
Antigua dirección del
"Quita Penas", en El Panteón 1125-1131.
Coordenadas: 33°25'3.26"S
70°39'19.36"W (primer local, aprox.) 33°24'51.19"S 70°38'36.48"W (actual)
Como
suele suceder con las picadas más clásicas de Santiago, no se sabe con total
exactitud cómo y cuándo nació este popular bar-restaurante del ex barrio de
La Chimba, allí cerca del Cerro Blanco y los cementerios. Las fechas que se
proponen transitan por la segunda mitad del siglo XIX y albores del Centenario, pues lo claro es que
ya existía hacia el cambio de centuria.
En
algunos períodos se le ha llamado "Quita Penas", y en otros "Quitapenas",
junto. Su nombre provendría, por conclusión lógica, del desahogo que se
daban allí los comensales después de haber despedido a sus seres queridos,
pues se ubicaba estratégicamente en la proximidad del Cementerio General, en
Avenida del Panteón, después llamada La Unión y Profesor Zañartu. Ha pasado
por varios dueños desde entonces, y su éxito estuvo garantido por el hecho
de que los cortejos fúnebres se hacían antes a pie, de modo lo que los
deudos pasaban invariablemente a este local para "llorar" a sus difuntos.
Su más recordado propietario fue el controvertido ciudadano
de ascendencia italiana don Emilio Burroni F., aunque Oreste Plath lo menciona como Enrique Burroni, algo que he descartado gracias a testimonios de familiares del aludido, como mi amigo el investigador histórico Marcelo Villalba, su sobrino que trabajaba en el local durante algunos veranos de su adolescencia. Fue el segundo o tercer dueño del establecimiento, además. Según la
prodigiosa memoria de nuestro generoso informante y también amigo don Benjamín
Gutiérrez, un nombre o mote que habría sido dado al boliche fue "La Gloria"
pues, según decía el dueño, "aquí se viene
a tomar gloriao", nombre que recibe un traguito a base de
aguardiente, azúcar y clavo de olor, servido y tomado durante los velorios y
también después del funeral del finado, especialmente en la antigua
tradición del campo. Cabe recordar que, al morir "el gringo"
Emilio -como le llamaban impropiamente a este personaje capo di tutti capi que ya tenía semblante morturio en vida-, su esposa Maina Villalba se hizo cargo del
restaurante por algún tiempo, antes de ponerlo en venta y así desprenderse
de los recuerdos dolorosos que le provocaba su soledad. Ella acabó pocos meses después con su vida, en una trágica decisión.
Entrevistando a su hija Maina Burroni, Oreste Plath rescató una historia
casi de humor negro del local, cuando estando don Emilio aún vivo, en la época en que
las marchas se hacían con las últimas carrozas a caballos que quedaban,
autorizó a un cortejo que había llegado demasiado tarde al cementerio
encontrando las puertas ya cerradas, a quedarse toda la noche en el local
para repetir el velorio, esta vez con abundante bebida y jolgorio, en espera
de que abrieran otra vez las puertas del complejo en la mañana siguiente.
Son
muchas más las historias que "El Quita Penas" ha acumulado dentro y fuera de
sí, pero las más recordadas son, fundamentalmente, dos de ellas: el paso del
infortunado poeta Pedro Antonio González por sus mesas de madera y la
fundación de uno de los equipos iconos de la división profesional del fútbol
chileno.

Actual local en
Recoleta 1485, esquina Obispo Valdivieso.
DE LA
ANTIGUA UBICACIÓN DEL LOCAL
"El Quita
Penas", originalmente, se encontraba en los números 1125 y 1131 de la
mencionada Avenida del Panteón, en una vieja casona comercial con subterráneo en la
primera cuadra y cercana a la monumental entrada de la necrópolis. Hay
historias informales que lo creían ubicado en otros puntos de la actual
Avenida La Unión o Profesor Zañartu, pero esto es un error o un mito urbano,
probablemente surgido de una confusión con el local de la Posada de la
Cañadilla, que existía en la esquina de esta calle con Independencia donde
hoy está la Biblioteca Municipal y a sólo pasos de la ubicación real del
antiguo "Quita Penas". El número real de la casa está perfectamente
documentado.

Incluso
hay quienes aseguran que alcanzó a pasar por otro local de la Avenida
Recoleta frente al cementerio, más al Sur; o que su primer lugar era un
subterráneo. No tenemos todo claro al respecto, pero la verdad que podemos
constatar es que se cambió desde sus antiguas instalaciones en El Panteón
(ahora, Profesor Alberto Zañartu) directamente hasta su actual local de
Recoleta.
Este
antiguo local de Profesor Zañartu pertenece actualmente a otro restaurante
(el "Tres Puentes") y su vista hacia el exterior está muy dificultada por el
pasillo que forma la gran cantidad de kioscos y puestos comerciales allí
instalados, antecediendo la entrada al nuevo hospital.
Hacia
fines de los noventa, "El Quita Penas" estaba virtualmente en la quiebra y
con riesgo de cerrar para siempre. Entonces, fue adquirido por don José
Miguel Mendoza, quien le ha dio nuevos bríos al local en su ubicación de
nuestros días, en Recoleta entre el Cementerio General y el Cementerio
Católico. A veces atiende él y en otras ocasiones su señora María Salomé
Rojas, apodada "La Primera Dama"
por los fieles clientes del boliche.
REFUGIO DEL POETA PEDRO ANTONIO GONZÁLEZ
El barrio
de este sector de Santiago era famoso desde antaño por sus
chinganas y fondas, además de históricas casas de recreación, algunas
provenientes de tiempos coloniales. La demolición de muchas de estas casonas
y la renovación del barrio tras la construcción de los cementerios, del
Hospital San José y de la sede de la Universidad de Chile fue modificando su
carácter popular y pobre del siglo XIX, empujando hacia él a una
intelectualidad algo oscura que coincide, más o menos, con el cambio de
centuria.
El "Quita
Penas" no era sólo una cantina en aquellos primeros años, sino también una
posada más del sector. Plath recuerda que, en el 1900, el poeta maldito
oriundo de Curepto, Pedro Antonio González, lo había convertido en su
"dormitorio, biblioteca, cuarto de tarea y bar". Desde que había llegado
a Santiago y abandonado sus estudios de Derecho, había reducido su vida a
una actividad nocturna en distintas buhardillas, posadas y bares bohemios,
trabajado apenas en algunos periódicos o dictando clases particulares con
las que lograba subsistir en penosas condiciones.
Podrá
sonar romántica la relación de este poeta de mirada estrábica con "El Quita
Penas", pero tuvo su lado también "maldito": el alcoholismo y la miseria
consumieron a González. Arruinado, sin dinero para sobrevivir, sus cuentas
en la cantina eran generosamente pagadas por su amigo, el también escritor
Antonio Orrego Barros. Otros de sus amigos, como Francisco Contreras y
Marcial Cabrera Reyes, relataron cómo siempre lo encontraban vagando por las
calles, mal vestido y apoyándose en su bastón, con un libro o un lote de
papeles bajo el brazo, seguramente con sus obras. Borracho, sin duda, aunque
sus camaradas de artes prefirieron ocultar el comentario.
González
no resistió mucho este estado de progresivo deterioro, y falleció poco
tiempo después, el 3 de octubre de 1903, en la Sala de San Carlos del
Hospital San Vicente de Paul. Los médicos le habían advertido que el alcohol
le quitaría la vida, pero de todos modos, él prefirió no postergar la
despedida a su memoria en "El Quita Penas".

El trágico poeta Pedro
Antonio González.
FUNDACIÓN DEL CLUB COLO-COLO
En abril
de 1925, la crisis interina del Club Deportivo Magallanes había llegado a su
punto de ebullición, por diferencias profundas entre la dirigencia y los
jugadores aliados con algunos socios, sobre la profesionalización de la
institución. La ruptura era inminente y la posibilidad de diálogo entre
dirigentes y bases ya no tenía posibilidades.
Sucedió,
entonces, que un grupo de estos disidentes caminaba por la calle
Independencia hacia Avenida del Panteón, planificando la conspiración contra
la dirigencia del club de fútbol. Pero se les hizo tarde para ir a comer y
decidieron pasar entonces al "Quita Penas", que les quedaba en el camino,
para seguir sus conversaciones.
Fue en
sus salas del subterráneo del antiguo local, entonces, en donde la audacia
del vino y la sabrosura de uno que otro platillo llevó a los rupturistas del
Club Magallanes, liderados por David Arellano, a planificar una estrategia
de autonomía y decidir fundar un club deportivo nuevo en lugar de unirse a
otro, como se había propuesto en un principio, llamándolo Colo-Colo
por sugerencia del futbolista Luis Contreras, en homenaje al caudillo
araucano de la Conquista de Chile.
Luego de
algunas reuniones y afinamientos más, el flamante club será inaugurado con
celeridad. Años después, don Agustín Biggini Curotto, entonces administrador o dueño del boliche (no hemos podido precisarlo con exactitud), dijo que en
medio de la improvisación de esta primera etapa, un día no encontraron tinta
de tampón para humedecer los timbres del club necesarios para sellar actas,
por lo que alguien sugirió -medio en broma y medio en serio- pedir vino
tinto concentrado para cumplir el trámite.
Oficialmente, entonces, el nuevo club es presentado el 19 de ese mismo mes
en el Estado El Llano, bajo la presidencia de Alberto Parodi y el mismo
cargo honorario para don Luis Barros Borgoño. Estaba destinado a ser el
equipo con más estrellas en la historia deportiva nacional.
Increíblemente, los hinchas del Club Social y Deportivo Colo-Colo muchas
veces desconocen la importancia que tuvo en su propia historia institucional
"El Quita Penas", hablando de manera general sobre la fundación del equipo
"en un bar" o "en un restaurante" sin precisar que éste aún
existe y tiene sus puertas abiertas a los buscadores de las tradiciones
históricas que aloja en sus salones.

David
Arellano, líder de los "alzados" del Club Magallanes, reunidos en "El Quita
Penas" en 1925 para fundar el Club Colo-Colo. Arellano falleció trágicamente
sólo dos años después, víctima de una lesión durante un partido amistoso en
Valladolid (Fuente imagen: Wikipedia).

Reunión de la dirigencia del Club Colo-Colo
en su aniversario de 1960, en el antiguo "Quita Penas". Fotografía publicada por la revista "En Viaje". Están presentes
algunos de los sobrevivientes de la mesa directiva original del club.
"EL
QUITAPENAS" EN NUESTROS DÍAS
Ya en
1955, "El Quita Penas" había sido mencionado en los cuentos de don
Luis Cornejo en su libro "Barrio Bravo", tras el triste funeral de un
personaje del conventillo "Las Delicias". No ha sido la única vez que
aparece en la literatura, por cierto.
Aunque la
concurrencia de clientes ya no es la misma de antes, pues en nuestros días
los muertos son arrojados dentro de la cripta por los mismos deudos que
llegan y se van presurosos en vehículos, la pasada del brindis final en "El
Quita Penas" por el fallecido sigue siendo una tradición instituida en la
sociedad santiaguina; parte de la cultura nacional, a estas alturas.

El valor
redescubierto de este sitio como bar literario, fue quizás lo que llevó al
joven dramaturgo Danilo Pedreros Parra a escribir y dirigir una obra
ambientada en este local: "Quitapenas (de amor, locura y muerte)", obra que
transcurre en una
Noche de San Juan vivida dentro del bar por un grupo de personajes
atormentados y extravagantes. Este trabajo ganó un premio a la Mejor Obra
Inédita 2005, entregado por el Consejo Nacional de Libro.
"El Quita
Penas" de hoy conserva su ayer: los muros en ambas salas están llenos de
fotografías antiguas, cuadros de la belle époque y los pasajes de la
historia del fútbol que germinaron en su interior. La construcción de la
Estación Metro Cementerios facilita mucho más la llegada hasta sus puertas.
En junio de 2004, el Consejo Regional de la Cultura de la Región
Metropolitana extendió en el Día del Patrimonio Cultural un reconocimiento
especial al "Quita Penas", como una de las
Mejores Picadas Urbanas de Santiago, junto a otras diez conocidas
casas. El 5 de enero del año siguiente, recibió uno de los Premios Ciudad de
la Fundación Futuro. Desde entonces, los reconocimientos no han parado.
La
popularidad de los excelentes
"terremotos" del bar, sus sabrosas empanadas, perniles, chorrillanas,
bifes a lo pobre y comidas chilenas en general, seguramente le tienen
garantizada aún larga vida, tras servir por mucho más de un siglo a quitarle
las penas al pueblo.

Fotografía tomada por Julia
Toro al poeta Jaime Quezada en "El Quita Penas", tras el funeral de Armando
Rubio en diciembre de 1980. Imagen publicada por Manuel Peña Muñoz en "Los
Cafés Literarios en Chile".

Sala
principal del "Quita Penas".

Imágenes de
historia y recuerdos.
Las cosas por su nombre El quita pena parece que se durmió en sus laureles. Hoy en día no tiene nada de picada, precios altos comida reguleque, atención mahoma, baños insuficientes. Una lastima.
ResponderBorrarLas cosas por su nombre El quita pena parece que se durmió en sus laureles. Hoy en día no tiene nada de picada, precios altos comida reguleque, atención mahoma, baños insuficientes. Una lastima.
ResponderBorrarEres el típico hombre que habla por detrás. En vez de publicar aquí deberías dejar tus quejas en el mismo lugar, para así poder mejorar el lugar y la calidad de esté patrimonio nacional. No seas maricón como la mayoría de los chilenos, siempre están hablando de más MQL
BorrarDonde tuviste la información de que es patrimonio nacional?
Borrarsoy pariente de agustin biggini curotto dueño del quita pena y al parecer fundador tambien del colo-colo
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