
Portada del histórico silabario de Dufflocq, ilustrada por Coré.
Hubo una época en que la educación chilena realmente parecía marchar a
la vanguardia de América Latina, en parte influida por insignes
personajes fundadores que llegaron desde otras regiones a introducir
procedimientos y filosofías de la instrucción, como Andrés Bello, Jules
Jariez o Domingo Faustino Sarmiento, además de prodigiosos educadores
nacionales como Darío Salas, Manuel Montt, José Abelardo Núñez, Diego
Barros Arana, los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui,
Antonia Tarragó, Valentín Letelier, Isabel Le Brun, Pedro Aguirre Cerda,
Gabriela Mistral y tantos otros que merecerían capítulos propios para
describir su inmenso pero a veces poco conocido legado en la enseñanza
escolar y superior del país.
Este sistema educacional se constituyó, también, en un mecanismo de
mejoramiento de las condiciones sociales y accesos de los niños,
generación tras generación: además de facultades que le son intrínsecas,
como haber reducido el analfabetismo a niveles que llenan de orgullo la
historia de la instrucción en Chile, el régimen de obligatoriedad y
asistencia a las escuelas permitió implementar planes de combate a la
desnutrición infantil con raciones para los alumnos, que lograron
erradicar del país este flagelo hacia inicios de los años ochenta, tras
una larga y fatigante lucha dada por gobiernos muy distintos entre sí.
Hay un hito que simboliza el éxito y la trascendencia que llegó a tener
gran parte del modelo chileno original de educación dado a la luz en la
primera mitad del siglo XX, antes de que se perdiera el control del
timón y se produjera la debacle que actualmente tiene al sistema por las
cuerdas. Se trata del trascendente "Silabario Hispano Americano" de
Adrián Dufflocq Galdames, una de las hazañas más grandiosas e
internacionalmente reconocidas que se hayan producido por estas tierras,
para el sustento y facilitación de la instrucción escolar, reflejo de
esos buenos tiempos para las proyecciones de la educación nacional.
Con
este pequeño artículo, hemos sentido la necesidad de recordar este
extraordinario trabajo y su valioso aporte a la historia de la
educación.
SILABARIOS ANTERIORES
Antes de la obra de Dufflocq, existieron algunos silabarios precursores
de esta clase de manuales destinados a introducir a los niños en la
lectura. Están, por ejemplo, antecedentes como la pequeña "Cartilla o
silabario para uso de las escuelas", impresa y publicada en 1810 por el
ilustre carrerino, escritor, periodista y futuro ministro chileno José
Manuel Gandarillas, en su propia imprenta de Buenos Aires fundada en el
exilio, constituyendo el primer silabario propiamente tal conocido en
América Latina.
Y curiosamente, si en la Argentina un chileno introducía los silabarios,
en Chile lo hizo un argentino refugiado por nuestras tierras,
coincidiendo su esfuerzo con los inicios de la alfabetización en Chile y
la fundación de la instrucción primaria: el "Método de lectura gradual"
de Domingo F. Sarmiento, publicado en 1849 por la Imprenta de Julio
Belin en Santiago y en 1857 por la Imprenta del Mercurio de Recaredo
Santos Tornero de Valparaíso. Se componía principalmente de
combinaciones de letras formando sílabas, sin dibujos ni esquemas, para
que el aprendiz las entendiera por el método de asociación y repetición
gráfico-fonética, a diferencia de antiguos manuales donde se priorizaba
la memorización.
Más tarde, ya en la generación de educadores correspondiente a la
segunda etapa de desarrollo de la instrucción pública, Claudio Matte
publica el legendario "Nuevo método (fonético, analítico-sintético) para
la enseñanza simultánea de la lectura y escritura compuesto para las
escuelas de la República de Chile", en 1884, impreso por la Imprenta de
F. Brockhaus en Leipzig, Alemania.
Este manual, cuyo largo nombre fue cambiado popularmente al sencillo
título de "Silabario Matte" y "El Ojo" (por el primer dibujo instructivo
y palabra a aprender que aparecía en sus páginas), se basaba en un texto
europeo y fue una verdadera revolución en el método aplicado a los
silabarios, al incorporar ilustraciones que hacían más ameno,
interesante y fácil su uso entre los niños, asociando la palabra ya no
sólo a la forma en que ésta es escrita y pronunciada, sino también al
concepto representado en la imagen respectiva que las acompañaba.
Fue declarado texto oficial y pasó desde allí a varios países de
América, constituyéndose en uno de los textos pioneros del habla hispana
que recurrieron asociación visual de palabras, grafismos y conceptos,
método que jamás volvería a desprenderse de los silabarios publicados
acá, desde allí en adelante. Es, además, un importante hito de la
comunicación gráfica, que varias veces ha pasado inadvertido en los
estudios sobre la historia del diseño en Chile.
No menos importante fue, ese mismo año, el lanzamiento del "Silabario
Lector", del célebre profesor José Abelardo Núñez, aunque es conocido
especialmente por las aparentes alusiones que se hacen a su persona y su
rol en la inteligencia chilena durante la Guerra del Pacífico, en la
obra "Adiós al Séptimo de Línea" de Jorge Inostrosa.
Si embargo, el golpe más grande dado por los educadores chilenos se iba
a gestar en años posteriores, cuando la educación primaria del país ya
era obligatoria y se hallaba consolidada después de todo su primer siglo
de ordenamiento y estructuraciones.

Portadas de los silabarios de Domigno F. Sarmiento y de Claudio Matte.
ORIGEN DEL SILABARIO DUFFLOCQ
Basándose en el método y el estilo del silabario "El Ojo" de Matte, el
sagaz y astuto profesor chileno Adrián M. Dufflocq Galdames, comenzó a
elaborar unas cartillas propias y hechas a mano, para enseñarle a leer y
escribir a su pequeño hijo. Nacido en 1905, el educador era también un
hispanista apasionado y un amante de la lengua castellana, actuando como
escritor y editor de la que sería su magna obra ante la historia de la
educación mundial.
Dufflocq advirtió que estaba creando una obra que podía ser
revolucionaria para la instrucción elemental y decidió publicarla este
nuevo silabario, que estaba destinado a ser, quizás, el más importante
de todos los que se han producido en la lengua castellana. Él mismo lo
definió como un método fónico-sensorial-objetivo-sintético-deductivo
que innovaba de manera radical sobre el material existente hasta
entonces.
"Mi libro -explicó una vez, en una entrevista- tiende a enseñarle a leer al niño con el mayor rendimiento y con el mínimo esfuerzo".
En un acierto notable, lo tituló "Silabario Hispano Americano",
reflejando con ello y de paso, también, la inspiración
latinoamericanista e hispánica con que está concebida la colorida obra
de principio a fin, aportando entre sus páginas información sobre otros
países de la comunidad española y americana, y reproduciendo además sus
banderas.
"A los niños de habla española -dice el autor en la dedicatoria-, con mi fervoroso deseo de hacerles llano y fácil el camino en este primer paso del conocimiento de nuestra hermosa lengua".
Esta pasión hispanista de Dufflocq también se revela en muchos de los
textos del silabario, tales como "Antonio viajará a España", "España
está en Europa" y "A la Madre Patria le debemos el hermoso idioma
que hablamos". Ha de ser ésta, entonces, además de su vocación
pedagógica, otra importante motivación del autor para gestar su
silabario.

A la izquierda, una reedición moderna del silabario de Matte. A la
derecha, portada de una de las innumerables ediciones "piratas" del
silabario Dufflocq.
LOS DIBUJOS DE CORÉ
Además de la eficiencia de su propuesta, el "Silabario Hispano
Americano" contaba con las ilustraciones a color del joven pero
magistral artista Mario Silva Ossa, más conocido por su pseudónimo
Coré, quien ya estaba familiarizado con los dibujos para niños y de
orientación educacional a través de su trabajo en la revista "El
Peneca". Aportó gráficas de una belleza y de un romanticismo
extraordinarios en el manual de aprendizaje, evidentemente inspiradas en
el estilo y estética de las ilustraciones de los cuentos clásicos,
dándole más encanto aún al silabario.
La tapa con los dos niños sentados sobre unas vocales debe ser una de
las portadas más famosas e internacionalizadas de toda la historia del
diseño gráfico y editorial chileno. Varios personajes aparecidos en el
libro gozaron también de fama popular: el duendecillo de la dedicatoria,
el gigante de los cuentos que aparecen hacia el final de la obra, o los
dos niñitos negros que en una hoja advierten con un cartel, tomando
palabras del propio autor:
"El idioma castellano es el más fácil del mundo para aprender a leerlo y escribirlo como lengua materna".
A pesar de la importancia que Coré ya tenía en el mundo
editorial, su vital aporte al "Silabario Hispano Americano" contribuyó a
la trascendencia de su nombre y a la consagración de su firma como la de
uno de los ilustradores más importantes de la historia de la gráfica
chilena, admirado y reverenciado por muchas generaciones posteriores.
En las páginas del libro, además, deja sentado el hecho de poseer un
estilo que le era característico y tan propio, elogiado por maestros
posteriores del mundo del cómic y de las artes gráficas.
Desgraciadamente, Mario Silva Ossa, el poeta de la gráfica, murió en un
trágico atropello por un tranvía, sólo cinco años después del
lanzamiento de la primera edición del silabario. Fallecido con 37 años
recién cumplidos en estas circunstancias que nunca quedaron muy claras,
la leyenda dice que fue arrollado mientras cruzaba la calle, distraído
haciendo un dibujo en su libreta de ilustraciones.

El profesor Adrián Dufflocq Galdames, en 1962 (revista "En Viaje").
PUBLICACIÓN E IMPACTO
El silabario de Dufflocq apareció por primera vez el 15 de febrero de
1945, según comenta Manuel Peña Muñoz en su "Chile: Memorial de la
Tierra Larga". Con 10 mil ejemplares era, por supuesto, la primera
edición de innumerables otras que tendrían lugar hasta nuestros días.
Orgullosamente, el autor declararía en el prólogo de una de esas varias
ediciones posteriores de la obra (los destacados son originales):
"Con este nuevo método -único en su género-, el alumno tiene la satisfacción de TRADUCIR POR SÍ SOLO lo que hay escrito en este libro, bastando únicamente que lo guíen al comienzo de cada lección".
La presentación del libro fue un suceso notable, desatado prácticamente
de inmediato. Figuras como el chileno miembro de la Real Academia
Española don Pedro Lira Uquieta y la poetisa uruguaya Juana de
Ibarbourou, declararon públicamente su admiración por el trabajo de
Duffloccq y lo promovieron como uno de los más grandes esfuerzos por la
alfabetización y la educación americana. La querida Juana de América
escribió del silabario, mezclando su lírica con la seducción que le
inspiraba la obra:
"Beber en el viejo vaso de estaño magullado; beber, luego, en la copa de cristal puro, donde la luz pone, gozosa, su iris. Aprender a leer en los antiguos textos pasados, y aprender a leer en el Silabario del gran pedagogo Adrián Dufflocq Galdames, lujo de los ojos, gracia para el entendimiento del niño"."¡Ah! ¡Cuánto tienen que agradecerle madres y maestras a este hermoso talento creador, a ese puro corazón intuitivo que ha hecho para los niños de las Américas un libro perfecto!".
De alguna manera, el "Silabario Hispano Americano" fue también un ataque
frontal contra el analfabetismo, tanto en niños como en adultos,
incorporándoselo a programas de alfabetización en zonas rurales del país
después de sus primeras ediciones y dados los excelentes resultados que
certificó el Ministro del Trabajo don Juan Pradenas Muñoz, en mayo de
1947. Para Hispanoamérica, pues, fue en lenguaje el equivalente en las
matemáticas de la maravillosa obra "Aritmética" del profesor cubano
Aurelio Baldor.
En febrero de 1953, tanto el silabario como su libro complemento "Texto
de Escritura Hispano Americano" fueron declarados material oficial de
las Escuelas Primarias del Ejército de Chile, "en atención a los
excelentes resultados obtenidos en todas las unidades", según
confirmación del General del Brigada don Ernesto Medina Parker.
Finalmente, en 1964, el libro fue aprobado por el Ministerio de
Educación para entrega y uso en las escuelas fiscales y particulares de
Chile.
No es exagerado establecer en millones de personas, entonces, las que
aprendieron a leer en distintas épocas y lugares gracias a esta
maravillosa obra del profesor Dufflocq.

Páginas interiores del silabario Dufflocq, en una versión blanco y
negro.
ADOPCIÓN INTERNACIONAL DEL SILABARIO
Sorprende la rapidez con que el silabario comenzó a ser tomado por otros
países hispanoparlantes, empezando por la propia España, que por decreto
del 13 de diciembre de 1948, declaró de utilidad el "Silabario Hispano
Americano" y su manual de complemento "Texto de Escritura Hispano
Americano". Duffloqc, siempre hablando desde su hispanismo, fue un
eterno agradecido de este gesto y escribió al respecto, en su mismo
silabario:
"...tengo la grande e íntima satisfacción de haber sido honrado por España -la cuna de nuestra lengua y de sus letras- con la aprobación de este silabario y de otras tres obras didácticas del autor. A la Madre Patria, a quien todo le debemos en esta tierra en que nacimos, su sangre, su espíritu y su gracia y el acervo de su alta cultura, rindo un cálido homenaje de admiración y de respeto a sus valores intelectuales, que hoy y siempre se esfuerzan por mantener en el alto sitial que ocupa en el mundo el armonioso lenguaje de Cervantes".
El propio Dufflocq pudo hacer una sorprendente demostración en la Madre
Patria, que le permitió expandir más aún el prestigio y la popularidad
de su silabario: en el Instituto Ramiro de Maetzu de Madrid, a fines de
1951, le enseñó a leer y escribir a un grupo de 20 niños españoles de 5
y 6 años, en solamente 42 días, valiéndose de su manual. Los resultados
fueron verificados y aplaudidos por José Mendo Remacha, director del
instituto.
Otro país que aprobó el "Silabario Hispano Americano" en sus programas
de educación fue Bolivia, por decreto del 10 de junio de 1957,
destinándolo a las escuelas primarias y los Centros de Alfabetización de
la República, por lo que también ha sido de vital importancia en el
vecino país para el combate del analfabetismo. En Argentina y México se
inscribió la obra en 1948 y 1954, respectivamente. Hacia los cincuenta,
el Servicio Cultural e Informativo de los Estados Unidos comenzó a
regalar el libro como parte de un plan de alfabetización de regiones
pobres de América Latona.
Así pues, para abril de 1962, la revista "En Viaje" Nº 342 de la Empresa
de Ferrocarriles del Estado titulaba soberbia uno de sus artículos:
"El Silabario Hispano Americano alfabetiza a todo el continente".
Ese mismo año, se lanzó su edición 24°, con 300 mil ejemplares
distribuidos por todos los países de América.

Avisos publicitarios del "Silabario Hispano Americano".
TRASCENDENCIA DE LA OBRA
Desde entonces, el "Silabario Hispano Americano" ha tenido más de 100
ediciones posteriores oficiales, sin contar las republicaciones que se
han hecho de manera no autorizada en Chile y otros países, que quizás
pueden estar cerca en número de las ediciones formales realizadas por
editoriales como Lord Cochrane y especialmente la Zig Zag. Muchos
ejemplares antiguos son altamente cotizados por los coleccionistas de
nuestros días.
Además de su función educativa, la obra marcó profundamente a las
generaciones que se formaron con él en sus escritorios y pupitres. Peña
Muñoz dice al respecto, recordando con nostalgia la impronta que llegó a
tener en la familia chilena:
"...su presencia inconfundible en las casas trae inmediatamente reminiscencias de la niñez, en épocas escolares, con sabor a otoño, a naranjas dulces, a camisa recién planchada y a lápices de cera para pintar una casa con un sol en un cuaderno de croquis de color salmón".
La combinación de talentos entre Dufflocq y Coré ha sido capaz de
producir, entonces, una pieza de trascendencia perpetua. Parece
increíble que en plena época de la comunicación digital y del acceso de
los niños a los estímulos de los nuevos medios de comunicación, el
"Silabario Hispano Americano" siga teniendo vigencia y utilidad, lo que
habla de la calidad de la obra. Aunque sus dibujos luzcan hoy dignos de
una enciclopedia vetusta y aunque sus cuentos resulten ingenuos al tipo
de relato de nuestros días, hay un cariño popular por el silabario que
sólo es proporcional al servicio que aún puede ofrecer, formando niños
en el acceso al mundo ilimitado de la lectura y el aprendizaje en
nuestra lengua materna.

Aviso publicitario para el manual complementario para los
instructores y la edición del silabario adaptada para el uso de
alumnos adultos, en el marco de la Campaña Nacional de
Alfabetización.
EL LEGADO DE DUFFLOCQ
El profesor Dufflocq siempre protegió su obra, pero no por alguna la
enfermiza obsesión con los derechos de autor (como sucede en el
editorialismo de nuestros días), sino buscando garantizar el acceso
generalizado de la población al silabario. En 1958, por ejemplo, fijó su
precio en sólo 400 pesos, una cantidad muy accesible para apoderados y
alumnos de entonces, y que se mantuvo por varios años más en un esfuerzo
por frenar a especuladores y comerciantes ambiciosos.
En la edición de 1962, además, Dufflocq procuró regalar grandes
cantidades de libros a los programas de alfabetización del continente y
a las escuelas pobres: 100 mil unidades, equivalentes a un tercio del
tiraje de aquella edición.
El profesor también fue capaz de imponer una filosofía de servicio
educacional que ojalá nunca se hubiese perdido, ni siquiera
parcialmente. Entrevistado por la señalada revista "En Viaje", declaró
sobre el poder e hito sin parangón de su "Silabario Hispano Americano",
además de su propio legado:
"Enseñar a leer no es una ciencia, es un arte y creo que el idioma castellano es el más fácil del mundo para aprender a leerlo y escribirlo como lengua materna, pues le falta un soplo para llegar con precisión a esa inmutabilidad de las matemáticas, vale decir, de la ciencia más exacta que ha ideado el hombre hasta nuestros días"."Los resultados que se obtienen con mi Silabario exceden las aspiraciones de los maestros que lo utilizan"."Es sencillo y práctico para los niños y adultos, pues estos últimos aprenden solos: basta para ello darles unas cuantas explicaciones previas".
Adrián Dufflocq Galdames falleció en 1984. Fue uno de los hombres más
positivos y benéficos para el hispanoamericanismo; un grande en los
hechos, en la obra concreta, y no en el mero discurso ideologizado y
abstracto de otros. Nos dejó, con ello, este extraordinario legado y
testimonio de los buenos tiempos de la educación chilena, cuando nuestra
pedagogía chilena marcaba pautas internacionales que hoy nos llenan de
orgullo, pero también de esperanzas para el futuro que deseamos a
nuestra historia educacional.
Soy uno de los millones que aprendió a leer con el Silabario Hispano Americano y el niño que llevo adentro, muy profundo en mi corazón, lo lleva a todas partes, jamás se separa de su primer texto de estudio.
ResponderBorrarHermoso!
ResponderBorrarSegún tengo entendido, El Ojo es la traducción del silabario alemán, pero mucho no servía porque al ser un método fonético, no correspondían los dibujos, con el orden del alfabeto, aún así se usó por mucho tiempo.
ResponderBorrarTambién entiendo que Coré murió porque fue arrollado, pero lo que no se sabe a ciencia cierta si se suicidó o fue accidente, pues era un tipo con una profunda depresión. Cuando murió, salió de su casa con el pretexto de comprar cigarros....
La gran mayoría de los originales de la revista El Peneca de Coré, están en manos de Manuel Peña, quien tiene muchos deseos de montar una exposición con estas láminas, pero espera que alguien se ofrezca a hacerla. Llegaron a sus manos a través de una hermana de Coré, que las encontró en un desván, y no sabiendo que hacer con eso, fue a una conferencia de manuel y se las dió. A Manuel lo pueden ubicar a través del CCE y así pueden corroborar esta información.
Hola amigos y muchas gracias por este reporte tan completo sobre este silabario y su creador.Yo también soy uno de los millones de niños chilenos que aprendí con este libro,en los años sesenta.Muchas gracias.
ResponderBorrarJorge Morales Vivanco
Muy bueno el artículo, sólo conocía al profesor Adrián Dufflocq por su nombre en el Hispanoamericano.Sin duda en hombre que dejó un legado a la humanidad, no creo exagerar. Muchas gracias don Adrián, yo también aprendí a leer y a escribir en su maravilloso libro.
ResponderBorrarClaudio.
El mejor...
ResponderBorrarSilabario Hispanoamericano Edicion especial aqui : http://huemulincomics.mercadoshops.cl/silabario-hispanoamericano-edicion-especial-adultos-primera-127325358xJM
ResponderBorrarCon 5 años de edad, yo también aprendí a leer gracias a este maravilloso libro y a mi padre. A partir de ese momento, el mundo de la literatura se abrió ante mis ojos con todo su esplendor. Repliqué el mismo ejemplo con mis hijos, quienes antes de entrar al colegio, hicieron suyo el mundo de la lectura, de la mano de este económico y excelente método.
ResponderBorrarMaría Isabel López Garay