los
náufragos, por lo que además de su analogía con el mito de las sirenas,
representa una especie de esperanza para el sujeto expuesto a la desgracia,
viendo súbitamente cambiada su suerte desde la muerte segura a un viaje casi
onírico por el paraíso de la hermosura femenina.
El barco busca a los hombres, nunca al revés: quien salga a tratar de
encontrarse con él, jamás lo hallará. Sin embargo, variaciones de esta
leyenda aseguran que los hombres se exponen a morir en manos de sus
placenteras secuestradoras, que como viudas negras lo liquidarán al final de
la aventura, cuando ya no les sirva, o bien vengarán cualquier revelación
que haga de su estadía en semejante velero mágico.

"El Caleuche" en óleo de O. Ferrari.
EL "CALEUCHE", EL BARCO DE LOS BRUJOS DE CHILOÉ
El "Caleuche" es una especie de galeón pirata tripulado sólo por espectros
de brujos y espíritus cadavéricos de condenados de Chiloé, el más famoso
barco fantasma en Chile y portador de maldiciones para quien lo contempla.
Presenta muchas similitudes con la célebre leyenda europea del "Holandés
Errante", pues también corresponde a un barco fantasmal y oscuro que parece
andar a la deriva y que aterra por su aspecto vetusto y maltratado,
suponiendo algunos que tal puede ser la inspiración de esta leyenda chilota.
Navega especialmente de noche y ha sido llamado también "Buque de Arte",
"Barcoiche", "Barco de los Brujos" y ocasionalmente "El Gualteca".
No debe ser observado fijo o de manera prolongada, porque castiga a los
curiosos volteándoles la cabeza hacia atrás y, si no, produciéndoles
deformantes torsiones en rostro y boca.
El nombre del "Caleuche" coincide con el de un misterioso y pequeño pueblo
indígena identificado por investigadores como Carlos Oliver Schneider: los
caleuches, ya desaparecido de la zona. Para
Oreste Plath, puede provenir del mapudungún calen y calenches,
que se traduciría como "otra gente", aludiendo a habitantes del Golfo
de Penas traídos por los misioneros hasta Chiloé. Para Marco Antonio Román,
en cambio, el nombre del barco derivaba de caulul, que significa
"cuerpo humano", y que unida a che equivale a hablar de personas.
Rodolfo Lenz, por su parte, consideraba que provenía de caleutún, que
significa transformarse o mudar de condición. Caleutun, unido a
che, se traduciría como "gente transformada" u "hombres
transmutados".
Este barco de hombres transformados, entonces, a veces se pasea
frente a las caletas y puertos haciéndose visible y causando espanto. Si
alguien llega a tocar su casco, puede convertirse en madera y quedar
flotando a la deriva en las playas. Sólo unos pocos elegidos han logrado
subirlo sin morir, siendo llevados a lugares insólitos o hasta tesoros
submarinos, con la obligación de guardar silencio absoluto de tal
experiencia o lo pagarán con su vida. En algunas ocasiones se aparece
también como un galeón blanco y casi de cristal, muy reluciente; y en otras,
sus velas ruinosas aparecen de color rojo. Una extraña y espeluznante música
suena en su cubierta, aunque también puede aparecerse silencioso y mudo,
totalente vacío, sin interactuar con los hombres.
Es un mito de gran valor cultural entre los hombres de mar de Chile,
colocándose su nombre a los centros de ex integrantes de la Armada de Chile
y a innumerables navíos menores de pesca o navegación mercante.
Para saber más del "Caleuche",
clic aquí.

El "Columbia", un vapor cargado de peste y muerte.
LA MALDICIÓN DE LAS PESTES DEL "COLUMBIA"
El "Columbia" fue un vapor norteamericano que fue conocido en Antofagasta y
Calama como el "Buque Maldito", por haber sido portador de una extraña
avalancha de epidemias y enfermedades que castigaron a la región por dos o
tres décadas.
El SS "Columbia" de la Union Pacific Railroad, zarpó desde San
Francisco hacia Sudamérica, llegando a costas en 1903. Sin embargo, tras
pasar por el Callao, entre sus pasajeros subió también la temible peste
bubónica. Llegó expandiendo la odiosa enfermedad a las costas de Iquique,
Antofagasta y Valparaíso, pero las más graves consecuencias tendrían lugar
entre las comunidades de trabajadores del salitre en la región
antofagastina, donde causaron muchos contagios y muertes.
En agosto de 1907, se hizo un catastro de casos en las localidades de
Pisagua, Iquique, Antofagasta, Calama y Taltal, arrojando 695 confirmaciones
con 302 resultados de muerte. Para 1910, muertes habían subido a 988 y los
contagios a 3.053 casos. Los habitantes de la zona, especialmente los de
Calama y al interior del río Loa, creyeron entonces que el buque cargaba con
alguna clase de conjuro o maleficio, y lo sucedido a continuación pareció
darles la razón: a partir de la plaga de peste bubónica del "Columbia",
persistió en la región varios años más, una seguidilla de plagas como la
viruela, la tuberculosis, la fiebre amarilla, el sarampión, el cólera y el
tifus exantemático.
Aunque las plagas motivaron rogativas y procesiones de la comunidad para
tratar de contrarrestar la incomprensible sucesión de epidemias, algunas
fiestas religiosas debieron suspendidas en este extenso período para evitar
más transmisiones, fomentando más todavía la creencia en que una mano
diabólica estaba detrás.
La larga crisis sanitaria dejó miles de fallecidos y, siendo probable que
las pestes posteriores a la causada por el "Columbia" hayan sido traídas en
otros barcos (se sabe de la fiebre amarilla pudo entrar desde el Callao con
dos casos reportados en otro barco en 1910, por ejemplo), para el recuerdo
de la región quedaron indivisiblemente asociadas al paso por las costas del
Desierto de Atacama del "Barco Maldito" que, curiosamente, se había
hundido en 1907 tras chocar en California con la goleta vapor "San Pedro",
llevándose 88 vidas.

El gran "Copenhague", poco antes de su desaparición.
LAS INEXPLICABLES APARICIONES DEL "COPENHAGUE"
El "Copenhague", llamado más exactamente el "København", fue
protagonista de uno de los casos más intrigantes de desapariciones del siglo
XX.
Construido en 1921 por Ramage & Ferguson para la firma danesa
East Asiatic Company, con sus cinco mástiles era el mayor barco velero
del mundo y servía como escuela de grumetes. Capitaneado por Hans F.
Andersen, zarpó desde Buenos Aires hacia Australia por vía atlántica, el 14
de diciembre de 1928, con 26 tripulantes, 45 cadetes y 4 pasajeros. Su
última comunicación fue el día 22 con el vapor noruego "William Blumer"
cerca de Tristán de Acuña, reportando que todo marchaba bien, aunque cuando
intentaron comunicarse otra vez con los daneses durante la noche, no
respondieron.
El "Copenhague" desapareció después de ese día, entonces.
Cuando la compañía se puso en alerta e inició la búsqueda, los habitantes de
la isla aseguraron haber visto un barco de cinco mástiles con el palo mayor
roto, el 21 de enero de 1929, pero que no recaló en Tristán de Acuña.
Ya declarado perdido, sin embargo, un barco fantasma con su aspecto comenzó
a aparecer en las costas australes chilenas, siendo reportados avistamientos
por asombrados pescadores durante 1930. El 30 de julio siguiente, por
ejemplo, los marinos del barco argentino "María", capitaneado por Francisco
Morales, se encontraron con el barco fantasma de cinco mástiles y a la
deriva durante una tormenta, informando del sorprendente encuentro. En las
semanas siguientes, hubo noticias de su supuesto paso hasta por Isla de
Pascua y las costas de Perú. Se informó también que había sido encontrado en
Australia un trozo de popa con su nombre inscrito.
En 1934, diarios internacionales hablaron de una carta en una botella en
isla Bouvet, de un supuesto grumete del navío y que contaba cómo chocaron
con un iceberg y se disponían a abandonarlo en botes. Al año siguiente, se
hallaron osamentas humanas y de salvavidas en la costa suroeste de África,
dados por restos del "Copenhague". Empero, sólo en 2012 estudios submarinos
lograron localizar un navío en las aguas al Suroeste de Tristán de Acuña,
que podrían ser el "Copenhague".
Sus reportadas apariciones en las costas de Chile siguen siendo un misterio
sin explicación.

El SMS "Dresden" anclado en Juan Fernández.
EL PASO DEL "DRESDEN" POR LOS CANALES PATAGÓNICOS
El "Dresden" fue un crucero de guerra alemán de la Primera Guerra Mundial,
que siguió penando en canales y fiordos del sector de Chiloé continental,
Aysén y Magallanes, donde se había refugiado antes de ser hundido.
El SMS "Dresden" había combatido exitosamente con naves inglesas, anclando
luego en Valparaíso y Juan Fernández. Tras regresar atravesando el Cabo de
Hornos divisó una gran flota inglesa anclada en el Atlántico, por lo que
volteó hacia el Pacífico mientras era perseguido por el enemigo. Capitaneado
por Fritz Lüdecke, logró refugiarse en territorio chileno y se ocultó en
Punta Arenas, permaneciendo escondido desde allí entre los canales y rutas
australes, donde fue guiado por alemanes residentes en la zona,
especialmente el aventurero Albert Pagels, apodado el "Chucu-Chucu" y quien
guardó celoso secreto de las operaciones, no cediendo a las amenazas ni a
los sobornos para que delatase a sus compatriotas. Se ganó la Cruz de Hierro
por estos servicios, de hecho.
Su inesperada presencia fue asociada con el "Caleuche" entre la gente más
modesta de aquellas regiones, hasta que marchó hacia Talcahuano y luego la
isla Robinson Crusoe del Archipiélago de Juan Fernández, donde fue
interceptado y hundido por su tripulación en combate con los británicos de
marzo de 1915. Muchas historias legendarias circularon entonces y por varios
años más entre los colonos de la Patagonia sobre apariciones del "Dresden" y
su confusión con el "Caleuche".
Otra leyenda con bases que parecen ser reales, relacionan también al crucero
con un supuesto tesoro escondido en la zona de Quintupeu, y que correspondía
al rescate de bienes de ciudadanos alemanes en México, que el Comandante
Lüdecke resguardaba en el barco.
Para más información sobre el caso del "Dresden",
clic aquí.

"Essex" atacado por la ballena, dibujo del sobreviviente Thomas
Nickerson.
LA MALDICIÓN DEL
"ESSEX", INSPIRACIÓN DE "MOBY DICK"
Pocos barcos han tenido un destino tan trágico y maldito en costas del mundo
como el ballenero "Essex", de Nantucket, Massachusetts.
El navío inició su temporada de caza en agosto de 1819 al mando del Capitán
George Pollard, viajando desde el Caribe al Cabo de Hornos para capturar
ballenas frente a las costas de Chile. Tras subir hasta islas Galápagos
vuelve hacia el Sur, pero en la proximidad de Isla Mocha, el 20 de enero del
año siguiente, divisaron un cachalote de excepcional tamaño y agresividad,
que se arrojó violentamente contra el navío destruyéndolo y obligando a sus
hombres a escapar en tres botes.
Un grupo en el que iba Pollard, pasó meses de horribles penurias abandonados
en el mar, bajando brevemente sólo a tierra en la inhóspita Islas Pitcairn.
Estos hombres llegaron a cometer canibalismo, necrofagia, beber su propia
orina, sangre y hacer sorteos para saber quien sería ejecutado y devorado,
resistiendo toda clase de enfermedades y heridas horribles, hasta llegar
cerca del archipiélago de Juan Fernández, donde pudieron ser rescatados
recién el 15 de febrero de 1821, siendo llevados a Valparaíso.
Otro de los botes había sido encontrado cerca del Golfo de Arauco; pero el
tercero nunca apareció. Parte de la terrible e infernal historia fue
rescatada por el primer oficial Owen Chase y por los testimonios del
entonces joven grumete Thomas Nicherson, sobrevivientes del "Essex". Están
también las publicaciones de Jeremiah N. Reynolds quien dio un nombre al
cachalote asesino, hasta entonces llamado Pocho por los habitantes de
la zona de la tragedia: "Mocha Dick, o la Ballena Blanca del Pacífico".
Al menos tres obras maestras decimonónicas de la literatura universal se
inspiraron en la aventura maldita del "Essex":
"Moby Dick" de Herman Melville,
"Las Aventuras de Arthur Gordon Pym" de Edgar Allan Poe, y la suerte de
continuación de este último libro llamada "La esfinge de los hielos" de
Julio Verne.
Para saber más de la tragedia del "Essex" y la ballena inspiración de
Moby Dick,
clic aquí.
LA TRAGEDIA DEL "FOURNIER" Y SUS ECOS FANTASMAGÓRICOS
El "Fournier" es un caso controversial y trágico, sucedido en medio de una
gran cuestión diplomática entre Chile y Argentina por la posesión del Canal
Beagle.
El ARA "Fournier", buque dragaminas y rastreador de la Armada Argentina,
zarpó desde Río Gallegos hacia Ushuaia en un supuesto viaje de rutina de
septiembre de 1949. Sin embargo, sin solicitar autorización ni informar a la
Armada de Chile, cambió de rumbo hacia el Oeste y se internó entre los
canales fueguinos chilenos, en misión desconocida. Un error del Capitán de
Corbeta Carlos Negri sumado a las malas condiciones climáticas, arrastró al
"Fournier" hasta un arrecife que destruyó su casco de la nave durante la
noche del 22 al 23 de septiembre, volteándola de campana y hundiéndose
velozmente en Punta Cono, cerca de isla Dawson.
Unos 77 marinos argentinos tendrían una horrible y desesperante muerte, sin
un solo sobreviviente, debiendo movilizarse ambos países -a pesar de la
polémica circunstancia del accidente- para rescatar a los cadáveres y restos
de la nave. Los pocos cuerpos congelados que aparecieron estaban
oscurecidos, como quemados, a veces abrazados entre sí en un desesperado
intento por darse calor. Los relojes de todos ellos quedaron detenidos en
las 5:25 horas.
Fue tan traumática la experiencia en la zona que, según supimos por viejos
magallánicos que conocieron el lugar, surgieron historias sobre lamentos y
apariciones de almas en pena en la zona, como si los espíritus descarnados
de los fallecidos hubiesen seguido pidiendo ayuda a los pescadores y
marineros que pasaban por esas aguas, durante algún tiempo.

Muchos
barcos encallaron olvidados en Magallanes, como la "Goleta Negra".
LA "GOLETA NEGRA", UNA NAVE MALDITA
Tomado por una barcaza maldita, en cuatro de los viajes de la "Goleta Negra"
durante unos 40 años por el Beagle, protagonizó sucesos y calamidades
atroces:
En el primero, apareció a la deriva y tripulada sólo por cadáveres, todos
asesinados a puñaladas por algún traidor de la tripulación o en un asalto.
En el segundo, el capitán viajó con su esposa, pero él fue asesinado y ella
desapareció tras encontrarse el barco encallado en una playa abandonada.
Ya en nuevas manos, tuvo lugar un motín de la tripulación justo en medio de
una tempestad, obligando al capitán a repeler a los alzados y vigilarlos
armados por cuatro días sin dormir, hasta llegar a puerto, donde la fatiga y
la angustia lo enloquecieron, debiendo ser internado en un psiquiátrico.
Finalmente, estando a cargo del inglés Harry Colyn Harts que embarcó también
a su familia, desapareció misteriosamente en el viaje su hija de sólo ocho
años, sin saberse más de ella.
Conocida la mala fama de la goleta, cuando ésta encalló en el margen Norte
del Canal Beagle nadie quiso reflotarla ni sacarla de su cautiverio,
volviéndose hogar de lobos marinos y de gaviotas, y lugar de juegos para los
niños mientras envejecía.
Pero le quedaba una tragedia más que desatar: un día en que los niños
jugaban a tomar "posesión" de su arruinada cubierta, se inició una tormenta
con fuertes vientos y el navío cayó hacia un costado de las rocas de su
varamiento, rompiendo sus palos con estrépito y arrojando al mar bravo a los
chiquillos, muriendo varios de ellos.
En los hechos históricos, se sabe que la "Goleta Negra" era el apodo del
"Florence M. Munsié" de Fortunato Beban, hacia 1910, que tras años de
operaciones viajando por la zona e incluso a Brasil, varó en Punta
Golondrina del Beagle, con sus ruinas visibles desde el sector poblado hasta
julio de 1940, cuando manos anónimas le prendieron fuego.

Muy poco se sabe de un misterioso barco chilote llamado "Gualtecas".
EL "GUALTECAS", UN BARCO CONDENADO POR EL "CALEUCHE"
El "Gualtecas", llamado también "Guaitecas", este extraño barco o barcaza de
la que no se sabe ni se recuerda mucho, aparecía antaño en ciertos relatos
sobre Chiloé como una enigmática presencia que pudo estar relacionada con
brujos y con el propio "Caleuche".
Dice el poeta y escritor
Miguel Serrano en "Ni por mar ni por tierra" que "Gualtecas" sería otro
de los nombres que recibe el "Caleuche", versión que alguna vez escuchamos
también en relatos populares de la Isla Grande. Sin embargo, para otros era
un barco que quedó embrujado por enfrentar al "Caleuche", condenado a errar
sin destino.
En su "Memorias y otras confidencias", Mariano Latorre, asegura haber
escuchado en su época otra historia de un "Gualtecas", según la cual, una
vez a fines de enero un lobo marino se apareció dando un giro en torno a una
embarcación de ese nombre cuando estaba anclada en Quemchi y preparándose
para zarpar. Al completar la vuelta, el lobo subió a la escalera y un
cargador llamado Faustino lo espantó con un remo, pero el animal volvió a
rodear la nave y saltar arriba. Entonces, el viejo contraalmirante corrió a
detener al empleado, gritándole que era el "Caleuche" convertido en lobo
marino. La consecuencia de molestarlo fue que el barco debió esperar meses
sin zarpar, pues si lo hacía una maldición lo arrastraría a naufragio
seguro.
Esta historia es interesante, pero otras hablaban también del "Gualtecas"
como un navío maldito y con identidad propia, que vagaba en el sector de
Melinka y las Islas Guaitecas.
Puede estar relacionado al recuerdo de las malvadas correrías del pirata
Pedro Ñancúpel, oriundo de Chonchi, en la zona de la explotación del ciprés
nativo de Guaitecas y en Chonos, hasta que fue capturado y ejecutado en 1888
en Castro. Sin embargo, la escasa mención del "Gualtecas" en la literatura y
el aparente olvido en las tradiciones orales chilotas, impiden poder saber
más de la miseriosa nave.
EL ESQUELETO DEL "ILLIMANI" EN ISLA MOCHA
El "Illimani" fue un vapor que naufragó casi nuevo en las costas de Isla
Mocha, durante una tormenta por estas peligrosas vías marítimas, cuando
cumplía un viaje entre Liverpool y Caldera.
El "Illimani" fue arrastrado a la marejada por la violencia de la marejada,
el 18 de julio de 1879, y quedó encallado en la costa. No hubo muertes de
pasajeros ni de tripulantes, y hasta alcanzó a rescatarse gran parte de su
correspondencia, equipajes y cargas. Sin embargo, como quedó varado en una
playa deteriorándose hasta quedar convertido sólo en un tenebroso esqueleto
de barco, fue inevitable que surgieran en Isla Mocha algunas historias sobre
supuestos sucesos y apariciones fantasmales entre sus ruinas.
Las leyendas quizás se debían a su interpretación entre los marinos que
desafiaban aquellas aguas: la visión del barco encallado y mostrando sus
costillas durante el tiempo que perduró allí, era una advertencia sobre los
peligros de Isla Mocha, que tantos naufragios cobraría, como en el famoso
caso del "Essex" y el ataque de un cachalote que dio inspiración al
personaje literario de Moby Dick.

EL "JENNY", EL BARCO CONGELADO EN LOS TÉMPANOS
Aunque discutido, el "Jenny" es uno de los casos más sorprendentes de la
historia náutica de la Antártica, conocido como el de la goleta atrapada en
los hielos.
El 22 de septiembre de 1840 (1860, según otras fuentes), la nave ballenera
"Hope" iba al Sur del Cabo de Hornos por el Paso Drake persiguiendo un
cetáceo hasta cazarlo, finalmente, cerca de las paredes de hielo de la
Península Antártica.
Entonces, el Capitán Brighton y sus hombres divisaron una enorme pared de
hielos que estaba desmoronándose en esos momentos con gran estruendo, a sólo
100 metros de ellos.
Inesperadamente, la tripulación comenzó a alborotarse al observar dentro de
la gélida pared lo que parecía ser un navío destruido y atrapado en los
hielos, de los que se desprendió en el derrumbe saliendo penosamente a flote
a pesar del daño, ante el asombro de todos. Los hombres se aterraron
suponiendo que era el "Holandés Errante", pero Brighton llamó a la calma y
partió en un bote hasta la espeluznante goleta.
Al abordarla e inspeccionarla, encontraron un cadáver congelado y sentado en
el camarote del capitán, aún con una pluma aún en la mano y sobre el
cuaderno de bitácora. Revisando el libro, advirtieron que el navío se
llamaba "Jenny", que había zarpado de Isla Wight en 1822 y que su última
escala había sido en el Callao. El capitán había alcanzando a anotar que
llevaban 71 días sin comida y que era, a la sazón, el único sobreviviente,
con fecha 4 de mayo de 1823. Los tripulantes del "Hope" hicieron un funeral
simbólico para el fallecido y su nave, y Brighton elevó un informe sobre la
impresionante experiencia, entregando a la autoridad naval británica el
cuaderno de bitácora del "Jenny".
El caso se hizo conocido después que la revista geográfica alemana "Globus"
publicara un artículo en 1862 sobre el avistamiento del "Jenny", pero a
falta de más pruebas concluyentes muchos lo consideran hoy como un
testimonio no verificado y, por lo tanto, un caso dudoso, además de
presentar cierto parecido "sospechoso" a la leyenda del barco fantasma
"Octavius" de Groenlandia.
A pesar de ello, en homenaje y recuerdo del incidente, el UK Antarctic
Place-Names Committee puso el nombre de Jenny Buttress a una
pared de Isla Rey Jorge, en 1960.

Las calderas del "John Elder" aún se ven en Cabo Carranza.
EL "JOHN ELDER" Y LOS MONSTRUOS CUSTODIOS DE SU TESORO
En enero de 1892, tras una tormenta que lo arrastró hacia los bajos de la
costa de Cabo Carranza de la Región del Maule, naufragó el barco vapor "John
Elder", tal como lo había hecho trágicamente antes el "Cazador" en 1856, muy
cerca de allí.
El nuevo desastre provocó una gran especulación sobre cuál era su carga, la
que salpicó incluso al Presidente Jorge Montt al decretar la suspensión de
cualquier traspaso de lo que llevara como carga el siniestrado navío, pues
se creía que estaba sumergido con valiosísimas barras de oro y posiblemente
de plata.
Sin embargo, una maldición hecha por sus dueños protegería este cargamento
que era llevado desde Valparaíso a Liverpool, para que no caiga en manos
ajenas.
El barco encallado fue siendo destruido por acción natural y por pescadores
que retiraban partes de su material para usarlo en sus herramientas; hacia
el cambio de siglo se instaló el Faro de Carranza para terminar con estos
accidentes. Empero, su supuesto no podía ser recuperado por los locales.
Muchos buzos, pescadores y aventureros trataron de llegar a él, fracasando
en todos los intentos por las más insólitas e inexplicables razones. La más
frecuente es que, cada vez que se sumergía algún valiente hasta su lugar
submarino, el mar cambiaba de súbito volviéndose agitado y hasta empeorando
el clima, como su alguna misteriosa y malvada fuerza lo resguardara. Los
pocos que se han atrevido a desafiar la marejada volvieron a la superficie
casi asfixiados y contando historias aún más tétricas: vieron monstruos
impensables custodiando los restos del "John Elder", como una criatura
gigantesca parecida a un pulpo, de enormes tentáculos, ojos refulgentes y
mandíbulas de pesadilla.
Recién en los años setenta, un intrigante grupo de buzos extranjeros realizó
una operación de varios días, en la que los pescadores de la zona aseguran
que se llevaron el famoso tesoro. Al desaparecer el oro y la plata,
desaparecieron también los monstruos de otros planos y otros mundos.
Cuando la marea está baja, pueden verse las crestas de las calderas del
"John Elder" entre la marejada, dos kilómetros al Norte de Caleta Loanco.
Nadie más fue arrastrado al fondo marino por las bestias lovecraftianas que
cuidan su secreto. Versiones modernas sobre estos restos, sin embargo, han
intentado relacionarlos con supuestos submarinos de la Alemania Nazi
llegados a costas chilenas, teoría bastante dudosa.

Antigua goleta europea, con el aspecto que pudo tener el "Kalache".
EL "KALACHE" Y LA IRA DE DIOS
El "Kalache" fue una goleta maldita que pasó por Chiloé en el siglo XVII,
uno de los posibles orígenes del mito del "Caleuche", pues se recuerda que
su tripulación era de corsarios practicantes de la hechicería. Fue llamado
también "Calonche" y "Kalanche".
Capitaneado por el holandés Vincent van Eucht, pasó por el Archipiélago de
Chiloé provocando temor entre sus habitantes cuando estacionó en Castro para
abastecerse, siendo advertidos de que venía tripulado por peligrosos
corsarios. Algunas tradiciones hablan de maldiciones sobre el navío, o bien
de tropelías y saqueos cometidos por el mismo en algunas partes de la isla
grande, y se comenta en la tradición de supuestas prácticas de hechicería
que involucraban a Van Eucht y a su entorno, desatando fuerzas desconocidas
sobre la nave y los lugares donde tocaba puerto.
La ira de Dios se desató luego que la comunidad de Castro, dirigida por un
sacerdote (Fray Juan Evangelista Olmedo, según algunas fuentes) realizara un
Te Deum sobre la cubierta de tan diabólico e indigno navío. Así,
después de zarpar con las mercaderías y abastecimientos, el "Kalache"
naufragó misteriosamente en junio de 1614, despareciendo para siempre, pero
dejando la huella de miedo entre los chilotes que varias veces más creyeron
verlo de regreso y que nunca olvidaron las supuestas prácticas demoníacas
que traían sus malvados tripulantes.
Para más información sobre el "Kalache",
clic aquí.

El navío "Leonora" es barco y fantasma.
EL FANTASMA ASESINO DE LA "LEONORA"
La "Leonora" fue un hermosa y decorada lancha velero de cuatro palos que
operó en Magallanes, según relata Francisco Coloane al rescatar y
contextualizar literariamente esta historia ("El último grumete de la
Baquedano"), pero en el que, tras ser rescatado de un naufragio en unas
rocas y rebajado a servir sólo como un pontón o bodega flotante por una
compañía naviera, se aparecía una mujer fantasmagórica similar a la sirena
que había en su mascarón de proa.
Según habitantes e investigadores de la región austral, al igual que sucede
con el
témpano errante de Kanasaka, el autor recogió una leyenda local y
le dio forma en su obra, por lo que no sería tan ficticio. La hermosa mujer
vestida de blanco, conocida como la Leonora e interpretada como el
alma vengativa del propio navío o su mascarón, asesinaba a los marineros que
se atrevían a trabajar en él, seduciéndolos por las noches, llevándolos con
ella embelezados y arrojándolos por la borda.
La dotación del "Leonora" era de sólo un patrón y cuatro marineros, pero su
mala fama era tal que sólo los valientes y los desesperados por empleo
aceptaban trabajar en allí.
En su novela, Coloane da otra relación al mito del "Leonora", por testimonio
de uno de sus personajes que habría estado trabajando en la lancha y que
estuvo al borde de morir seducido en sueños por la cautivante mujer. Lo
relaciona con el descubrimiento del cadáver de una tal Leonora Bruce, muerta
en 1863 luego de que el navío cayera en manos de un sujeto truhán y asesino,
y cuyos restos fueron hallados ocultos dentro del propio velero, detrás de
un compartimento condenado.

El gigantesco "Lucerna" navega por océanos sin tiempo.
EL "LUCERNA", UN NAVÍO CON LA EXTENSIÓN DE TODA UNA VIDA
El "Lucerna" es un barco gigante y misterioso de Chiloé, rara vez visto sólo
por algunos afortunados.
Es tan grande que tomaría toda una existencia humana recorrer su cubierta de
popa a proa o viceversa: desde la infancia en el gateo, hasta la vejez con
el bastón. Es decir, el "Lucerna" representa en su magnitud la vida, desde
el nacimiento a la muerte. Es tan enorme que sus velas pueden estar bajo el
Sol y bajo la Luna al mismo tiempo, pues tiene el tamaño del propio mundo,
según anotan autores como
Oreste Plath.
El "Lucerna" navega silencioso y desierto sobre los océanos del tiempo, por
la eternidad, también como representando al mismo mundo y sus ciclos. Otras
versiones más modernas relacionan al "Lucerna" con un transporte para brujos
o muertos vivientes, además de llevar a su paso el cambio de las fases
lunares creciente (vida) y menguante (muerte).

Imagen del "Marlborough" en Port Chalmers, Nueva Zelanda.
EL "MARLBOROUGH", EL BARCO DE LOS ESQUELETOS
El "Marlborough" fue un barco velero mercante lleno de esqueletos humanos
visto en Magallanes, historia basada en caso real reportado hacia 1891 ó
1913 según las versiones, y que fue estudiado y difundido internacionalmente
por el
periodista e investigador Robert L. Ripley.
El "Marlborough" zarpó desde Lyttlelton con destino a Londres, pero se
perdió todo rastro de él, desapareciendo y dándoselo por hundido en algún
accidente. Sin embargo, el navío reapareció efímeramente después frente a
Punta Arenas, a la deriva por el Estrecho de Magallanes, ocasión en la que
los tripulantes del velero inglés "Johnston" abordaron la misteriosa nave
encontrando sólo esqueletos en la rueda de mando, en el pañol, en el puente
y en los dormitorios... Nada vivo quedaba en él.
Sin más remedio que abandonar la terrorífica nave, ésta continuó a la deriva
hasta perderse por el Estrecho desapareciendo para siempre, al parecer
durante una tormenta que siguió al encuentro, haciendo más oscuro su
misterio. Desde entonces, el macabro navío errante sería recordado como
"El Barco de los Esqueletos".
Para saber más sobre el caso del "Marlborough",
clic aquí.

"Mytilus II" en recreación del programa "OVNI" (1999).
EL "MYTILUS II" Y LA LEYENDA DE ISLA FRIENDSHIP
El "Mytilus II" corresponde a un yate o lanchón usado por un extraño grupo
de hombres altos, muy blancos y de pelo rubio liso, a veces vestidos de
forma poco convencional, que navegan al Sur de Chiloé y el sector de las
Islas Guaitecas capitaneados por un tal Alberto, llamando la atención de los
pocos que logran verlo.
Sus dueños serían poseedores de tecnologías fantásticas que incluso han
salvado la vida de algunos enfermos desahuciados (el mediático caso del ex
comunicador Ernesto de la Fuente) o que han hecho demostraciones asombrosas
de comunicación con otros mundos.
La misma nave estaría equipada también con estos avances insólitos para
facilitar su navegación. Por esto, la
leyenda de neofolklore legendario sobre el "Mytilys II" ha sido asociada
a la presencia de supuestas bases extraterrestres en la Patagonia, a centros
secretos de investigación científica avanzada, a pretendidas colonias
ocultas de refugiados del III Reich en la zona y, muy especialmente, al
famoso mito moderno de Isla Friendship, cuyos habitantes serían los
operadores y dueños del extraño yate.
Aunque no se ha podido rastrear una nave formalmente llamada así en las
inscripciones de la autoridad marítima local, existirían testimonios de
personas confiables que aseguran haberla visto, incluyendo oficiales de
puerto de la Armada de Chile.
El programa "OVNI" de TVN, conducido por Patricio Bañados, logró dar en 1999
con el testigo Alfonso Schulbach, funcionario del Servicio Agrícola y
Ganadero (SAG) quien aseguraba haber visto un yate con ese nombre en Chiloé
y que habría pertenecido a su institución, agregando que fue rematado en
1975 y comprado por unos italianos.
Curiosamente, Mariano Latorre comentaba que, en su época, había escuchado
historias curiosas en Chiloé sobre la presencia de personas rubias y de
aspecto de Europa septentrional, suponiendo que podrían ser descendientes de
marinos holandeses.
LA "NOVIA" Y ALMA EN PENA
Los restos de un viejo barco fantasma en el sector de Caleta Infiernillo, en
Talcahuano, recibieron el nombre del navío la "Novia", por razones nada
gratuitas.
El barco, cuyo nombre oficial nadie recuerda, había quedado abandonado allí
destruyéndose por la corrosión y el envejecimiento. Sin embargo, el apodo
derivó de un hecho espeluznante: los pescadores y visitantes de la caleta
varias veces aseguraron ver la figura de una mujer vestida como novia sobre
el solitario barco anclado, llorando y gimiendo cual si fuese el alma del
propio navío abandonado, lamentándose en el olvido. Incluso, la vieron
descender a la playa en algunas ocasiones, donde continuaba con su extraño y
doloroso rito de sufrimiento.
Un día de aquellos, ya dañado su casco por la fatiga, la nave comenzó a
hacer aguas y se hundió. Al desaparecer la "Novia", desapareció también su
fantasma, pero quedó la leyenda del misterioso barco así llamado.

El "Oriflama" varado en 1770 en el Maule.
EL "ORIFLAMA", EL SINIESTRO BARCO DE LOS MUERTOS Y LOS AGONIZANTES
El "Oriflama", fue un velero francés capturado por los ingleses y luego
adquirido por la naviera Ustáriz de España, encontrado alguna vez lleno de
agónicos o de muertos; terrorífico y condenado, está asociado también a las
historias de un tesoro perdido.
Apodado "Barco de los Agonizantes", "Barco de los Muertos" y
"Cementerio flotante", se cuenta que, tras salir de Cádiz con 300
tripulantes y pasajeros en 1770, capitaneado por José Antonio Alzaga y el
piloto Manuel de Buenechea, una extraña y mortal epidemia atacó a su gente
al entrar al Pacífico.
La tarde del 23 de junio fue avistado por el velero "Gallardo" de camino a
Valparaíso, y su Capitán Juan Esteban Ezpeleta saludó de un cañonazo a su
amigo Alzaga sin recibir respuesta del "Oriflama". Intrigado, ordenó seguir
al silencioso navío que, aunque iba con sólo una vela izada, se perdió en la
noche. Pudo encontrarlo solo al día siguiente, ya en las costas de
Constitución, abordándolo con sus hombres en un bote.
Lo que presenciaron en cubierta fue dantesco: sólo quedaban 106 personas,
unas muertas y otras enfermas, y apenas 30 de ellas podían estar de pie,
débiles, delirantes y casi incapaces de explicar lo sucedido. Uno de los
marineros había trepado intentado encender una faro del mástil el día
anterior, pero cayó al agua agotado antes de lograrlo, según se enteraron.
Una versión dice que Alzaga estaba entre ellos, pidiendo auxilio. Ezpeleta
regresó al "Gallardo" y ordenó bajar cuatro botes con 40 hombres para
rescatar a los agónicos. Sin embargo, cuando estaban en esto empeoró el
clima y debieron postergar la maniobra.
Cayó la noche y cuando se preparaban para reiniciar el rescate, ante el
estupor de todos, súbitamente en la distancia el "Oriflama" subió todas sus
velas, encendió todas sus luces de navegación incluidas las más altas, y
comenzó a alejarse veloz de los aterrados tripulantes del "Gallardo", como
poseso de una fuerza desconocida en su cubierta donde no se veía un alma en
pie.
El "Gallardo" trató de darle alcance al día siguiente, pero fue imposible,
perdiéndolo de vista el 26 frente a río Huenchullami.
Desde entonces, muchos han asegurado ver al fantasmagórico "Oriflama"
navegando con todas sus luces, a veces emitiendo lamentos y gritos de
sufrimiento de su invisible tripulación, en zonas de Navidad a Constitución
e incluso tratando de entrar a puerto Valparaíso, sin anclar.
La historia confirma que el "Oriflama" naufragó en la desembocadura del río
Maule, desatándose un gran esfuerzo de las autoridades coloniales por
recuperar su valioso cargamento entre 1771 y 1772, sin resultados. Esto dio
origen a nuevas búsquedas de su perdido tesoro en nuestro tiempo, no exentas
de controversia por hallazgos de 2011, y a la constitución de la Oriflama
S.A. para realizar proyectos culturales y de investigación sobre el navío.
EL "ORIÓN", OTRO BARCO QUE ENFRENTÓ AL "CALEUCHE"
Parecida a la situación que habría vivido el "Gualtecas", también en Chiloé
y que vimos en la
primera parte, se supone que fue la de un barco ballenero maldito tras
un encuentro con el
"Caleuche", llamado "Orión". Una versión de esta historia fue rescatada
por Antonio Acevedo Hernández en "Leyendas de Chile".
El "Orión" era capitaneado por Adrián García, veterano ya cerca del retiro
quien, tras atravesar el Estrecho de Magallanes, iba hacia Ancud a buscar a
su hija Margarita, al cuidado de su criada mapuche. Sólo debía detenerse en
Valdivia, donde Miguel Barra, el segundo del barco, iba a casarse con su
bella novia. Una vez en Ancud todos pidieron bajar, pero García encargó a
Barra impedir que subieran licores. También rogó al muchacho Pedro Flores,
de su confianza, alejara del puerto a todos tanto como fuera posible, para
meter discretamente a Margarita sin que lo advirtieran. Así logró
embarcarla, pidiéndole a la chica que jamás saliera de su recámara: "Mis
marineros son grotescos y malos", le advirtió.
Una noche, se improvisó una gran fiesta con cantos de marineros en cubierta,
todos pidiendo alcohol mientras Barra intentaba mantener los ánimos calmos.
El viejo Guillermo, antiguo piloto, recordó a todos que frente a las
rompientes donde navegaban se aparecía el
"Caleuche", un "barco de fuego" cuyo capitán y piloto "eran
demonios", advertencia que nadie tomó en serio. Entonces, uno de los
enfiestados, Alberto Trincado, robó botellas de vino desde la bodega del
Capitán y se armó una pelea, terminando atado y golpeado Barra mientras los
demás bebían. Al aparecer después el capitán pidiendo explicaciones, también
acabó atado junto a Barra y siguió la fiesta.
Su hija escuchó la escaramuza y, sin resistir más, salió desde su recámara a
tratar de ayudar a su padre. Al descubrir su presencia, los borrachos
comenzaron a aproximársele decididos a violentarla...
Estaban al borde de cometer su fechoría, cuando, ante el terror de todos, se
les aparecería el luminoso "Caleuche" precisamente en las rompientes y
desatando una tormenta, obligando a los rufianes a tratar de navegar en
sentido inverso y soltar a los dos cautivos para reestablecer el orden.
García aprovechó de buscar a tientas a su hija, entre la oscuridad,
suponiendo que iban a naufragar atacados por la maldición del
"Caleuche".
Tras una espeluznante noche acosados por la pesadilla de los mares chilotes,
lograron zafarse de su sino de desgracia y todos los hombres pidieron perdón
al cielo por su comportamiento. Leyendas chilotas antiguas hablaron mucho
tiempo más, desde entonces, de un "Orión" que quedó condenado al infortunio,
a atraer al "Caleuche" por un arranque de maldad de su propia tripulación.
DELIRIO Y MUERTE EN EL "RITA"
En su momento, el caso del "Rita" parece haber sido tomado como una extraña
posesión de locura en la tripulación del navío, delirio colectivo que los
llevó a la desgracia, aunque hoy es realmente un desafío poder encontrar
información sobre el oscuro incidente.
La nave de carga "Rita" tenía bandera guatemalteca e iba capitaneada por
Antonio Dañino cuando salió del puerto de San Antonio a Iquique, llevando
una carga de cebada. Sin embargo, a pocas horas de partir y por razones que
se desconocen, a la altura de Punta de Tralca la tripulación cayó en una
especie de frenesí de violencia criminal, amotinándose y dando brutal muerte
al capitán el día 3 de marzo de 1874. Asesinaron también al piloto y a un
marinero que trató de restaurar la cordura.
La nave quedó a la deriva y comenzó a orillarse antes de acabar destruida en
el borde costero, mientras los amotinados huían en botes hasta las playas
luego de tan inexplicable comportamiento.
Existe muy poca información sobre qué sucedió después con los sujetos que
fueron presas de esta violenta fiebre de mar, aunque el extraño caso aparece
comentado brevemente en el libro de Patricio Guzmán Martínez titulado
"Algunos naufragios ocurridos en la costa chilena desde Algarrobo a
Matanzas. 1757-1901".

El "Sakarah" oculta con celo su tesoro, escondido en el fondo marino.
EL "SAKARAH" Y SU EXTRAÑA PROTECCIÓN DE UN TESORO PERDIDO
La leyenda del vapor alemán "Sakarah" es una de las más intrigantes sobre
barcos con tesoros perdidos, pues tiene una propiedad extraña que lo hace
capaz de aparecer, desaparecer y ocultarse de los investigadores que se
aventuran en su tumba submarina, guardando celosamente su secreto y su
fortuna.
Muchos han asegurado verlo en su cautiverio oceánico, pero sin lograr
arrebatarle su premio; otros lo buscaron toda la vida y jamás dieron con él.
La historia ha sido abordada por investigadores como César Sánchez: en el
invierno de 1902, tras zarpar de Antofagasta hacia Europa, el "Sakarah" de
la compañía germana de vapores Kosmos naufragó durante un temporal en
Punta Norte de la isla Guamblin, en Aysén. En sus bodegas iban 12.000
toneladas de cobre, 2.000 de plata y un millón de libras esterlinas en
barras de oro. Inspecciones en el lugar confirmaron que el barco estaba a
sólo 10 metros de profundidad, pero al borde de una pendiente hacia una
profunda fosa oceánica.
En 1905, un expedicionario de apellido Pesce logró rescatar cerca de 15 mil
libras de la valiosa carga, pero a un caro costo: dos integrantes del equipo
de buzos murieron en las operaciones. Comenzó a cundir la creencia de que el
"Sakarah" no soltaría con facilidad su tesoro, y se encargó de demostrarlo
en una segunda expedición de 1907, en la que, intentando abrir su casco con
dinamita, la explosión hizo caer al barco varios metros más hacia el fondo,
perdiéndose otra vez.
En 1917, ya localizado, una sociedad formada por Max Jensen, Luis Ahnfelt y
Carl Sundt organizó su propia expedición de casi 30 miembros, alquilando la
barca "Melipulli" y el vapor "Chacao", logrando rescatar varias barras de
oro que Jensen llevó hasta Puerto Montt, donde las vendió. Sin embargo, la
negativa del "Sakarah" volvió a hacerse clara, cuando dinamitaron el casco y
las explosiones empujaron al navío hasta lo profundo del abismo, perdiéndose
otra vez en la oscuridad submarina.
Nunca más se vio hasta el año 2012, cuando el chatarrero chilote Carlos
Trujillo aseguró haber obtenido de unos buzos los restos de claraboyas,
fierros y proyectiles pertenecientes al "Sakarah", llamando la atención de
los medios e incluso de la National Geographic. Sin embargo, jamás
pudo demostrar que pertenecían al perdido navío, ni la ubicación precisa en
que habían sido encontrado.
LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN DEL "SANTA FE"
El "Santa Fe" fue un navío mercante de cargas metaleras quizás constituya la
desaparición más extraña de la navegación civil chilena contemporánea, por
no haber dejado ni un sólo vestigio de la tragedia que lo hundió en los
sesenta, supuestamente en la proximidad de la Isla Guamblin, donde ya vimos
en la
primera parte que, a principios del siglo XX, se hundió el "Sakarah" con
un supuesto gran tesoro oculto que sólo logró ser recuperado en una pequeña
fracción.
Al mando del experimentado Capitán Fernando Silva Cárcamo, el "Santa Fe" iba
con 33 tripulantes y dos cadetes de la Escuela Naval en práctica. Llevaba un
cargamento de hierro desde Coquimbo hacia la localidad argentina de San
Nicolás. Sin embargo, el 13 de agosto de 1967, tras reportar por radio su
paso por isla Guamblin en medio de un temporal, jamás llegó a la proximidad
del Faro Evangelistas en la boca occidental del Estrecho.
La investigación no pudo encontrar nada: ningún resto del barco, a pesar de
la gran cantidad de material que suelen dejar los naufragios de los
mercantes. La Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) también
informó que el navío tenía un radio regular, un radio de emergencia,
sistemas de radiotelefonía y botes salvavidas también equipados con radios
automáticas de localización y señal SOS, con la certificación internacional
Lloyd Register Of Shipping vigente. Todo falló simultáneamente,
entonces, o algo aún más siniestro que hizo desaparecer al "Santa Fe"
inutilizó de inmediato sus equipos sin dar tiempo de reacción a sus
tripulantes.
Jamás pudo establecerse qué sucedió con el navío ni recuperar algún
fragmento que permitiese establecer el lugar preciso de su misterioso
naufragio en la costa de los canales australes.
El intrigante caso ha sido abordado y comentado por Carlos Muñoz Brito y
Raúl Núñez Gálvez, del Instituto de Investigaciones y Estudios Exobiológicos
de Chile-España (IIEE).
EL "SANTIAGUILLO" Y SU TRIPULACIÓN VIGILANDO ETERNAMENTE UNA FORTUNA
El "Santiaguillo" era una carabela pequeña, traída en los tiempos del
Descubrimiento y Conquista, cuya legendaria desgracia en las costas del
Choapa en el siglo XVI, lo convirtió en otro de los barcos fantasmas que
aparecen y reaparecen por los testimonios de los hombres de mar.
El "Santiaguillo" zarpó desde el puerto peruano del Callao con un fastuoso
tesoro en oro, plata, gemas y joyas que había pertenecido a Atahualpa,
recalando en el puerto chileno de Los Vilos, donde debía dejar parte del
valioso botín. Sin embargo, por razones que la leyenda no aclara, uno de sus
botes acabó naufragando trágicamente, muriendo todos los tripulantes que
juraron custodiar este tesoro. Era, precisamente, el bote que llevaba la
carga de riqueza del "Santiaguillo" hasta la orilla.
Desde entonces, muchos habitantes, pescadores y mariscadores de la zona
aseguraron ver una oscura embarcación cargada de los fantasmas de aquellos
marineros, navegando frente a Los Vilos: es el "Santiaguillo" y su
tripulación fallecida en aquel accidente, condenados a vigilar por siempre
aquel tesoro que se perdió entre los bancos de arena en las orillas de las
playas del lugar, hasta que alguien lo rescate.
Como todas las leyendas, esta también tiene algo de realidad en sus raíces:
la historia sí verifica un famoso navío "Santiaguillo" recalando en Los
Vilos en mayo de 1536, asistiendo al adelantado Diego de Almagro en su
expedición por el actual territorio chileno.
EL "SANTONA" Y LA SIRENA DE PIEDRA EN MATANZAS
Suponemos que el "Santona" debe ser el barco anónimo al que se refieren
algunas reseñas sobre la leyenda de la Roca de la Sirena Encantada de
Matanzas, al Sur de San Antonio y de la salida del Río Rapel.
Según la versión que conocemos, hacia fines del siglo XIX llegó a la caleta
de Matanzas un navío europeo, cuyo capitán de ojos azules quedó muy
enamorado de una hermosa residente local llamada Isabel, a quien todos los
hombres pretendían y cortejaban, sin lograr su interés. Entregados a su
amor, el capitán prometió desposarla y zarpar con ella, pero uno de los
residentes del pueblo que había sentido el despecho de la muchacha,
envidioso y vengativo recurrió a una temida bruja de la zona para pedirle
destruir aquella relación. La hechicera convirtió a la mujer en roca, y tomó
forma de sirena quedando petrificada en la playa, mirando hacia el infinito.
Es la llamada Roca de la Sirena Encantada que allí existe, junto a la Playa
del Padre, esperando el regreso de su amado.
La escasa información disponible en internet y la mención rauda que se hace
de la leyenda en trabajos como el de Ascencio Ronda ("Leyendas de la
Provincia de San Antonio"), cuentan la historia sólo hasta este punto, pero
una tradición oral que conocemos agregaba que el entristecido capitán,
creyendo que Isabel lo había rechazado, zarpó en su barco y, absorto en su
pena, no vio unas rocas de la orilla y naufragó, ahogándose con sus hombres.
La leyenda de la sirena de las rocas agrega que Isabel se vuelve de carne y
hueso por las noches, paseando por la playa o la marejada, y ayudando a los
marinos en los naufragios que ocurren por la zona, esperanzada en que uno de
ellos sea, algún día, su amado capitán.
En los registros de naufragios sucedidos en Matanzas, hay uno que parece
coincidir con ciertos detalles de la leyenda: el "Santona", barca inglesa de
855 toneladas, construida en Glasgow, que trabajaba para la firma
Hambrock & Merlet bajo mando del Capitán Mc Lead. Anclada en
Matanzas, esperaba una carga de trigo para Inglaterra, pero un temporal
cortó sus amarras y se fue a pique el 25 de octubre de 1891 por el sector
Palmilla, muriendo todos sus 16 tripulantes incluido el capitán, y
salvándose sólo dos marineros.
LAS CAMPANADAS SUBMARINAS DEL "SCHILLER"
El "Schiller" fue un navío de transporte relacionado con la popular historia
de una valiosa campana sumergida en Ancud. La historia ha sido abordada por
Renato Cárdenas, entre otros.
Hacia inicios del siglo XX, el Obispo Francisco de Paula Solar hizo traer
desde Alemania una enorme y artística campana de bronce que iba a sonar en
la torre de la nueva iglesia, que estaba próxima a ser reinaugurada en una
versión más sólida y moderna que la anterior. El barco encargado de traer la
pieza fue el velero "Schiller", pero justo en el día en que debía tocar
puerto en Ancud, una enorme tormenta lo comenzó a sacudir frente a la costa
hasta hundirlo, minutos durante los cuales la campana sonó casi desesperada,
como pidiendo auxilio, motivando los rezos del Obispo y de la comunidad
agolpada en la línea de costa. Pero fue inútil: a la vista de todos, el
"Schiller" se fue a pique ya en horas nocturnas.
La pérdida de la campana fue tomada como una tragedia, que nunca sería
olvidada por los habitantes de la localidad chilota. Sin embargo, en horas
de la mañana comenzaron a oír otra vez campanazos, despertado y corriendo a
la playa con la esperanza de que hubiese sido recuperada. No era real, y los
sonidos provenían de algún misterioso sitio. Desde entonces, algo extraño
comenzó a suceder frente a Ancud: cada vez que volvía a producirse una gran
tormenta con vientos, truenos y marejadas, sonaba otra vez el misterioso
tañer de la campana invisible del "Schiller", como recordando aquel fatídica
tempestad que la hundió.
Autores locales como Antonio Bórquez Solar, contemporáneo a la época,
sugieren la idea de que su sonido sale desde desde las profundidades del
océano, donde está con el "Schiller", como un perpetuo lamento de agonía.
LA BARCA DE "TEMPIKAHUE" PARA EL VIAJE AL MÁS ALLÁ
Otro aporte del Archipiélago de Chiloé a las tradiciones de navíos
fantasmales, es la barca o balsa de "Trempilkahue" o "Tempilkahue", descrita
a veces como un gran bote, una canoa a remos o una barcaza, que navega
visible o invisible entre el mundo de los vivos y los muertos.
El nombre se lo da su balsero, dueño y conductor: Tempilkahue, que en
tradiciones de origen huilliche en la localidad de Cucao, correspondería a
un enviado del más allá conocido como el Barquero de las Almas o
de las Ánimas. Es un hombre de carácter irascible y a veces agresivo,
que a cambio de una paga llevaría desde la costa chilota hasta los reinos de
los muertos al alma ("am") de un fallecido, cobrando más si éste va
con animales como perros, gatos, ovejas o caballos que le pertenecieron en
vida o que hayan muerto con él. Otras versiones más modernas enredan el mito
con la entrega del fallecido a sirenas o a la tripulación del "Caleuche",
pero originalmente los conducía hasta un mítico destino, perdiéndose en el
mar.
Un atracadero construido en Punta Pirulil cerca de Rahue, conocido como el
Muelle del Alma o Muelle de Ánimas (Kuy-Kuy Tempilkahue),
señala el lugar en donde se suponía que pasaba la barca a buscar a los
fallecidos.
El origen de la leyenda parece derivar de una fusión entre las tradiciones
indígenas de las cuatro ballenas Trempulcahue mapuches, de las costas
enfrente de Isla Mocha, que llevan a los muertos hasta el reino espiritual
de sus ancestros, y en el mito del mundo clásico de Caronte, el barquero de
Hades de la mitología griega, que guiaba a los difuntos en su camino y por
una paga (de ahí la antigua costumbre de dejar monedas en los muertos).

Nave pirata, como pudo ser el "Trinidad". Fuente:
Ligasmayores.bligoo.com.
EL HORROROSO AZOTE DE LOS PIRATAS DEL "TRINIDAD" EN LAS COSTAS
COQUIMBANAS
Originalmente se llamaba "Santísima Trinidad", hasta que fue capturado en el
Istmo de Panamá por el pirata inglés Bartholomew Sharp, saqueador despiadado
de la ciudad de La Serena que, curiosamente, fuera fundada como San
Bartolomé de La Serena, con el mismo patronato del nombre del bucanero, como
lo hizo notar alguna vez don Domingo Amunátegui.
Tras rebautizar "Trinity" al gran barco velero y convertirlo en su nave
insignia, con él atacó la ciudad. Sharp llegó con sus 150 hombres a invadir
el puerto de Coquimbo el 13 de diciembre de 1680, y al día siguiente La
Serena. Pudo tomarla casi sin problemas, pues la defensa colonial de la
misma no se encontraba presente al momento de su arribo, desplazada hacia el
Sur en un error estratégico por concentrar las defensas en Valparaíso y
Concepción.
Los piratas robaron todos los pertrechos y alimentos que encontraron,
tomaron rehenes, asesinaron a ciudadanos inocentes y exigieron un exagerado
pago de 95.000 reales por liberar a los prisioneros, que al ser imposible de
cubrir por los serenenses sirvió de excusa para encender fuego a varios
edificios, casas e iglesias, mientras los habitantes huían a los campos
interiores. Tras complacer su rapacidad criminal, Sharp y su botín partieron
hacia el archipiélago Juan Fernández, para seguir con sus tropelías.
Dejó tal trauma en La Serena y Coquimbo que, según se recordaba en la
región, algunos creían ver el espejismo de su infame y pavorosa nave
regresando a las costas después de su ataque, causando pánico por bastantes
años más después de su incursión.
El "Trinidad" pasó a ser sinónimo de espanto y de horror en aquellas costas,
y de su malvada aventura en ellas también quedó instalado el dicho popular
"¡Llegó Sharp a Coquimbo!", corrompido en "¡Llegó charqui a
Coquimbo!", para referirse a la llegada de un indeseable a algún lugar o
una visita tan desagradable como inesperada.
EL "UNICORN" Y SU TESORO MORTALMENTE MALDITO
El "Unicorn" es otro barco maldito, empapado de muerte y desgracia por
desafiar la maldición pirata que parece rondar al mítico tesoro perdido de
Juan Fernández, y que se atribuye al corsario Francis Drake, al marino Juan
Esteban Ubilla y Echeverría o al Almirante George Anson, según cada
interpretación del mito.
Cuenta la historia que, enviado por este último en el barco mercante "Unicorn",
el contador del gobierno británico Cornelius Webb zarpó en 1760, llegando al
año siguiente a las islas. Su misión era recuperar el célebre tesoro perdido
que allí estaría enterrado, según creía Anson escondido por Ubilla y
Echeverría, de acuerdo a lo que él mismo le habría alcanzado a informar
antes de morir en un naufragio.
Pero el tesoro estaba maldito, y no tardó en desatar su sino trágico sobre
el "Unicorn": tras rescatarlo de isla Robinson Crusoe, una tormenta rompió
el palo mayor del navío impidiendo su buena navegación. Webb se vio en
necesidad de obligar a su hombres a sepultarlo otra vez, hasta que fuera
reparado el navío en Valparaíso, orden que ejecutaron de mala gana. No
tardaron en organizar un motín, al que Webb reaccionó incendiando el barco y
escapando solo en un bote. Los infelices perecieron todos con su parte del
secreto, horrorosamente quemados, y Webb llegó remando tras dos días hasta
Horcón con sólo una parte de la fortuna en monedas de oro, decidido a
informar a la brevedad al Almirante Anson de lo sucedido y retornar.
Sin embargo, la maldición pirata que pesó sobre el "Unicorn" no cesaba: sin
saberlo, mientras insistía por meses con su correspondencia, Anson ya había
fallecido en 1762... Y para no dejar dudas, la leyenda asegura que Webb
había contraído malaria en su oscura aventura, falleciendo después en
Valparaíso sin poder regresar a su patria.
Una leyenda derivada contaba que Webb enterró parte de lo que trajo del
tesoro en la playa de Horcón: pues resulta que, en 1948, don Luis Cousiño
Sebire y su esposa Cristina Lyon, dueños de la caleta y de varios
territorios alrededor, encontraron durante un paseo en la playa una caja de
plomo con un rayado a punta de cuchillo que decía "Unicorn",
supuestamente llena de monedas de oro.
Cousiño formó sociedad con Peter Scottie, Benjamín Lyon y el Conde Jorge di
Giorgio para intentar buscar el tesoro del barco, pero nunca pudieron dar
con él.
EL "VELERO DE LAS SIRENAS", LA PERDICIÓN DE LOS HOMBRES
El "Velero de las Sirenas" es una leyenda ya en evidente retirada, que se
contaba por el sector de lagos en torno al Llanquihue, la zona del estuario
de Reloncaví y las costas continentales frente a Chiloé.
Muy parecido al caso del "Barco del Amor", este mito (que claramente es un
sincretismo adoptando y adaptando mitología clásica europea), rara vez
referido en la literatura, hablaba de una barcaza o velero que iba lleno de
sirenas en las noches de Luna, atrayendo a los hombres con su canto y, con
ello, muy probablemente también a su perdición. Como se aparece en ensenadas
pero también en lagos del Sur del país, es quizás el único barco mitológico
de Chile que realizaba correrías lacustres.
Una de las pocas menciones que pueden encontrarse para esta leyenda en
libros sobre folklore o costumbrismo, es la de Inés Dölz-Blackburn, en nota
a pie de página de "Los romances tradicionales chilenos: temática y
técnica".
LA MALDICIÓN DEL
"WAGER" Y LA ODISEA DEL ABUELO DE LORD BYRON
La historia de la fragata inglesa HMS "Wager", del siglo XVIII, es otro caso
de un barco que parece tocado por alguna maldición, y en donde la aventura
termina muy mal.
Su viaje comenzó como parte de la flota que George Anson dirigía para ir
bombardear Valdivia, en 1740. Ya viejo en aquella época, el "Wager"
transportaba 142 pasajeros entre tripulantes e infantes de marina, cargados
de armas, pertrechos y el infaltable alcohol.
Sin embargo, esta expedición estaba condenada desde que zarpó, iniciándose
una plaga o quizás una ola de escorbuto que alcanzó también al capitán
Anson, quien sería reemplazado por David Cheap. La angustia y el pánico se
apoderaron de los hombres aún sanos y el "Wager" debió separarse del grupo
al romperse uno de sus palos y retrasarse en el Cabo de Hornos. Para peor,
Cheap también enfermó y quedó postrado en su cuarto. Sólo 12 hombres
quedaban aptos para seguir navegando según le informaron el segundo Robert
Baynes y del oficial artillero John
Bulkeley.
Desgraciadamente, desoyendo sugerencias de estos dos hombres, Cheap decidió
navegar cerca de costa para ir a Isla Nuestra Señora del Socorro (hoy
Guamblin) y una tormenta arrojó al barco varándolo en el archipiélago
Guayaneco, en el Golfo de Penas, el 14 de marzo de 1741. Los sobrevivientes
se refugiaron en una isla, pero la fiebre de mar ya se había apoderado de
los marineros: dirigidos por el artillero
Bulkeley,
asaltaron las licoreras, se emborracharon, robaron las ropas de los
oficiales y comenzaron su fiesta de violencia, en la que Cheap llegó a
disparar a la cara de uno de los amotinados, de apellido Cozens,
provocándole una horrible agonía de diez días. La disputa tenía dividido al
campamento en dos, el más violento liderado por el contramaestre John King,
quien llegó a disparar un cañonazo contra el grupo de Cheap.
No tardaron en comenzar a morir de hambre recurriendo al canibalismo y la
necrofagia, intentando sobrevivir a los fríos extremos de las noches.
Tomaron la decisión de mejorar los barcos menores que tenían (una lancha, un
cúter y dos pequeños botes) con los restos del "Wager" y salir en ellos
desde este sitio de muerte.
La tragedia siguió acompañándolos: la violencia del mar los separó, y los
guardiamarinas
John Byron (abuelo de Lord Byron) y Alexander Cambell con su grupo,
pudieron encontrarse recién al día siguiente con la barca de Cheap, mientras
que la de
Bulkeley
perdió a 9 de sus hombres cuando bajaron a tierra a buscar agua y el bote
fue arrastrado por las corrientes, aunque fue acusado también de
abandonarlos porque no alcanzaban los alimentos.
Este grupo viajó al Estrecho y la costa Atlántica hasta Brasil. El otro,
ayudado por indígenas de la zona, logró salir de este infierno luego que
Creap, ya sin el marinero Bosman (fallecido de hambre) ni el cirujano Elliot
(enfermo hasta morir), quedara sólo con los dos guardiamarinas y su oficial
Hamilton, con los que logró llegar a Chiloé en 1742, donde fueron detenidos
por españoles, y más tarde enviados a Inglaterra.
Cambell escribió sus memorias sobre esta tragedia del "Wager" en 1747,
mientras que Byron hizo lo propio en 1768. A su vez, este libro inspiró la
novela "The Unknown Shore", de Patrick O'Brian.
La costa insular donde encalló el barco, es llamada actualmente isla Wager,
en recuerdo de este sombrío episodio.

El "Wateree" varado. Archivo del U.S. Naval Historical Center
Photograph.
LAS CALDERAS FANTASMAS DEL "WATEREE" EN ARICA
El "Wateree" fue un vapor de rueda naufragado en el terremoto de Arica de
1868, en cuyas calderas abandonadas alguna vez se oían quejidos fantasmales
y ruidos extraños como de máquinas o de sirenas navieras.
El USS "Wateree" pertenecía a la Armada de los Estados Unidos y tenía pocos
años de funciones cuando varó a Norte de la ciudad de Arica, entonces
peruana, arrojado el maremoto que siguió al gran sismo. Un nuevo terremoto
con tsunami lo arrastró en 1877 hasta Playa Las Machas, destruyéndolo casi
por completo.
Con el tiempo, los robos de material y la corrosión, sólo quedaron los
restos de su caldera que aún pueden observarse, alguna vez trasladados hasta
la
ex Isla Alacrán y después regresados al sector de Playa Chinchorro,
también declarándoselo Monumento Histórico Nacional.
Hubo, antaño, supuestas historias de sonidos extraños que provenían de la
caldera abandonada del "Wateree" en esa vieja época, como si los mecanismos
y motores espectrales a los que perteneció funcionaran otra vez, o como si
almas en pena aún rondaran alrededor de él, aunque esta leyenda
prácticamente ya se ha perdido en nuestra época. Para más información sobre
el "Wateree" y sus calderas,
clic aquí.
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