
Actualización: Posibles matorrales de pencas en los jardines y huertos de una guarnición militar de costa, probablemente Valparaíso, hacia 1863-1864. Detalle de una imagen captada por el español Rafael Castro y Ordóñez en Chile, durante el viaje de la Comisión Científica del Pacífico.
La penca o cardo penquero es una especie vegetal que abunda en las áreas rurales de Chile, pariente cercano de las populares alcachofas, cuya planta a veces también recibe este nombre de forma impropia. Aunque en algunas fuentes la penca aparece como planta nativa, su origen sería europeo y norafricano, sin embargo, de la zona del Mediterráneo, donde se le llama también cardo de Castilla.
La penca es una variedad del Cynara cardunculus, para los científicos, pariente del cardo corriente (al parecer llamado también penca en alguna época) y del alcaucil o alcachofa. Sus tallos son cortados y pelados de la misma forma que un apio: una delicia vegetariana, con su suave sabor a nada parecido. Produce una gran flor de colores amoratados y aspecto felpudo, rodeada de una armadura de espinas. Lleva tiempo con nosotros: en la jerga chilena antigua se hablaba del cardo negro y del cardo blanco para referirse al roto malo y al roto de campo (bueno), respectivamente. Y cardo blanco es el nombre que recibe también esta variedad comestible.
Aunque en nuestro país "penca" es sinónimo también de algo desagradable, malo o lamentable, dudamos que exista alguna relación directa entre este concepto y la planta, pues constituye más bien un regalo sabroso y abundante en forma natural. Uno de los pregones más conocidos en la primitiva sociedad chilena eran los penqueros, que vendían penca para ensalada. Muchas familias modestas de la zona central cortan hasta hoy pencas en los cerros y potreros, las pican para venderlas en bolsitas y así generan un ingreso extra en la casa. No tiene nada de "penca", entonces.

Cardo común (inexactamente llamados también pencas, en muchos casos), de alguna manera logrando crecer en la ciudad.

Cardo penquero (fuente imagen: online-media.uni-marburg.de).

Claudio Gay en "Historia Física y Política de Chile", dice en 1865 que los indígenas llamaban penca a los zapallos, y que esta palabra era araucana. También tenemos la ciudad de Pencahue, lugar de pencas, en Talca; y Penco, en el Biobío, cuyo gentilicio penquista se asocia hoy a los habitantes de la vecina ciudad de Concepción.
Sobre lo último, don Alonso de Ercilla habló en sus poemas épicos de los penquistas como los pencones, nombre que después de su siglo XVI se volvió despectivo y peyorativo, tal como sucede con penca para referirse a algo malo o indeseable. Y en 1868 circuló un periódico de sátira política conservadora llamado "La Penca", que atacaba a los sectores más liberales y anticlericales que tenían a su favor medios como "El Charivari" o "El Pueblo".
Hace años, escuché a una profesora de literatura y castellano diciendo que la "penca" de nuestras ensaladeras, era llamada así porque crece en forma silvestre y cuesta mucho domesticarla en cultivos. Es "penca", en otras palabras. Nunca me convenció su explicación, sin embargo.
Y es curioso: además de este empleo del término como algo peyorativo o denostador, la palabra "penca" tiene en Chile una connotación fuertemente sexual, pues se la hace sinónimo de falo en el vulgarismo. No hay más material para bromas en doble sentido que alguien comiendo penca o declarando su preferencia por ella en la mesa. Así pues, tenemos la penca en la botánica, en la conceptualización de lo deplorable y, más encima, en los calzoncillos.


Indígena peruano siendo azotado con una penca, según dibujo de Guamán Poma de Ayala en su "Nueva Crónica y Buen Gobierno", hacia el año 1605.
Sin embargo, todo tiene una explicación, relativa a la peor de las "pencas": un instrumento de tortura. La primera penca que conocimos por acá pudo ser esa especie de látigo de varias trenzas o tiras de cuero, que los verdugos utilizaban para flagelar a los condenados o para facilitar los interrogatorios. Era muy famosa en los campos chilenos, tal como el rebenque, el chicote y la guasca.
También la utilizaron para azotar esclavos o ladrones durante los años de coloniaje en América. Para acrecentar el tormento, algunos verdugos le ataban pequeños objetos de material duro a las tiras, convirtiéndolo en una herramienta realmente temible. Coincidentemente, el cardo penca tiene tallos largos y abiertos en ramas llenas de espinas, ideales para dar un buen azote contra alguien.
En otros países también se les llama penca a plantas distintas del cardo que crece acá, pero, aún siendo de tipos diversos, todas tienen una misma característica: ramas aplanadas con espinas, como sucede con tunas, aloes y agaves.
Zorobabel Rodríguez dice en su "Diccionario de chilenismos" de 1875, que la penca de castigo equivalía al zurriago o al látigo. También reporta dos expresiones provinciales que pueden ser los orígenes del actual uso que se da a la misma palabra:
- "Quedar de la penca", cuando se está chasqueado, golpeado o herido.
- "Dejar a alguno de la penca", cuando, según el autor, se deja a un tipo "con un palmo de narices".
El germen de la expresión penca como algo lamentable o deplorable debe estar en el umbral de los tiempos en que la palabra era asociada al instrumento de tortura, término que ha trascendido a las generaciones y que aún persiste en nuestro lenguaje. Hemos oído también que sería por el desagrado que producía a algunos mañosos el sabor de la planta de penca, especialmente cuando está muy vieja y dura, pero nos resulta poco probable.

Penca vendida para ensalada en una feria libre.

Se podría especular, además, de la dificultad de arrancarla por sus fuertes raíces combinadas con tan malévolas espinas. Nos parece más bien que, aunque ya hayamos olvidado a la terrorífica herramienta de torturas, la impresión a fuego que grabó en la memoria de los peones y trabajadores chilenos debe haber sido tal que quedó incorporada a nuestro léxico. Un mal día es "un día penca"; una situación triste o desafortunada es "una cosa muy penca"; y algo de mala calidad es, definitivamente, un objeto "bien penca".
Un detalle interesante es que la expresión "hacer de pencas" era conocida en España en tiempos coloniales para referirse al acto de negarle a alguien algún gesto o actitud solicitada incluso necesaria para el que debe consentir, siendo mencionada por el cronista Diego de Rosales en su "Historia General del Reino de Chile Flandes Indiano", en 1674, cuando dice que "muchas veces despreciamos las paces que nos ofrecen los indios y nos hacemos de pencas y de rogar". Por las crónicas de Jorge Juan y José Antonio de Ulloa, sin embargo, se entiende que los españoles comprendían al nopal o tuna como la penca, y no exactamente al cardo.
Cierta popularización de la temible penca de castigo en Chile está ligada a una historia sucia y oscura, pocas veces contada: en los años previos a la Guerra del Pacífico, las autoridades policiales bolivianas la usaron indiscriminadamente contra varios de los miles de trabajadores chilenos establecidos en Antofagasta, Caracoles y las pampas salitreras de Atacama. Eran los años en que Bolivia ejercía la soberanía en el sector por virtud de los tratados de 1866 y 1874, de modo que los territorios estaban bajo su administración política. Sin embargo, como la inmensa mayoría de los residentes eran chilenos (93%, según el historiador boliviano Alcides Arguedas), los ciudadanos altiplánicos establecidos allá eran casi exclusivamente agentes del gobierno de La Paz que vivían en constante amenaza de algún levantamiento de la población y que no necesitaban demasiados pretextos para cometer tropelías y abusos contra los civiles, decididos a mantenerlos a raya.
Mendigo un poco problemático del sector Santa Lucía totalmente alcoholizado. Usualmente, "andar penqueado" se utiliza sólo para señalar a alguien medianamente ebrio, que alcanza a caminar tambaleante, a diferencia del personaje de la foto. Éste, por lo tanto, no está "penqueado", sino curado terminal... Cosa de pequeños de matices en el lenguaje.

Aunque "penquearse" es un término más clásico, puede decirse con justicia que estos cabros universitarios futuro de Chile, en cambio, sí están "penqueados" (se les nota en la cara, incluso con el mosaico) y en pleno proceso de tomarse "un pencazo" cervecero (fuente imagen: xem.cl). Ojalá hayan pasado el año de estudios, o también les llegó penca en la casa.
A mayor abundamiento, el aislamiento territorial facilitaba estas deleznables acciones, como lo documenta el viajero francés Charles Wiener en 1877. Algunos de estos indignantes casos han sido estudiados en un interesante trabajo de Gilberto Harris Bucher titulado "Emigrantes e Inmigrantes en Chile, 1810-1915. Nuevos Aportes y Notas Revisionistas" (Universidad de Playa Ancha, 2001). Muchos rotos chilenos trabajadores del salitre fueron pasados por la tortura de la penca.
Al enterarse de lo anterior, el diputado Ángel Custodio Vicuña logró hacerse de una de estas siniestras herramientas y la mostró ante las autoridades de Copiapó para denunciar la brutalidad a la que era sometida la población civil. A continuación, partió a Santiago y la presentó ante los horrorizados demás miembros de la Cámara. Era una creación morbosa y enfermiza: estaba hecha de alambres trenzados con una bola de fierro, tuercas o cabezas metálicas en el extremo. Los azotes de un instrumento semejante, perfectamente podrían abrir la carne hasta los huesos. La muerte de varios chilenos bajo este tormento fue confirmada por la prensa de la época.
En el lenguaje popular chileno actual, también se habla de "andar penqueado" cuando se está ebrio. "Penquearse" es el acto de beber y "pencazo" es un trago grande de alcohol. El sujeto que sobrevivía a la penca, justamente, quedaba tambaleante y desvanecido, caminando como un borracho al borde de desfallecer. Es decir, "penqueado".

También se habla de "andar guasqueado" para quien marcha ebrio; para quien se tomó un "guascazo": Y la guasca era otra creativa producción para dar azotes en las sociedades antiguas, especialmente en los campos: el "guasqueado" quedaba igual de tambaleante que un "penqueado". Hay otros instrumentos de agresión que han sido hecho sinónimos de ebriedad, de hecho: andar "cañoneado" o "cañonearse", o bien "pegarse un guaracazo". La guaraca era una cuerda con la que se castigaba y ataba a los peones, además de hablarse de "dar guaraca" como sinónimo de dar paliza. El mismo principio rige para el garrote que suele usar la fuerza pública desde antaño: "luma", "lumazo" y "lumear".
Los términos guasca, luma y penca también son usados como analogías fálicas en el lenguaje popular, el folklore y los chistes chilenos. En Parinacota hasta existe una Quebrada de la Penca, así llamada por una gran piedra de un camino ancestral, con forma de pene. "Penquear", a su vez, es un término que restaura el concepto del castigo (sobre todo cuando es merecido), pero con la connotación sexual, por ejemplo: "me metieron la media penca" después de cometer un error grave, o bien "mi jefe me penqueó toda la tarde" por lo mismo. Funciona también con luma y guasca. Conocemos algunos personajes que, por su escaso apego a la responsabilidad laboral o estudiantil, de hecho se lo pasan de penca en penca.
"A John Wayne Bobbitt le cortó el pene su señora Lorena -satirizaba el humorista nacional Álvaro Salas-... ¡Pero qué situación más penca!"
Hay alguna tendencia sexista y machista a comparar las capacidades del pene con las de una herramienta de tortura o flagelación, precisamente, además de que la metáfora de la guasca y la penca para hacer ostentación de un tamaño enorgullecedor cuando es propio, o digno de halago y admiración, cuando es ajeno.
Cosas de la falocracia y la dipsonamía... Penca la mezcla.
Hay que agregar que también se usa "pencazo" en nuestro país, para referirse, en el fútbol, a un fuerte golpe a la pelota, especialmente si es un remate al arco.
ResponderBorrarFelicitaciones por el blog.
HAce tiempo sigo tu blog, y regularmente lo visito. Siempre me ha parecido excelente. Gustave Verniory atribuía la presencia de los cardos en la Araucanía a la llegada de inmigrantes escoceses que habrían traído consigo semillas de su flor nacional. Pero al parecer, como escribes en tu artículo, hay que datar su presencia de mucho antes. Un saludo y felicitaciones
ResponderBorrarParece que deben de verificar ciertos links. Quiero ver el enlace Iglesias-Templos y Tragedias, pero no hay informacion...
ResponderBorrarMe pareció muy interesante el artículo, sin embargo, llegué a el buscando las propiedades de la penca, para que sirve al organismo, si tiene minerales, vitaminas, si sirve para alguna enfermedad, etc.
ResponderBorrarMe pareció muy interesante el artículo, sin embargo, llegué a el buscando las propiedades de la penca, para que sirve al organismo, si tiene minerales, vitaminas, si sirve para alguna enfermedad, etc.
ResponderBorrarExcelente!!!
ResponderBorrarMuy buen articulo, muy divertido para escribir. Saludos
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